
Los trasplantes de pelo en este país son mucho más baratos que en el resto, unos 2.900 euros frente a los 100.000 que puede alcanzar en otros países. Por eso, el gobierno turco ha decidido subvencionar esta medida para fomentar el turismo. Sin embargo, esta opción barata puede tener graves peligros tanto para la salud como para el bolsillo.
"Los 2.000 euros o 3.000 euros de coste del tratamiento se ven incrementados por los gastos del paciente allí, llegando incluso a duplicarse si éste viaja acompañado y prolonga su estancia hasta tres o cinco días. Al final, el paciente se gasta en Turquía mucho más dinero por aquello del 'ya que voy…', porque, además de la promesa de recuperar su pelo, le invitan a vivir una experiencia de ocio", ha explicado el cirujano plástico Ramón Vila-Rovira a la revista Elle.
Además, en muchos casos, los que realizan las operaciones no son cirujanos plásticos sino técnicos de salud que ni siquiera tienen la formación adecuada: "En Turquía se vulnera el principio básico de libre elección de médico. Los pacientes son destinados a un centro predeterminado, que puede ser bueno o no, y sin un trato médico-paciente previo, ni contacto posterior una vez terminada la operación", apunta el cirujano plástico Julio Millán.
Por otra parte, en caso de necesitar una repetición, un segundo trasplante o solventar complicaciones que han surgido en el postperatorio y teniendo en cuenta que el proceso es de 10 meses puede que el trasplante low cost no sea tan rentable para la salud: "La desventaja principal radica en que, después de ser intervenido por un cirujano al que, en el mejor de los casos, conoces justo antes de iniciar la operación, surge cualquier problema al regresar a España y el médico que hizo la intervención está a 3.500 kilómetros para poder poner soluciones", concluye el doctor Vira-Rovira.