El pasado 3 de diciembre Úrsula von der Leyen anunciaba que España recibiría los primeros 10.000 millones de euros de los fondos Next Generation EU, a falta de la aprobación de los estados miembros.
Esa aprobación llegaba la pasada semana, pero no ha trascendido si la transferencia se hará efectiva antes de que acabe el año. Sí se sabe que estos fondos, los primeros de los 70.000 millones asignados a España, se articularán a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). "Es una muy buena noticia que confirma el liderazgo de España en el despliegue del plan de recuperación europeo y coincide con la aceleración de la ejecución de las inversiones y reformas más importantes", afirmaba la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño.
Tanto la presidenta de la Comisión Europea como la vicepresidenta primera del Gobierno señalaban en sendas declaraciones que esta aprobación se debía a los esfuerzos que había hecho nuestro país en materia de planificación: no solo el PRTR sino los dos PERTE ya aprobados, el último el del vehículo eléctrico, de los que parten las diferentes convocatorias de ayudas, subvenciones y licitaciones llevadas a cabo por las administraciones autonómicas.
El esfuerzo no se limita a las autoridades competentes: también las empresas están desarrollando a marchas forzados planes de inversión que se apoyarán en gran medida en estos fondos. Es el caso del sector eléctrico, que afronta una auténtica revolución en cuanto a adaptación de las redes eléctricas. El sector debe ser garante no solo de la electricidad, sino también de una buena gestión de la misma en un momento en el que la electrificación es piedra angular del cambio de modelo energético, uno de los puntos clave del Plan de Regeneración, Transformación y Resiliencia "España puede".
En el Observatorio sobre Electrificación y Redes patrocinado por Endesa y organizado por El Economista, representantes de empresas del sector eléctrico se reunieron para compartir impresiones sobre los retos a los que se enfrentan y cómo aprovechar las oportunidades que el cambio requerido trae consigo. Como no podía ser de otra manera, se hizo referencia a estos fondos europeos. Y lo que se extrae de las distintas intervenciones de los ponentes es algo que ya habíamos oído a distintos representantes empresariales: hay esperanza y expectación, pero también una inquietud creciente por no saber cuándo se materializarán los Next Generation EU.
Para Íñigo Segura, CEO de Zigor, los fondos Next Generation "son una gran oportunidad, entre otras cosas porque ayudan a la gente a pensar en cuáles son los retos que quiere abordar y cuáles sonlas inversiones que considera más prioritarias o necesarias, y eso en sí mismo ya es una ayuda". El problema para Segura es que, cuando se hace esa reflexión y se tienen una serie de proyectos que hay que acometer, esperando que pueda venir una ayuda, se plantea la tesitura de embarcarse o no en esos proyectos corriendo el riesgo de no amortizar después lo invertido. Y por lo general, se tiende a esperar a cobrar a esas ayudas para llevar a cabo las acciones. Es decir: se frena la inversión a la espera de unos fondos que no tienen fecha concreta de llegada. "Estamos paralizando unas inversiones que de otra manera a lo mejor sí se habrían hecho". Un ejemplo concreto es el caso del hidrógeno verde que, si bien su mercado está aún lejos de desarrollarse, sí se sabe que necesita de unas tecnologías y unas inversiones que llevan tiempo; y "existen proyectos, pero se están retrasando a la espera de los ansiados Next Generation".
La preocupación de las empresas que dan soporte y soluciones a las eléctricas es cómo se despliegan esas ayudas a lo largo de la cadena. "Son grandísimas bolsas de dinero: los famosos PERTE en los que todos hemos participado... Pero hay que ver cuando lleguen, que esa incertidumbre sigue, aunque ya se empieza a desbloquear alguna cosa", señala Jorge Haya, Director comercial de Power Grid Automation de Ingeteam. "Parece que empieza a haber movimiento. Hay que ver cómo es el despliegue en toda la cadena, cómo es ese efecto tractor". Considera que el traslado a toda la cadena será difícil debido precisamente a la cantidad de dinero que supone.
Haya recordaba además otro punto importante: los tecnólogos, cuando trabajan con utilities de distribución, se rigen por planes de inversión que van acorde a la retribución, y el CAP de inversión está relacionado con el PIB: hay una limitación para la inversión que puede suponer un problema. Si bien es cierto que en un primer momento se dijo que los fondos Next Generation aumentarían el CAP de inversión, actualmente ni llegan los fondos, ni el CAP se ve aumentado. "Lo que llega a nosotros, por un lado, no sabemos cómo se va a desplegar, que serían los fondos, y, por otro lado, está cada vez más limitado lo que pueden invertir nuestros clientes".
"Yo me siento muy defraudado con este proceso", afirma Francisco Javier López, miembro de la Junta Directiva de ASEME, "Quizá porque se han levantado unas expectativas de regeneración y de inyección económica que está dilatándose demasiado en el tiempo y el efecto llamada se está diluyendo con demasiada rapidez. Todos hemos hecho los deberes previos: hemos participado en las manifestaciones de interés, en todas y cada una de ellas; hemos mantenido reuniones con los ministerios encargados, hemos creado proyectos para que se presenten en el Plan que se presentaba a Europa y que luego se canalicen a través de las diferentes actividades o líneas de actuación". Y, sin embargo, la respuesta que obtienen por parte de las autoridades es ambigua: se sabe que los fondos van a llegar, pero no se concreta cuándo. Quizá por contrapartida el sector empresarial esté vinculando muchas de las actuaciones que se les demandaban como sector para que acometiesen ciertas inversiones sin contar con estas ayudas que se les dijo que iban a ser facilitadoras. "Muchas de estas acciones las vamos a hacer por compromiso, pero no es lo mismo que nos pongan el caramelo en la boca y que posteriormente no tengamos capacidad", apunta López. Sin los fondos, muchas de las inversiones destinadas a transformar el modelo energético son casi inviables; el sector arriesga y lo hace en una situación de creciente incertidumbre.
"Creo que sería mejor arreglar cómo es la retribución, cómo vamos a funcionar de manera recurrente", apunta Íñigo Segura, "Definir el modelo de negocio, quién es el beneficiario y quién tiene que pagar. Y montar una estructura que funcione". Para Segura, es un error pretender hacer una transformación con unos fondos que se sabe que van a llegar, pero no cuándo, así como se ignora la eficacia que van a tener y que, tarde o temprano, se acabarán. "Cuando se acaben, ¿qué va a pasar?", se pregunta.
En su opinión, hay ciertos temas que trascienden a la problemática actual y son más de futuro, como es el caso de las nuevas tecnologías, en las cuales apostar ahora supone un nivel de riesgo elevado, y en estos casos las ayudas públicas son muy eficientes. Sin embargo, en la transición hacia un modelo energético más sostenible e inteligente tiene que construirse un nuevo mercado. Además, señala que en el caso de esta transición no se le ha explicado a la ciudadanía lo que cuesta. "Ahora estamos con el precio de la energía como está", recuerda, "pero, ¿lo hemos explicado bien?" Y lanza una reflexión: lo que vive el sector eléctrico es fruto de una toma de decisiones del pasado vinculadas a una estrategia cuyas consecuencias la mayoría de la gente desconocía.
El punto positivo lo ponían Paloma Sevilla, Directora general de la Asociación Española de Empresas de energía Eléctrica (AELEC), Ángel Colmenarejo, Director General de Iberia Arteche, y José Manuel Revuelta, Director general de Infraestructuras y Redes de Endesa. Sevilla recordaba que el 47% de la inversión de los fondos Next Generation está ligado a digitalización y descarbonización, los objetivos prioritarios del sector eléctrico. Colmenarejo, por su parte, afirma que "Tenemos muy claros los planes a largo y a medio plazo. Es decir, sabemos adónde queremos llegar a nivel de inversión en redes y en descarbonización. Esto es lo más difícil y ya lo tenemos". Falta que los fondos lleguen. Y José Manuel Revuelta se muestra confiado en la llegada de los NGEU, y en el impulso que supondrán para la transformación social y económica de nuestro país.
Sin embargo, a pesar de los anuncios de la Comisión Europea y del Gobierno, así como de los esfuerzos por parte de agentes públicos y privados, lo cierto es que los 10.000 millones que ya están aprobados todavía no se materializan. Ni se sabe cuándo lo harán.