
Un Suzuki Jimny. Ese fue el primero de sus cinco coches preferidos que mostró quien fue presidente de Toyota hasta abril de 2023. Las sorpresas no acabaron ahí.
Cada enero se celebra en Japón el Tokyo Auto Salon, un certamen en torno a coches preparados y de competición en Japón, que este 2024 ha dejado un rastro de perlas. El protagonista ha sido un piloto automovilístico, un tal Morizo, un japonés que dejó su trabajo en 2023, el año en que cumplía 67 años. "Siempre he soñado este momento, ya no soy presidente de Toyota, ni de la asociación de fabricantes japoneses de automóviles (JAMA). Soy una persona corriente a quien le gustan los coches", señaló.
Dicho esto, pero sobre el escenario de Toyota Gazoo Racing, la división deportiva de Toyota, empezó a repartir: "En Japón, en vez de tener expectativas sobre nuestro sector -el automóvil-, a menudo oigo a la gente decir cosas que me hacen pensar que quieren ver que esta industria cae".

Retirado a medias, ha dedicado el año a ir por los patios de los colegios a hacer exhibiciones de sus habilidades al volante -cuenta con el nivel máster, el máximo entre los pilotos de pruebas de Toyota- "para crearles recuerdos, el olor, el sonido, el polvo… son los futuros clientes y hay que mostrarles la diversión del automóvil".
Las baterías no son la solución
En Japón, Toyota no es una empresa más. Es LA empresa. Y las palabras de un expresidente son como un mantra. Y más cuando explica que empleará su tiempo para proteger al sector, "convencido de que los eléctricos de baterías no son la única solución para conseguir la neutralidad del carbono".
Por eso impulsó hace tres años el motor de hidrógeno: "Quería hacer algo como Morizo, el apasionado del automóvil, y le dije a Toyota que el motor de combustión todavía tenía algo que decir para conseguir la neutralidad en carbono… parece que va contra los tiempos actuales, pero no es verdad, es un paso necesario hacia el futuro".

En un mensaje nada velado a políticos y directivos de otras empresas, invitó a los 5,5 millones de personas que trabajan directamente para la producción de motores en Japón, a que "continuemos haciendo motores, vuestra contribución seguirá siendo necesaria... no dejaré que vuestros esfuerzos se desperdicien, nunca". Y pidió paciencia, "puede que pase tiempo hasta que veamos resultados".
Cabal, acabó bajando el tono, concediendo que algunos prefieren eléctricos, otros eligen híbridos, PHEV o hidrógeno, pero que da igual el motor, "el único enemigo es el carbono y, con eso en mente, a los amantes de coches hay que decirles que el futuro se construye juntos".
Buscando a esos que también son "amigos del automóvil" se explica que, sobre un stand de Toyota, entre sus seis vehículos favoritos mostrara un scooter Yamaha Vino, pues no todo el mundo puede, ni necesita un coche, o un Suzuki Jimny. Suzuki es una empresa familiar, que bien podría necesitar el paraguas de Toyota, como antes ocurrió con Daihatsu o con Subaru.

Por descontado, sus otros cuatro favoritos eran modelos Toyota. No podían faltar el Corolla (superventas durante años), el concepto Lexus LBX Morizo RR (como decía Enzo Ferrari, "el mejor, el que está por venir") y, sorpresa: el que fue más pequeño de los Toyota (el Toyota IQ, la competencia del diminuto Smart, pero ¡con tres asientos!) y también el más grande (el Toyota Century, un SUV rival del Rolls-Royce más vendido este año, el Cullinan). Eso sí, todos ellos con un atuendo deportivo, que por algo Gazoo Racing nació como niña de los ojos de Akio Toyoda, el presidente que quiso ser taxista, para pasar todo el día conduciendo.