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Guerra y capitalismo

Es muy conocida la famosa obra de Werner Sombart, Guerra y capitalismo, que en español tuvo en 1943, en la Colección Europa, una excelente versión del alemán debida a Julián Marías. Cuando se repasan las raíces que motivan la creación de un fuerte distrito industrial en Asturias, haciendo reales los deseos expuestos por Jovellanos, destaca el papel que tuvieron planteamientos muy variados, van desde descubrimientos mineros al ambiente general en la época de la Revolución Industrial, pero también cuestiones derivadas del intento de resolver problemas militares españoles.

Esta cuestión ha sido estudiada, dentro del conjunto del análisis de la industrialización del Principado en agosto de 2018 en un curso dirigido por el profesor Mario Díaz dentro del conjunto de los Cursos de La Granda. Concretamente reunió nada menos que doce monografías en torno a esos problemas, pero evidentemente destaca el papel que se evidenció en el análisis de una cuestión muy concreta mostrada a partir del siglo XIX. La mencionada cuestión acabó acelerándose por la combinación de cuatro factores: en primer lugar las ampliaciones portuarias que se enlazaron con numerosas líneas ferroviarias; además, el papel creciente del carbón en el conjunto de nuestra economía; no se olviden tampoco las decisiones relacionadas con las situaciones bélicas del momento y, finalmente, con una llegada de empresarios y capitales, en parte atraído por esas tres realidades

anteriores. Y dentro de esa realidad destacan, y merece la pena señalarlo, los datos sobre la relación especialmente fuerte entre las realidades bélicas y el resto de los motivos indicados, dando la impresión de que el gran motor del cambio era precisamente las situaciones asturianas de guerra y capitalismo.

Por eso debe destacarse de qué manera así fue posible crear una fuerte industria química. Lo señala en este documento Eusebio Abascal Llano-Puente en su trabajo La industria de explosivos en Asturias, poniendo de relieve el papel inicial que en ese sector generó el ingeniero de minas belga Joannes Dionisius Thiry Delmalle, "que había llegado a Asturias en 1847 para trabajar como subdirector de la fábrica de cañones de Trubia" y desde allí percibió "las posibilidades mineras de Asturias". Por ellos pasó a dirigir la mina de Arnao, que era ya de la sociedad belga denominada Real Compañía Asturiana de Minas, donde permaneció hasta 1862. Pero el conflicto carlista impulsaba de modo creciente la demanda de explosivos, y además Asturias se encontraba muy alejada de los focos más importantes de la contienda. En 1866 se expone en este trabajo que Thiry regresa a Asturias y en La Manjoya en la cercanía de Oviedo, funda la Fábrica de Pólvora de La Manjoya, para producir el producto químico llamado pólvora "a escala industrial".

En ese estudio se muestra de modo claro que así se dio origen al papel de otro ingeniero de ascendencia francesa, José Tartière, que estaba ya vinculado a actividades mineras, y a industrias asturianas al fundar la S.A. Santa Bárbara, que comenzaría a tener un fuerte desarrollo ya liquidada la guerra carlista, en 1882.

Esta entidad inició un proceso de cartelización que afectaba a partir de la S.A. Santa Bárbara también a la Fábrica de La Majoya, así como de otras empresas relacionadas con Tartière, dando origen al Sindicato General de Fabricantes de Explosivos, a partir del cual Pedro Errazquin en 1896, que por otra parte estaba ligada a un conjunto empresarial asturiano que sería muy importante en el futuro, como por ejemplo Hidroelectrica del Cantábrico y el Banco Asturiano de Insdustria y Comercio. Y de ahí también procedió nada menos que la aparición, en ese conjunto financiero, en 1896, de la Unión Española de Explosivos (UEE).

La base del desarrollo de esta entidad se expone con claridad en ese trabajo. En 1897 –recordemos la fecha en relación con la guerra de Cuba se logra que, tanto Cánovas del Castillo como Sagasta concedan a la UEE por veinte años el monopolio de fabricación y distribución de explosivos en España. Para la industria nacional esto significaba "la subida de precios y la baja calidad del producto" ante la fuerte ofensiva contra este monopolio, "el frente legal de la UEE contrató los servicios de Raimundo Fernández Villaverde y Antonio Maura". En ese trabajo queda expuesta, a continuación, la ampliación en el ámbito militar y en el productivo industrial, así como en el de la fabricación de fertilizantes de una de las grandes realidades capitalistas industriales españolas.

Todo lo que desde ahí y hasta ahora ha ocurrido en el mundo de la industria química española, ¿se explica olvidando la realidad bélica inicial que comenzó en La Manjoya como consecuencia derivada de la guerra carlista? El mensaje de Sombart resplandeció así en Asturias para toda España.

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