Bolsa, mercados y cotizaciones

Bancomer nunca fue una decisión de Francisco González

En Versalles, Luis XIV recibía a los embajadores. Dependiendo de cómo fuesen las conversaciones les hacía pasar a una sala a la derecha o a la izquierda, adonde se les condujese significaba la guerra o la paz. A comienzos del año 2000, pocos meses después de un intensivo road show por la fusión de BBVA y Argentaria, en el nuevo banco se peleó sobre la conveniencia de dos adquisiciones. Por un lado, estaba la pilotada por el recientemente nombrado presidente, Francisco González, que venía de la presidencia de Argentaria, de comprar el tecnológico First-E, en Irlanda, junto a Telefónica (con Terra). Eran los tiempos en los que todavía no había pinchado la Burbuja.com, de la foto que luego persiguió al consejero delegado de BSCH, Ángel Corcóstegui, tras liberarse de la corbata y ponerse una gorra de Patagon el día de su adquisición, y decir que "el banco entraba en la nueva economía". La segunda opción sobre la mesa la capitaneaba Pedro Luis Uriarte, entonces consejero delegado, y suponía la adquisición de Bancomer. Un banco que había sido privatizado por la Administración de Salinas de Gortari, con una cuota de mercado y un margen de explotación parecido al Banesto comprado en subasta por el Santander. Pero el mal endémico de Bancomer es que era una hipoteca viciada por el 'Tequilazo del 94'.

Al final, como el rey Sol, para acabar colegiando que el estado soy yo, Francisco González aceptó que es la impaciencia por ganar lo que te hace perder, y puso en marcha una ampliación de capital para acometer la adquisición del First-E y Bancomer conjuntamente. Para mayor de las dificultades, en la compra de Bancomer se metió por medio Banamex, encareciendo la compra del banco. Se mandó a Emilio Ybarra a México, para que convenciese, entre iguales, que los vascos eran de los suyos en México, y la operación no deseada por González se cerró. Era tan desigual la percepción que se tenía de ambas operaciones, que incluso se dudó entre comunicar primero la buena y posteriormente la mala, o viceversa, y al final se optó por ambas a la vez.

Poco se puede contar más de lo que ocurrió años después. First-E nunca fue lo que se esperó, se convirtió en Uno-E, y acabó integrado en ese frontispicio que preside todo en BBVA que es la digitalización. México y Bancomer son ya el pasado, el presente y el futuro de lo que es BBVA. Gracias a México, como el Santander a sus negocios internacionales, los dos grandes bancos españoles se han acostumbrado a vivir sin ganar dinero en España.

El ganador se lo lleva todo, y el triunfo lo capitaliza González (aunque quizás su mayor acierto fuera echarse atrás cuando iba a lanzar el penalti por BNL en 2005). Cuatro años más tarde, traicionó a Goirigolzarri, al cumplir los 65 años, cuando dijo que se quedaba. BBVA ya controlaba la mayoría de Bancomer, porque alguien había decidido que no tenía sentido trabajar el 100 por cien para quedarse solo con el 30 por ciento del beneficio.

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