
José-Martín Castro Acebes afronta como presidente de la Asociación Española de Renting de Vehículos (AER) una situación marcada por la alta inflación. Pese a esta coyuntura económica, el sector sigue ganando clientes e incrementando el parque de vehículos, aunque conseguirlos no está resultando sencillo. Tan solo hay dos magnitudes que están por debajo de los registros del año pasado: las matriculaciones y la inversión. El presidente de la patronal atiende a elEconomista.es para detallar cómo ve el futuro del sector en un momento delicado y que se sigue caracterizando por la falta de vehículos debido a la persistente escasez de semiconductores.
¿Cómo afrontan las empresas de renting la situación actual?
Están afrontándolo buscando al máximo sus capacidades de gestión. La situación actual, por empezar por la oferta de vehículos, es escasa. Lo que están es tratando de buscar cualquier tipo de networking y de posibilidades de localizar vehículos en el mercado español para poder atender la demanda de los clientes. Por otro lado, tratando de dar soluciones a los clientes porque, lógicamente, lo primero que tienen que hacer es que no se comprometa su movilidad, por lo que están inventando lo imposible con las extensiones de contrato, con todas las posibilidades que da el renting de usados, con todo lo que tiene que ver con la flexibilidad y con todo lo que ver con concatenar el vencimiento de un contrato con la sustitución por un vehículo nuevo. Es decir, esa es la otra prioridad vital para ellas. En resumen, están haciendo de amortiguador entre la oferta y la demanda.
En un contexto de inflación como el actual, ¿cuáles son las medidas de flexibilidad que están aplicando las empresas de renting?
Creo que al final la inflación súbita que se ha producido al final es un shock que todo el mundo espera que sea temporal. De alguna manera, la expectativa es que no tengamos una inflación estructural en los niveles actuales, sino que se vaya absorbiendo por las capacidades productivas y por la capacidad que tiene la demanda. En cualquier caso, hay una situación clara, lo vemos nosotros con las inversiones que, evidentemente, siempre se produce una cierta traslación hacia las inversiones que tienen que financiar las compañías de renting y eso por tanto los clientes lo estarán satisfaciendo en las cuotas. Evidentemente, mayores inversiones supondrá un mayor esfuerzo económico para ellos. Por otra parte, las compañías de renting lo que tienen que hacer y lo que tratan de buscar es conseguir que todos los servicios que están incorporándose con la operación de renting den esa estabilidad de precio. Está trasladando, de alguna manera, esa mejor gestión para que los proveedores de servicios también tengan, por un lado, carga de trabajo, pero evidentemente manteniendo durante el mayor tiempo posible el compromiso financiero para que no se altere el modelo en el que están asentadas. Al final es un esfuerzo ímprobo localizar coches, atender a los clientes que están sin coches y necesitan movilidad y, por otro lado, continuar con las políticas de estandarización que de alguna manera ayudan a que el sector pueda mantener esa estabilidad de la que ha hecho gala hasta ahora.
Se ha incrementado la vigencia de los contratos, ¿a qué se debe?
Creo que lo que está sucediendo es que la ausencia de coches y sobre todo lo complejo que está siendo conseguir los vehículos en el proceso de renovación produce un cierto sesgo hacia que la duración de los contratos en vez de acortarse, como sucedió en el pasado, tienda a alargarse moderadamente. En cualquier caso, así como en el pasado el dato de la duración media era muy importante porque el renting era más rígido, ahora ya no. El renting en sí mismo como producto, aparte de que hay compañías especializadas en el renting flexible, se ha flexibilizado también. Tienes un renting donde si firmaste 48 meses y te quieres pasar a los 60, lo puedes hacer. Si no tienes el nuevo vehículo y te lo tienen que extender algunos meses, lo pueden hacer sin problema. Hay una panoplia de posibilidades que hace unos años era impensable, entre otras cosas, no porque no se hubiesen ideado, sino porque tecnológicamente era tan complejo que no era interesante. Hoy en día como se ha avanzado tanto en los procesos de digitalización, conseguir estas cosas está más al alcance de las compañías y de los clientes.
¿Están imperando en el renting las políticas de flexibilidad?
Sí y creo que es generalizado en todas las compañías. Algunas han declarado expresamente que solamente están en el flexible, pero es verdad que esto se ha ido extendiendo a todas las compañías. Creo que al final el motivo es porque las compañías tienen muy claro que quieren gestionar clientes. Esto ha sido un salto conceptual muy importante donde se ha pasado de controlar todo lo que le pasaba al coche a convertirse en compañías que quieren dar respuesta a lo que les solicitan sus clientes. Esa necesidad de atender a lo que te piden les ha llevado a dar el paso de ir haciéndose cada vez más flexibles, de ir a ese modelo más basado en el pago por uso en los kilometrajes. Todavía no se está ahí, pero sí que hay muchas cosas para estar ahí. Se va avanzando en el ajuste del kilometraje, es un camino intermedio para llegar a una filosofía de puro pago por uso.
¿Hay demanda latente en el renting?
Sí. Lo que estamos viendo es que el interés en el producto no ceja. Hay un interés enorme. Lo vemos también en los pedidos que están acumulados y no entregados. Hay pedidos de contratos de renting que superan el año a la espera de que haya vehículos y eso todavía no está formalizado en operaciones. Es decir, el producto verdaderamente está en un momento donde tiene el interés tanto de los particulares como de las empresas.
Los clientes personas físicas ya suponen el 52% del peso de los clientes en renting, ¿cuál es el peso que estima que pueden tener este tipo de clientes?
Mucho. El crecimiento de los clientes en renting en los últimos años se ha multiplicado por cuatro y de ese crecimiento el 70% es el que denominamos el negocio de capilaridad. Con lo cual, en una situación de normalización de entrega de vehículos, lo que veremos es cómo esa parte de capilaridad, de particulares y autónomos y microempresas, no deja de crecer. Y va a ganar muchas posiciones con respecto a las empresas. Eso significa que en términos de flota las empresas van a seguir ahí, sobre todo las más grandes e incluyendo a las Administraciones Públicas, tienen 450.000-460.000 vehículos, pero iremos viendo cómo la bolsa de la capilaridad de los autónomos y particulares va a ir creciendo y va a ser el futuro del renting. Las empresas ya están todas las que tienen que estar, van a tener un crecimiento orgánico, muy moderado, de entre un 1% o un 2%, y el potencial de crecimiento en un mercado tan masivo como es el de la automoción con millones de clientes es dónde tenemos la gran oportunidad de crecer en los próximos años y con una línea de continuidad clara si las cosas van adecuadamente.
¿Qué previsiones de matriculaciones, clientes y parque maneja para el cierre del ejercicio?
Para el cierre la idea es seguir con el crecimiento de la flota del 8%, lo que son clientes el incremento se prevé en torno al 6% y en matriculaciones nos haría muy felices empatar con las 260.000 unidades del año pasado. Declaramos a mediados de año que al finalizar el ejercicio estaríamos por encima de las 235.000 matriculaciones. Si nos acercamos o llegamos a las 260.000 sería fantástico. Eso significaría que estaríamos empezando tal vez a sobrepasar este punto de incertidumbre con los vehículos y parecería que los fabricantes ya estarían controlando sus procesos de acopio y de fabricación.
¿Prevé que el peso del renting en las matriculaciones aumente o caiga?
El año pasado, si no hubiese sido por el renting, el mercado en España habría caído un 6%, aproximadamente. Afortunadamente, el renting fue capaz de absorber esos coches. Parece que la propiedad tampoco está absorbiendo. La propiedad va con su ritmo, con su demanda, las circunstancias de dureza financiera de la inflación y los tipos de interés no va a ayudar. El renting tiene más elementos para mitigarlo, más capacidad para que ese impacto quede difuminado o al menos neutralizado en parte.