
La vuelta en V que ha completado esta semana la bolsa estadounidense, recuperando los máximos históricos de septiembre de 2018 tras el punto de inflexión de la Navidad, donde se había desplomado un 20 por ciento, tiene una explicación: pensábamos que íbamos a una recesión y ahora la economía se ha instalado en una desaceleración.
El temor a una recesión que se vivió en bolsa el 24 de diciembre tuvo paralelismos a los de Lehman. En los titulares de la prensa llegamos a hablar de que el miedo a que se cerraran los mercados de deuda había colapsado las bolsas. El propio secretario del Te-soro de EEUU, Steven Mnuchin, se dedicó a llamar a todos los consejeros delegados de los seis principales bancos estadounidenses para conocer su liquidez. No podía ser bueno.
Semanas después confirmamos que había sido un síntoma, pero no había fiebre. No como con Lehman, que como dijo el entonces secretario del Tesoro, Henry Paulson, fue "un síntoma y no una causa". El ex Goldman Sachs también dijo entonces que "dentro de 10 años, nadie escribirá la historia de esta crisis diciendo que se debió al hundimiento de Lehman". Hoy da clases en la Universidad de Chicago, pero podría también leer las cartas en una tele de madrugada.
Para todos, Lehman provocó el colapso de todo el sistema bancario, al cerrarse los mercados de financiación, convirtiendo el temblor financiero en un tsunami. Paulson dijo, en un principio, que en ningún momento le pareció "apropiado dedicar dinero de los contribuyentes para Lehman", después de llevar tiempo animando a su director general, Richard Fuld, a encontrar un comprador. "No teníamos competencias, por ley, sólo podía ayudar a Lehman con un préstamo si el banco tenía suficientes activos buenos como aval, y no los tenía", ha escrito Paulson.
Aunque la Fed había contribuido a rescatar a Bear Stearns –y le faltaban pocos días para auxiliar a la aseguradora AIG–, el secreto de si el colapso de los mercados se pudo evitar ha quedado en el limbo. Bank of America y Barclays, que acudieron al posible rescate de Lehman, no recuerdan que Paulson mencionase la garantía no respaldada al banco. Quizás si esta se hubiese producido expresamente, la historia habría cambiado. El presidente de la Reserva Federal de Nueva York, Timothy Geithner, mostró claramente la oposición a un intervención pública. Mensaje que propició que Bank of America salvase Merrill Lynch, que aceptó una absorción, y Barclays saliera de la ecuación.
La lentitud en la reacción también es otra de las causas achacables al colapso. "Ben (Bernanke) me preguntó si estaba dispuesto a ir al Congreso con él", recuerda Paulson, "y yo le dije: "Vale, soy tu socio. Iré al Congreso".
La Cámara de Representantes aprobó su plan y dio instrucciones para utilizar los 500.000 millones para recapitalizar el sistema bancario. Pero fue un titular tardío, que no se había dado antes en el Congreso.