
Nuevo Gobierno... y nueva reforma fiscal. Desde la primera y gran transformación que sufrió el IRPF en 1991, durante la cuarta legislatura de Felipe González al frente del PSOE, todos los gobiernos que le han sucedido han realizado cambios en el impuesto, sin excepción. Y también lo han hecho en lo referente a una de las partes que incluye, las rentas del ahorro; es donde se gravan las plusvalías obtenidas en depósitos, renta fija, fondos de inversión, dividendos y en la venta de inmuebles o acciones, entre otras.
El equipo de Pedro Sánchez está trabajando ahora en una nueva modificación, que también afectaría al ahorro. De momento, la propuesta que se ha adelantado es la de elevar el tipo general del IRPF para las rentas altas -se ha hablado de un umbral de más de 150.000 euros, aún por concretar-, con lo que se recaudarían, calcula el PSOE, 400 millones de euros. Se sumarían otros 1.500 millones, prevén, si se equipara la tributación de las rentas del ahorro para quienes ingresen en total esa cantidad y obtengan rendimientos del capital por encima de 50.000 euros.
La idea es mantener la escala actual de un 19 por ciento para los primeros 6.000 euros obtenidos y del 21 por ciento para los siguientes 44.000 euros, hasta 50.000 euros; y cambiaría el 23 por ciento que grava a partir de 50.000 euros para aquellos que tengan una base conjunta superior a 150.000 euros, que, en la práctica, sería casi la totalidad.
Unidos Podemos, con quien el PSOE debe negociar el cambio, ha planteado que el tipo suba al 30 por ciento para rentas de más de 300.000 euros, mientras que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no ha especificado un porcentaje, aunque llegó a apuntar a que se situaría entre el 27 y el 30 por ciento para más de 150.000 euros Los Técnicos de Hacienda (Gestha) prevén que afectaría al "0,44 por ciento de los perceptores de las mayores rentas del capital, 86.198 personas", y calculan que el tipo nuevo, para recaudar 1.500 millones, sería del 29,5 por ciento para ingresos totales de 150.000, una cifra histórica.
Lo que al final se busca es una mayor imposición para las rentas altas no solo por los rendimientos del trabajo, sino también los que provengan del patrimonio, ya que hay personas que perciben sus rentas (casi) íntegramente del capital. Por ejemplo, vía dividendos si se tiene un elevado capital invertido en acciones. El debate de fondo es el de equiparar las rentas del ahorro con las generales.
José María Mollinedo, secretario general de Gestha, ve positiva esta discusión, pero cree que "la formulación tiene deficiencias", ya que provoca saltos de escala. Por ejemplo, explica, puede ocurrir que una persona con 70.000 euros en rentas del ahorro y unos ingresos totales de 149.000 euros tuviera que tributar por el 23 por ciento y para una con 51.000 euros en plusvalías del capital con 151.000 de renta total se aplicara el nuevo tipo. Por ello, cree que "no va a ser la última decisión al respecto". Mollinedo defiende otras fórmulas, como que los más de 50.000 euros se sometan al 23 por ciento o al tipo medio de la renta general (el mayor de los dos) para evitar así saltos de escala. Otra cuestión que plantea es rebajar el umbral de 50.000 euros del último tramo, más en línea con la cifra del periodo 2012-2014 (ver gráfico).
Cómo ha cambiado la tributación
Las rentas del ahorro no siempre han estado separadas, se diferenciaron de las generales del IRPF en 1996, cuando el Partido Popular de José María Aznar ganó las elecciones. Durante su última legislatura, Aznar las bajó en dos ocasiones, hasta dejarlas en un mínimo histórico del 15 por ciento en 2003. Después de tres años en el Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero elevó la presión fiscal al ahorro en dos ocasiones, y fue en esa última cuando distinguió en dos tramos en función del importe de las plusvalías.
Con la llegada del Partido Popular se establecieron tres tipos distintos. El Gobierno de Mariano Rajoy, con Cristóbal Montoro como ministro de Hacienda, llevó a cabo una nueva subida de impuestos en 2012, hasta situar la tributación del ahorro en niveles nunca vistos en la democracia (21-25-27 por ciento). En la última reforma fiscal de 2015, también liderada por Rajoy, se anunció un recorte progresivo de la escala hasta dejarla en el 19-21-23 por ciento actual. Y fue en esa última reforma cuando también se modificó el tercer tramo para que en lugar de aplicar el tipo alto a partir de 24.000 euros, que afectaba a más contribuyentes, se hiciera desde 50.000 euros.
Pero, ¿qué consecuencias podría tener en el ahorro si sale adelante esta nueva propuesta? "El inversor es más afín a los productos financieros que permiten un diferimiento de la tributación en el tiempo, como pueden ser los fondos de inversión, por lo que un incremento de la carga impositiva sobre los rendimientos del ahorro conllevaría una mayor sensibilidad del inversor hacia estos productos", opinan desde el Área de Planificación Patrimonial de Mirabaud.