
En los años 50 China encerró en el campo a millones de personas para evitar la inmigración rural a las ciudades, y viceversa. Lo hizo con una medida que establecía que solo serían ciudadanos legales aquellos que vivieran donde estuvieran censados. Estar inscrito en un censo (hukou) u otro impedía cambiar el modo de vida -esto es, pasar de la vida en el campo a la vida en la ciudad o al revés- sin perder los derechos de habitante legítimo: cualquier éxodo hacia las urbes de esas personas relegadas a la vida rural les dejaría sin acceso a sanidad, educación o trabajo. Años más tarde, a los muros entre ciudad y campo, se sumó el control a la numerosa población con la ley del hijo único, por lo que muchos de ellos quedaron sin apuntar en los listados de residentes. Ahora que el gobierno chino ha empezado a relajar las reglas del juego y a permitir censar a esa 'población escondida', salen a la luz los problemas generados por las decisiones del siglo XX en forma de 100 millones de personas 'invisibles'.
Las estadísticas del país de los más de 1.300 millones de personas subirán -levemente a sus ojos- en los próximos meses. Y es que el gobierno chino ya ha anunciado facilidades para que quienes aún no lo están se inscriban en el censo de sus lugares de residencia para poder ser reconocidos como ciudadanos de pleno derecho.
Con esta medida, y según datos de la agencia oficial Xinhua, la autoridades se centran en los 14 millones de nuevos censatarios que se esperan desde 2010 - el equivalente a la población de Londres y Madrid juntas y un poco más-, pero en 2014 ya se estimaba que serían hasta 100 los millones de personas de los que se ignoraba su existencia y que se registrarán hasta 2020. Según un estudio de población de la Universidad de Kansas, 25 millones de mujeres estarían entre ellos, dato que también evidencia la preferencia de hijos sobre hijas en el país.
La política de hijo único y las altas tasas que suponía registrar a un retoño 'extra' en esos censos -en 2012 estaba en torno a los 40.000 dólares- llevó a muchas familias a esconderlos. El fin total a esta restricción llegó 2016. Además, la imposibilidad de mudarse por el sistema de censo (aún vigente aunque su reforma empezó en 2010 tras la petición de abolición de varias provincias que pedían tirar las barreras) llevó a muchos niños nacidos en secreto a desarrollarse ajenos al mundo legal y en una situación de pobreza heredada.
Estas dos medidas han influido mucho en el desarrollo demográfico chino. La diferencia entre ricos y pobres es más que una brecha un agujero profundo. China está entre los países con el índice de desigualdad más altos del mundo.