Todos

Agrupémonos todos en la casa bestial

Pablo Iglesias y su portavoza han dado una impresionante lección de coraje paternal renunciando a sus principios por sus mellizos, arrastrando sin pudor su dignidad podemita por el zarzal de esa parcela de dos mil metros. Hay críos de por medio y por tanto debemos comprender a estos príncipes de Bel Air, perdonar su teatralidad, ese histrionismo bochornoso que acompaña sus discursos, y hasta excusarles por el desprecio manifiesto hacia sus votantes.

Tanto Irene Montero como el César de Podemos sabían lo que iba a ocurrir y aun así optaron por comprarse el casoplón de seiscientos y pico mil euros porque, como tantos de nosotros, quieren lo mejor para sus hijos. Y eso está por encima de ideologías. Sin duda, cuando los chavales sean mayores agradecerán que un día su padre y su madre tiraran por tierra su discurso, su revolución, e hincaran la rodilla ante la incoherencia.

Por los hijos, poco importa que tus votantes quieran lincharte, que tus rivales se partan de risa con el tema, o que tus aliados hagan el ridículo intentando defenderte. ¿Qué más da poner a las bases a saltar por encima de las urnas por un capricho cuando hablamos de los niños? Y esto no ha hecho más que empezar. Por sus hijos, Pablo e Irene han iniciado su viaje hacia el aburguesamiento y hasta es posible que veamos al líder morado afeitado en las reuniones del Ampa: se cortará el pelo, se pondrá un traje decente y hasta una corbata normal.

Tal vez en un futuro, cuando los mellizos cumplan equis años, Pablo y su chica hagan una fiesta en el inmenso jardín de su casa y lleven a Marta Sánchez a cantar junto al lago de la finca la Internacional, con su propia versión de la letra, en plan 'agrupémonos todos en la casa bestial'.

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