
Los inversores españoles tienen objetivos 'imposibles': piden al mercado rendimientos de entre el 9 y el 11% anual con carteras conservadoras. Perfilar adecuadamente al cliente puede ser clave para evitar esa descorrelación entre deseos y realidad.
Tras un 2017 extremadamente fácil y un 2018 mucho más complejo -y que ha supuesto un auténtico shock para muchos inversores-, las expectativas de rentabilidad siguen lejos de la realidad. Y, según los datos de la Global Survey of Financial Proffessionals de Natixis, la brecha entre lo que se desea y lo que se obtendrá es especialmente grande entre los inversores españoles. La encuesta, realizada en marzo de este año -cuando la guerra comercial ya había empezado, pero quedaban por aparecer otros muchos riesgos en el mercado-, se realizó entre 2.775 profesionales financieros en 16 países; y, entre todos ellos, España es el que presenta la mayor distancia entre aspiraciones y realidad.
En concreto, los clientes de este país desean obtener un 10,9% anual, mientras que los gestores sitúan la "expectativa realista" en el 4% (ver gráfico). La siguiente mayor brecha la presenta el mercado de Hong Kong, seguido del británico; en este último, el ahorrador espera un 9,7% y el mercado le dará, previsiblemente, un 4,3%. En el Viejo Continente, el 9,3% anhelado por los italianos choca con el 4,5% que prevén los expertos, mientras que el menor gap lo presenta Francia, donde los datos son del 7,9 por ciento frente al 5,3%; y los alemanes explican a sus clientes que no ganarán un 8,7%, sino un 5,3 por ciento; la brecha en el mercado germano también está entre las más bajas. En el primer mercado del mundo, Wall Street, la distancia es también muy inferior a la de España: el cliente espera un 9,8% y el gestor calcula un 6,3%.
"Ocho de cada diez encuestados [en España y en el resto de mercados analizados] consideran que el prolongado mercado alcista que se ha vivido ha creado unos inversores más complacientes con el riesgo", rezan las conclusiones del estudio. Ese mismo porcentaje, añaden desde la entidad, cree que los clientes no son conscientes del riesgo hasta que éste ha hecho mella en sus carteras. Por eso mismo, agregan, "los inversores podrían encontrarse frente a una tormenta perfecta" en momentos de mercado bajista. Pero se muestran confiados: pese a que siete de cada 10 admiten que no pueden afirmar que el mundo actual sea más seguro que el de hace diez años, ese mismo número, siete de cada diez, "se sienten seguros en relación con sus finanzas".
Desde la gestora británica Schroders también ven irreales las expectativas de rentabilidad anual de los españoles que, según su último Estudio Global de Inversión, lanzado este mismo mes, se sitúa en el 9%. Un objetivo difícil de alcanzar si se tiene en cuenta que, en los últimos diez años, un índice como el MSCI World ha arrojado un rendimiento anualizado del 8%, y el Stoxx 600 europeo un 5,5%.
Errores al 'perfilar' al cliente
En opinión de Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis, es posible que parte de ese desacoplamiento entre deseos y realidad tenga que ver con un erróneo perfilado del cliente. En momentos de mercado como los que hemos vivido, con la renta fija ofreciendo pírricas rentabilidades, "hay quien se ha ido desplazando del perfil conservador al moderado, lo que implica doblar su exposición a bolsa y asumir mucha más volatilidad... y cuando han llegado las caídas en octubre han sufrido mucho", explica. "Para un agresivo, perder un 14% es grave, pero ya le ha ocurrido más veces; por el contrario, para un conservador perder un 3% es una tragedia", añade Víctor Alvargonzález, socio director de Nextep Finance. Y, al mismo tiempo, quien aspire a obtener rendimientos elevados debe aceptar que tendrá que asumir más riesgo. Fernando Luque, de Morningstar, es partidario de que los perfiles sean flexibles, menos encorsetados, ya que, en su opinión, el inversor cambia su punto de vista en diferentes momentos de mercado.
Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank España, considera que los inversores ya están aterrizando y dándose cuenta de que las altas rentabilidades sin riesgos son cosa del pasado. Explica que la gran diferencia entre un muy mal año 2018 y el también malo 2008 es que "hace una década, los mercados también cayeron pero la mayor parte de los clientes no lo notaron porque tenían depósitos que pagaban muy bien"; y ahora, por el contrario, "son los clientes más conservadores los que más están sufriendo esa nueva realidad".
Los expertos de Schroders también aluden a la descorrelación entre el perfil del inversor y sus metas de rentabilidad. Destacan que los ahorradores de este país tienen casi la mitad de su cartera (el 49%) en inversiones de bajo riesgo -más que la media europea, del 45%, y sólo por debajo de Italia y Portugal-; y, además, están por encima de la media en su exposición a efectivo, al que destinan un 27% de la cartera en comparación con el 25% medio en Europa. "Con este enfoque tan conservador", se señala en el estudio, "es sorprendente que las expectativas de rentabilidad anual de los españoles se sitúen en ese 9%, una cifra que no se ajusta a la realidad". Desde la misma gestora, Charles Prideaux, responsable global de Producto y Servicios, se muestra preocupado por la "complacencia"" de los inversores. "Vamos a ver retornos más bajos a lo largo de la próxima década, pero no son conscientes de ello", advierte. "Sólo los emergentes lo harán mejor en los próximos diez años que en los diez últimos; de ahí la importancia de la gestión activa", apunta.
El otro problema al que aluden los expertos es la incultura financiera. "Las expectativas que tienen muchos inversores están formadas desde el desconocimiento", señala Perea; "Y es paradójico, porque precisamente ahora tienen a su disposición mucha más información de la que tenían los gestores hace veinte años", añade Luque.
¿Un inversor condenado frustrarse?
"Un inversor bien asesorado sabe qué puede esperar de cada tipo de activo y no será excesivamente optimista, de modo que no debería acabar frustrado", comenta Marta Díaz-Bajo, directora de análisis de Fondos de atl Capital. "Parte de la culpa es nuestra por no ser capaces de explicarles correctamente las expectativas", añade. La otra parte de culpa, señala, la tiene el cliente que, llevado por su escasa experiencia, hace oídos sordos a los pronósticos de rentabilidad que le trasladan desde la entidad. "Especialmente, los conservadores, que hasta hace muy poco entraban sólo en depósitos", señala la experta.