Bolsa, mercados y cotizaciones

Los errores que cometí al hacer mi cartera (III)

El nudo gordiano de una cartera reside en seguir un plan en función de los objetivos de rentabilidad que hemos definido y ejecutarlo. Para mí hay dos partes. La táctica, que es lo que se aprende rápido, que es saber qué hacer cuando hay algo que hacer. Y la estrategia, que es lo que cada inversor particulariza, que consiste en hacer cosas cuando no está tan claro qué hacer. Aquí recuerdo la importancia de la marinera expresión de ponerse al pairo, gestionar la liquidez, porque una parte sustancial de la rentabilidad de una cartera no se cosecha, se barbecha.

Es algo muy parecido a lo que hace un agricultor, que sabe las fechas para sembrar y cosechar, pero que, en función de la climatología y su propio criterio, decide coger a veces los tomates verdes o apurar hasta el punto óptimo de maduración.

En cuanto a la táctica, el manual es el que utilizamos todos. Escoger valores con una clara recomendación de compra de analistas de mercado. Poner órdenes condicionadas en soportes y resistencias, y stops de protección (tanto de pérdidas como de ganancias). Buscar peres de compañías con beneficios crecientes y estables por debajo de 12, como defiende García Paramés. Seleccionar rentabilidades por dividendo entre el 4 y el 5 por ciento, en empresas con beneficios creíbles, para dar estabilidad a las carteras. Todas estas elecciones son el A,B,C de la selección de valores, pero la utilización de todas ellas no supone ningún elemento diferencial de rentabilidad frente al mercado. Y, lo más importante, no garantizan la tranquilidad como estado perfecto en el que resistir una crisis, que tardan en llegar, pero cuando llegan se producen con más rapidez de lo que uno pueda imaginarse. Uno no empieza a ser inversor hasta el día que, sin saber si se ha equivocado, vende una parte de su cartera asumiendo una pérdida para evitar otras mucho mayores. Quien tiene liquidez siempre puede recomprar.

En cuanto a la estrategia es donde muchos decimos que somos inversores valor, pero ninguno hacemos exactamente lo mismo. En mi caso publiqué el pasado año en Inversión a fondo uno de los criterios que en elEconomista defendemos para nuestra selección estratégica. El PER Conde, que recoge las estimaciones de crecimiento del beneficio neto de una compañía a dos años vista, más la rentabilidad por dividendo estimada, ajustada por el multiplicador de beneficios que se paga en mercado. Si el cociente es positivo es una invitación a mirar el título. La ecuación rentabilidad riesgo del título es la siguiente pregunta en la estrategia. Alguien que escribía con un seudónimo tan liberal como Adam Smith dice que si no sabes quién eres, el mercado de valores es un sitio muy caro para descubrirlo.

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