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'Primera página' o la primera vida de Juan Luis Cebrián: los comienzos del periodista que acabó dirigiendo 'El País'

  • El debate ahora se concita sobre su trayectoria como cabeza de Prisa
Juan Luis Cebrián, en su reciente entrevista concedida a laSexta. Imagen: Archivo

Antes de que cayera el Muro de Berlín, de que España probase el bipartidismo o de que el mundo fuera mundo y la globalización su único profeta, Juan Luis Cebrián abandonaba la dirección del diario El País con la única piscina por delante del mundo de la empresa. Dejaba atrás aquel día de 1988 los incontables largos de la Transición, un camino lleno de inciertas brazadas, noches sin dormir pensando en la siguiente calle y mucha falta de cloro en un agua que al menos empezaba a ser clara en España.

Como si de una simetría casi perfecta y cortada a bisel se tratase, Cebrián publica ahora, 28 años después y de la mano de la Editorial Debate, unas memorias que responden al, no podía ser de otra manera, título de Primera página y que dividen su vida en las dos mitades que hay antes y después de la salida de la dirección del diario que vio nacer en 1976.

Nacido en 1944 en el más burgués Chamberí madrileño de la posguerra, Cebrián no tarda en asumir en estas líneas su privilegiado origen en una época difícil y su pronta concepción de algo que confirmó con el paso de los años y la tranquilidad de la observación, que todos los hombres son iguales "ante el inodoro y ante la muerte". Nieto de un médico librepensador frenado por el franquismo e hijo de un periodista afecto al Régimen que llegó a dirigir el diario Arriba, el protagonista de esta primera parte de su autobiografía entendió también pronto que el periodismo era intentar llegar al "corazón" humano.

En un intento de explicar la forja del periodista que empezó como niño que sufrió abusos sexuales en el Colegio del Pilar, como ha reconocido recientemente, y que continuó como joven ambicioso que se sumó a la histórica tripulación de Emilio Romero en Pueblo, por donde han pasado todos, Cebrián ha desenchufado las auriculares del convulso ahora y ha clavado la pluma en esas décadas del todo por delante y sin balances, primas, accionistas, consejos, polémicas, acusaciones, implicaciones y sospechas sobre alguien que, aunque no le guste admitirlo abiertamente, ha sido y es poder.

Cosiendo como puede los retales de aquella época ahora 'thriller', Cebrián mete la aguja en su paso por Informaciones y como jovencísimo jefe de informativos en la RTVE todavía franquista y la saca en el envés del lanzamiento de El País en una nerviosa noche de 1976 tras la confianza depositada por Jesús de Polanco y con todo el país conteniendo la respiración por los 1000 días de libertad y plomo que quedaban por delante. Con el golpe militar del 23F en 1981 como hito clave del cuaderno de bitácora, el protagonista recuerda los fragmentos de una vida pública que crecía a medida que sufría la privada.

Guste más, guste menos o no guste la trayectoria de Cebrián, no es Primera página el lápiz al que sacarle punta ni la mejor forma de cuestionar o juzgar su llegada hasta el hoy, pues el debate ahora se concita sobre su trayectoria como cabeza de Prisa, algo que queda para unas segundas memorias que en su mano está publicar. Quede este ejemplar como un relato histórico de una época a la que no se puede ser indiferente, como el testimonio de un testigo privilegiado cuya voz fue más escuchada de lo que él quiere reconocer ahora en un tiempo sin final de trayecto, como una novela negra -en palabras de él mismo- de algo que fuimos para ser lo que ahora somos, sea de una manera o de otra.

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