Cuando llega el calor intenso, y este año parece que el verano se ha adelantado en España, es importante revisar una serie de elementos y seguir algunos consejos sencillos para evitar problemas en la conducción y en el deterioro del vehículo. Les contamos los más importantes.
Al igual que el frío, el calor es un claro enemigo de tu coche. Las altas temperaturas afectan al rendimiento del vehículo y pueden ser la causa de diversas averías en verano. El calor y el sol deterioran tanto la carrocería como el interior y son causantes de la pérdida de agua, aceite, líquidos de frenos… Del mismo modo, también la batería, los neumáticos y el motor sufren en exceso con las temperaturas altas.
Al estar expuesta directamente a la luz solar, la carrocería se sobrecalienta y la pintura va perdiendo intensidad con los años, más aún cuando el sol y el calor atacan con virulencia. Si no puedes aparcar bajo techo o en un lugar de sombra una buena solución será aplicar una cera protectora antes de que llegue el calor. La cera también preservará a tu coche de manchas difíciles como los dañinos excrementos de los pájaros, culpables de la rápida corrosión de la carrocería si no se retiran a tiempo.
Asimismo, el calor intenso afecta mucho a los neumáticos, y no solo por la exposición directa al sol. Rodar por un asfalto caliente, como está en verano, incrementa hasta 10º C la temperatura de la goma, lo que influye en su eficacia, los deteriora más rápidamente y además penaliza el consumo. A causa de este calor perderán presión y se incrementará la posibilidad de sufrir un pinchazo. Por ello es muy importante revisar la presión de inflado con cierta regularidad.
Pasar por un taller al llegar el calor nos ahorrará dinero de averías e imprevistos.
Del mismo modo, ese sol que pega en verano y que recalienta el coche deteriora las molduras, las gomas de las juntas de las puertas y hasta los plásticos de los faros. Y cuidado especialmente con las escobillas del limpiaparabrisas. Estas son unas de las piezas más sensibles tanto al calor como al frío ya que se cuartean y dejan de limpiar correctamente. Los expertos aconsejan cambiarlas al menos una vez al año y es un tema importante por la seguridad que aportan cuando funcionan correctamente.
Calor interior
Si hay una zona del vehículo que te afecta directamente cuando se ha recalentado ese es el interior. El habitáculo de un coche aparcado al sol del verano puede alcanzar una temperatura de hasta 60 grados. Esto, además de ser un inconveniente bastante importante para los ocupantes del vehículo, es un problema para los materiales de su interior. El salpicadero, el volante y los asientos asumen toda la radiación del sol y pueden llegar a quemar al tacto con las manos. Un buen parasol evitará muchas incomodidades al entrar.

En este sentido, es importante revisar los cristales antes del verano porque si presentan alguna micro rotura las altas temperaturas pueden deteriorarlo aún más y con ello no ser seguro.
La batería también se descarga
En cuanto a la mecánica, el calor afecta a las pastillas de freno porque pueden sobrecalentarse. Y en cualquier caso, con el calor del asfalto en verano, al frenar, la temperatura de los discos de freno aumenta y puede crear una situación de sobrecalentamiento del sistema y dejarnos sin frenos. Del mismo modo, los elementos electrónicos también pueden empezar a fallar por encima de los 50 º, y esta es una temperatura fácil de alcanzar cuando se aparca al sol durante varias horas en verano.
Esto mismo sirve también para la batería. A todos nos ha pasado alguna vez que en días de mucho frío no hemos podido arrancar el coche porque la batería se había descargado. Pues bien, esto también puede suceder en épocas de mucho calor. El fallo de la batería con calor extremo es una de las averías más habituales en la carretera en estas fechas. Hacer una parada en el viaje y que luego no arranque el coche es más habitual de lo que parece. Además, el calor acelerará su deterioro. Por ello, conviene revisar el estado de la batería no solo al llegar el invierno sino también en verano.
El motor también puede verse afectado por el calor ya que las altas temperaturas exteriores hace que se produzca una peor combustión en los cilindros. Eso afecta negativamente a la potencia, que puede disminuir hasta un 15 %. Esa pérdida de eficacia también hará que se incremente el consumo de combustible.
Aire acondicionado en forma
Por supuesto, un elemento que no hay que dejar de poner a punto al llegar el verano es el climatizador o el sistema de aire acondicionado de nuestro vehículo. Si lo has utilizado durante todo el año, es posible que esté en mejores condiciones que si lo has tenido apagado durante el invierno. Pero tendrás que limpiar o cambiar el filtro, porque con la polución habrá ido acumulando impurezas que acaban llegando al habitáculo.
Del mismo modo, hay que revisar el nivel del líquido refrigerante del sistema y reponerlo si es necesario ya que es muy común que se evapore con el calor. Si no hacemos estas revisiones sencillas, el equipo acondicionador no funcionará en buenas condiciones y la calidad de vida a bordo de nuestro vehículo descenderá notablemente.