
Quedarse al calor de las ganancias que está arrojando la renta fija a los inversores tenía -y tiene- el riesgo de dejar quemaduras. Al igual que las bolsas, la deuda acumula un importante rally este año que ahora aviva el Banco Central Europeo (BCE) tras virar su política hacia una postura más acomodaticia ante la realidad económica que ya reflejan sus nuevas proyecciones. Pero mientras haya leña (tipos al 0% durante más tiempo y más liquidez al sistema), parece que el fuego no se apaga.
Las rentabilidades que ofrece la deuda pública europea en el mercado secundario -en el que cotiza una vez que es emitida- llevan semanas a la baja. Estos rendimientos, que caen cuando el precio sube dejando así ganancias a los bonistas, se estaban acercando a los niveles más bajos vistos en la historia, y este jueves ese hito se ha quedado muy cerca para algunas de las principales referencias de la zona euro.
La rentabilidad del bono español a 10 años ha pasado del 1,11% al 1,04%, niveles de 2016 con los que se queda a solo 16 puntos básicos de los mínimos históricos que alcanzó precisamente en otoño de ese año, cuando Mario Draghi, presidente del BCE, decidió fijar el precio del dinero en el 0%. Este menor interés exigido a la deuda española se traduce en que ya cosecha ganancias del 3,3% por precio este año.
El rendimiento de la deuda alemana a una década también ha seguido a la baja, al reducirse del 0,126% al 0,067%. En su caso, para regresar hasta los mínimos históricos, de julio de 2016, debería situarse en negativo, como ya cotizan todas la referencias a menos plazo, hasta los 9 años. En concreto, los inversores estuvieron dispuesto a pagar hasta un 0,189% por aparcar su dinero a 10 años en el considerado activo más seguro.
En el caso de Portugal, el bono a una década sí revalida otro mínimo histórico, como venía ocurriendo en las últimas jornadas, al situarse la rentabilidad en el 1,34%.