José Orihuela Calatayud es rector de la Universidad de Murcia desde 2014, y catedrático de Análisis Matemático desde hace 25 años. Sabe que en España las universidades no están en lo más alto de los rankings internacionales, pero la solución para él es clara: mayor inversión en educación. Este año, las cuentas ponen especial atención en la estabilización de la plantilla, la ampliación de las becas y la investigación. Orihuela no elude ninguna de las cuestiones que se le plantean.
¿Cree que sobran universidades en España?
No sobran universidades. Lo que ocurre es que las Universidades en España son muy grandes. La Universidad de Murcia, por ejemplo, contiene dentro de ella cuatro subestructuras que son equivalentes a la Universidad Politécnica de Cartagena. Esas cuatro divisiones: Ciencias de la Salud, Ciencias, Ciencias Sociales y Jurídicas, y Artes y Humanidades son equivalentes en profesores y alumnos a la Politécnica. Las universidades pequeñas se rigen mejor, tienen mejores resultados y son más ágiles en su toma de decisiones con el modelo de gobernanza que tenemos.
Pero no sobran universidades, y esto es fácil de constatar con sólo mirar la tasa de universidades por habitante en edad universitaria que tenemos en España con relación a la que tienen por ejemplo en Estados Unidos, veremos que estamos muy lejos. Incluso si comparamos la media de la OCDE, que se sitúa en 1?4 universidades públicas por cada millón de habitantes, mientras que España está en una por cada millón de habitantes.
¿Por qué cree que cada vez hay más universidades privadas?
Porque la política del gobierno es no crear universidades públicas desde hace más de diez años. Y sin embargo sí han aparecido muchas universidades privadas.
En los últimos años se han creado entre 15 o 20 universidades privadas por ninguna pública. Está claro que en España se está fomentando la vía privada como vía para acceder a la enseñanza superior. Es una fórmula válida, pero desde luego, la que nos toca defender es la fórmula pública.
¿Qué opina de la metodología online, y de las universidades plenamente online?
En una universidad avanzada en la que todo está ya online, este tipo de enseñanza es una opción más. Las universidades deben convivir con esta enseñanza, pero sin perder el rumbo, porque estoy convencido de que lo esencial es enseñar con profundidad, y la enseñanza online carece de la interrelación alumno-estudiante de la que siempre surge la conversación, la discusión, el contrapeso entre ambas? Yo pienso que este tipo de enseñanza es interesante, pero que no va a cambiar el proceso esencial de la enseñanza y el aprendizaje universitario.
Una cosa diferente es cómo tiene el profesor que enseñar hoy. Ahora es mucho más difícil dar clase bien. Antes consistía en prepararse una materia y explicársela a los alumnos de forma unidireccional. Pero ahora eso no se puede hacer, porque el alumno tiene acceso a esa misma clase impartida por gente mejor que uno mismo a través de la web. Hoy el profesor debe ser capaz de interactuar con el alumno en esta situación nueva.
¿Qué opina de la propuesta de recortar los grados a 3 años?
Estoy convencido de que la propuesta de ir a grados de tres años y másteres de dos tiene un fundamento económico. Me parece improcedente que los másteres valgan más que los grados. Si eludimos la cuestión económica y nos centramos en lo puramente académico, hemos de decir que grados de tres años existen en universidades de mucho prestigio, así que no veo razones por las que no se deban tener grados de tres años. Seguramente nuestros másteres están muy debilitados, porque tenemos másteres de 60 créditos y debieran ser de 120, o al menos de 90, como son en nuestro entorno. Eso nos dice que nuestro sistema anda un poco desajustado con nuestro entorno europeo.
Lo que no tiene sentido es que se haga como con la licenciatura, cuando pasó de cinco a cuatro años para después hacer un máster que cuesta más. Pero si nos liberamos de esa presión económica, no habría problema en que los grados fueran de tres años. No todos, porque las ciencias básicas, creo que deberían seguir con cuatro años.
De todas formas, lo más importante de todo es que no se desmiembre el sistema público y que a nivel estatal continúe estando homogeneizado. El decreto permite a las universidades flexibilidad y libertad por una falsa concepción de la autonomía universitaria. De momento se nos ha concedido a las Universidades una moratoria, pero desde la CRUE vamos a intentar impulsar las conferencias de Decanos para que se consensúe para el estado los modelos de tres o de cuatro años de cada titulación.
Y teniendo siempre en cuenta el coste, que no debería ser encarecido por esta modificación. Desde el punto de vista económico, lo que se está haciendo es pasar de financiar públicamente a hacerlo privadamente, porque el pago del alumno es una financiación privada, y si el pago del alumno sube, estamos financiando por fuentes no públicas la universidad pública.
¿Cuáles son los retos de futuro de la universidad española?
Para mí el reto fundamental es conseguir que los alumnos salgan de la universidad plenamente preparados para competir en un mundo globalizado y en constante cambio, donde su quehacer va a cambiar fácilmente y en el que los puestos de trabajo van a ser enormemente dinámicos. Quien sea capaz de adaptarse a ese mundo cambiante será el que tenga éxito, el que no, no podrá conseguir un puesto de trabajo.
¿Por qué nuestras universidades españolas no están entre las primeras en los rankings internacionales? ¿Qué deberíamos cambiar? ¿Cómo pueden ser más competitivas nuestras universidades?
Convivir con las propias limitaciones es una virtud. Reconocer nuestras propias limitaciones es algo que todos deberíamos hacer en nuestro quehacer diario. También institucionalmente. Existen muchas cortapisas para que las universidades españolas puedan entrar en competencia directa con esas universidades que habitualmente copan los primeros puestos en los rankings, porque nuestro sistema de gobierno y nuestra forma de actuar no son tan ágiles como el de otras universidades extranjeras.
Pero hay un tema aun más fundamental: el de la financiación. Para poder competir con las primeras cien universidades de los rankings internacionales, como el de Shanghái, es imprescindible tener la misma financiación que ellas. Esas universidades multiplican por veinte en algunos casos la financiación de las Universidades españolas. Por lo tanto, el simple hecho de que algunos departamentos, algunas áreas concretas o investigadores aparezcan en ellas entre los 200, 300 primeros puestos, se puede considerar ya un éxito. Pero la liga que podemos jugar es con nuestros semejantes, lo otro es una liga que no nos corresponde, ni por historia, ni por financiación, ni por dinamismo, ni por potencia.
A mí me gustaría que el estado español dedicara mucho más porcentaje del PIB a la Educación Superior. Estamos muy alejados del porcentaje del PIB que se dedica a la investigación en la OCDE, y mientras esto siga así, nunca podremos competir con estos países en este tema.
Eso es algo que no se puede hacer directamente desde las Universidades, sino desde una acción conjunta del estado con sus universidades públicas, porque si no, no llegaremos nunca arriba. Pero eso es una asignatura pendiente, como los premios Nobel, habría que preguntarse por qué no tenemos premios Nobel en ciencias desde hace tantos años, y la razón es la misma: falta de inversión.
Si tuviera que recomendar una carrera a un joven que no sabe qué estudiar, ¿cuál sería?
-R: Siempre recomendaré a los jóvenes que estudien lo que más les guste, porque estudiando lo que más les guste, con independencia de su salida profesional. Haciendo eso, probablemente adquirirá competencias para estudios posteriores en caso de no dar el salto profesional.
¿Considera que la congelación de las tasas será suficiente para que nadie se quede fuera por falta de recursos?
No. Todos los años se queda gente fuera de la universidad por falta de recursos. A pesar de los programas de becas que podamos tener. Estamos llegando a bastante gente, pero no a toda. Esa situación de no poder estudiar por falta de recursos existe. Y existe porque estamos inmersos en una crisis muy importante. Hoy por hoy, hay gente con problemas económicos que no puede estudiar.
¿Qué déficit poseen en estos momentos? ¿Tienen alguna deuda con proveedores, por ejemplo?
Afortunadamente no. La Universidad de Murcia está al corriente en sus pagos a proveedores. Me preocupa mucho este tema. Intentamos estar al día en todos nuestros pagos, con la lógica carencia de los dos meses que se tarda en pagar una factura por los trámites que conlleva. Podemos afirmar que, a día de hoy, la Universidad de Murcia no tiene problemas de deudas con nadie ni le debe dinero a nadie.
¿Han tenido problemas con el pago de matrículas?
Eso es un tema complicado. Básicamente los alumnos pagan en tiempo y forma sus matrículas. Este año, además, se les ha ofrecido la posibilidad de que puedan hacer un pago más, ha pasado de cinco a seis, lo que imagino que habrá facilitado algo las cosas. También se han dispersado de una forma más natural los plazos, y ahora es un poco más fácil para las familias afrontarlos.
¿Qué tipo de recortes han hecho? Si les exigieran más? ¿por dónde empezaría?
Los recortes han venido por parte del techo de gasto, que es la herramienta que se ha dado el Estado para controlar el gasto en las administraciones públicas. Hemos pasado de tener un techo de gasto bastante aceptable, en la época anterior a la crisis, a tener un techo de gasto que prácticamente cubre sólo el sueldo del personal, lo que está dando muchos problemas en la institución universitaria.
Nosotros, el problema del techo de gasto lo hemos resuelto hasta el año 2.020 con el Plan de Financiación Interanual.
El recorte fundamental en la universidad española ha sido en tema de personal. En la Universidad de Murcia, el recorte se centró en que un gran número de interinos vieron reducida su jornada, y hubo muchos ayudantes que tuvieron que salir. No hubo tasa de reposición durante un tiempo, y luego sólo un diez por ciento. Eso es lo que ha cercenado la universidad en estos años. Precisamente este año ha sido el primero en el que la tasa de reposición ha alcanzado el cien por cien, pero eso no arregla nada, porque hace que nos quedemos como estamos, y ya llevábamos tiempo empeorando.
La conjunción entre la tasa de reposición cero y el techo de gasto ha sido muy nociva. Yo creo que si la administración se olvidara de la tasa de reposición y jugara sólo con el techo de gasto, sería mucho más dinámico el trabajo de las universidades, ya que éstas tendrían mucha mayor libertad para realizar ajustes y poder recuperar esos profesores y personal de administración que se han perdido. Y podríamos intentar volver a una situación similar a la que había.
Si fuera ministro, ¿qué medidas iniciaría en una reforma educativa de la universidad?
Lo primero, como se trasluce de lo que he dicho, controlar el techo de gasto y liberar la tasa de reposición a las Universidades.
En segundo lugar derogaría las leyes de Wert, que han distorsionado la universidad y han partido la institución en dos, porque el decreto Wert, que promueve en unos profesores la disminución de su jornada y en otros su aumento, lo que ha hecho ha sido dividir. Y yo estoy precisamente entre los profesores que salen ganando con el decreto, pero hay otros muchos que pierden, y eso no es justo.
Después seguiría con el tres más dos desde el punto de vista económico. No es que piense que no pueden convivir los tres y los cuatro años en las carreras, lo que creo es que no pueden hacerlo a costa de privatizar más nuestro sistema público de enseñanza universitaria e incrementar de forma significativa los precios del cuarto curso.
Por otro lado, también dejaría la Selectividad este año, porque las nuevas pruebas de acceso aún no están ultimadas.
Y trataría de consensuar esta LOMCE y esta LOU tan conflictivas, elaboradas sin consenso alguno. Empezaría de nuevo con una Ley que permita tener un sistema consensuado de Educación Superior que no promueva la conflictividad entre nosotros. Una Ley de Educación no se puede imponer, porque en ese caso va abocada al fracaso, y todas las leyes de Wert fueron impuestas, y por lo tanto van abocadas al fracaso.
¿Qué ha sido de los campus de Excelencia?
Los Campus de Excelencia son una iniciativa interesante por parte del Ministerio para potenciar la relación entre las universidades. Sirven para que las universidades se unan en proyectos conjuntos. De ahí han salido muchas sinergias buenas. En nuestro caso con Cartagena, es evidente que ha sido así.
Ahora lo importante es saber si el futuro ministerio potenciará estos campus. Si lo hace, esto seguirá adelante, pero si no lo hace, morirán.
¿Cree que Educación va a acometer más reformas en la universidad española?
No es que lo crea, es que debe hacerlo. El sistema de gobernanza que tenemos ahora no funciona bien. Es demasiado asambleario, mucha asamblea para tomar decisiones. Si todo tiene que pasar por Consejo de Gobierno es un modo que puede resultar adecuado, pero es muy lento, no tiene la agilidad que debiera. Tendría que ser más ejecutivo.
Lo importante es que la Universidad rinda cuentas. Por eso, creo que habría que dejarle el máximo de maniobrabilidad y que al final ofrezca cuentas.
Eso es lo que nosotros vamos a hacer: dar cuentas de cuanto hemos hecho. Y lo haremos pronto. De hecho damos cuentas permanentemente: ante nuestros órganos de gobierno, ante la Consejería? Pero aún lo haremos mejor.