
Dice un viejo proverbio chino que el sabio no dice lo que sabe y el necio no sabe lo que dice. En esto de la transformación digital ocurre un poco lo mismo. Toda la gente habla de una expresión que se ha puesto de moda pero no siempre lo hacen con conocimiento y convencimiento.
Por lo que vemos en el trabajo diario en Paradigma, por lo que nos piden nuestros clientes y por nuestra experiencia de haber ayudado a más de 200 compañías en sus procesos de transformación digital, cuando hablamos de transformación digital en realidad queremos decir muchas otras cosas: velocidad de desarrollo de las soluciones digitales, facilidad con la que los usuarios sacan provecho de esas soluciones o el impacto de las nuevas tecnologías y metodologías en las organizaciones y que están transformando sus negocios.
Por eso, hablar de transformación digital es hablar de innovación. Se calcula que el 80% de las compañías desarrollan sus soluciones con arquitecturas que a día de hoy están obsoletas. Les resulta más fácil mantener estructuras antiguas que adaptarse a nuevas tecnologías. Por el contrario, empresas digitales como Amazon son capaces de realizar más de 1.000 implantaciones en una hora y hacer uso de 10.000 servidores al mismo tiempo.
Dado que la capacidad de innovación parte de la agilidad para probar y descartar nuevas ideas rápidamente para dar con las que funcionan, ha llegado el momento de reinventar la fábrica: cambiar la forma de hacer las cosas en nuestra empresa con dos claros objetivos: mejorar el TTM (Time To Market) e incrementar la orientación al cliente.
En dos velocidades
Hablar de transformación digital es hablar de dos velocidades. Porque existen grandes dinosaurios que son incapaces de evolucionar digitalmente por su dinámica y estructura interna y les resultaría más fácil comenzar un proyecto de transformación digital a dos velocidades. Es decir, se trata de montar en paralelo a los equipos existentes un segundo equipo que use tecnologías y metodologías avanzadas que les permita desarrollar a velocidad de Internet, como hacen las empresas nativas digitales, mientras que, por otra parte, se mantienen equipos tradicionales a velocidad antigua para cosas que, en una primera fase, no necesitan ir a esta nueva velocidad.
El objetivo de este plan a dos velocidades, en el que se usan tecnologías y metodologías ágiles -PaaS, ContinuousDelivery...- es dejar de hacer despliegues manuales, integrar el control de calidad en el ciclo de vida de desarrollo y poder corregir un bug en una hora -o menos- y no tener que esperar dos semanas -o más- para ponerlo en producción. Hablar de transformación digital es hablar de cloud, un nuevo paradigma que está cambiando la forma que tenemos de entender el desarrollo del software. Tener una estrategia definida para cloud es imprescindible para ser competitivo tal y como demuestran las start-up nacidas y pensadas para Internet que están comiendo el terreno a compañías tradicionales, gracias a una estrategia basada en el cloud que les permite simplificar el manejo de la tecnología para centrarse en mejorar su negocio.
Capacidad de cambio
Hablar de transformación digital es hablar de orientación al cliente y customer experience. Es la capacidad y fluidez para adaptar rápidamente los productos al feedback de los clientes o a los cambios en el mercado. Hablar de transformación digital es hablar de tomar decisiones en tiempo real y analizar grandes volúmenes de información con todo tipo de datos y formatos.
En definitiva, hablar de transformación digital es hablar de cambio cultural. Ligado a ese cambio cultural están los nuevos roles de la transformación digital. En Paradigma nos encontramos con que uno de los errores más frecuentes en los procesos de transformación digital es asociar la responsabilidad del cambio a una sola área de la empresa -con frecuencia la de marketing o tecnología- o en un único responsable -denominado CDO o responsable digital-, en lugar de potenciar un equipo formado por siete perfiles profesionales impulsores de dicho cambio. Nos encontramos así con:
1. El CEO o director ejecutivo como impulsor de las estrategias fundamentales y decisor final de cualquier propuesta, el que hace avanzar la compañía hacia la innovación.
2. El jefe digital, quien guía hacía los objetivos fijados a toda la organización, dando coherencia al proceso una vez que las estrategias ya están propuestas.
3. El responsable de marketing que incluso adquiere un rol tecnológico como CTMO (Chief Technology Marketing Officer o Chief Marketing Technologist), cuyo objetivo es alinear la comunicación de la compañía y maximizar el uso de las herramientas tecnológicas disponibles para ello.
4. El encargado de la experiencia de cliente, que es el rol más demandado por las compañías que buscan una visión centrada en el cliente, y su papel es fundamental en el proceso de transformación digital ya que comprueba la experiencia del usuario poniéndose en su lugar.
5. El administrador de la tecnología, que es quien unifica todo el proceso y valora las oportunidades del proyecto, y cuyo papel no es cambiar de tecnología a la empresa sino de mentalidad.
6. El responsable de captar el talento, a los mejores profesionales y motivarles. No sólo el cliente es fundamental para la organización sino las personas que la desarrollan, el talento. Tanto es así que en Netflix hay un Chief Happiness Officer o un Chief Talent Officer.
7. El encargado que ajusta el ADN de la empresa y adapta la empresa a la filosofía digital para que esa metamorfosis sea coherente, se haga con naturalidad y facilite el proceso de digitalización sin perder la esencia de la empresa.
En resumen, transformación digital es hablar de hacer las cosas de una forma diferente. Al fin y al cabo, si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre obtendrás lo que siempre has obtenido. O como lo formulaba Einstein: "Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes".