Ante la disparatada política, en todos los sentidos, que se desarrolla desde hace muchos años en Venezuela por el chavismo, y ante él impulso hacia un auténtico caos económico que le ha generado la presidencia de Maduro, el pueblo ha reaccionado de un modo lógico: una masiva emigración, sobre todo a la frontera con Colombia. Mas, simultáneamente, el mundo intelectual no se ha callado. Su reacción acabamos de presenciarla en Madrid con las aportaciones que destacados miembros de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela, y de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Venezuela han efectuado en Madrid, en octubre de 2017, como se recoge en el volumen "Actas del I Encuentro Iberoamericano de Academias" (Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 2018). Y lo que entonces se expuso de modo científicamente impecable, se ha visto ratificado por este libro. Todo aquel que desee conocer esta realidad –empresarios, economistas, políticos, amantes de Venezuela y, desde luego, los propios venezolanos deben, no ya consultarlo, sino tenerlo de libro de cabecera.
Como simple muestra del valor de esta aportación, expongo algunos párrafos, pero los encabezo con lo que señalan Sary Levy Carciente, Ruth de Krivoy y Tamara Herrera, bajo el título de "Reforma financiera para Venezuela; estabilidad e inversión", en la pág. 297 sobre el modelo político-ideológico básico del "autodenominado socialismo del siglo XXI", desde 2016. La "muestra de su fracaso se expone al evaluarse en múltiples aspectos, siendo el colapso económico y su impacto social los que claramente quedan expuestos". Un ejemplo lo tenemos en el cuadro 1 de la pág. 305. En 1988 el sector bancario tenía 162 entidades; en 2016 solo quedaban 32, y por ejemplo "entidades de ahorro y préstamo" que había 26 en 1988, en 2016 no quedaba ninguna. Y como se señala en esta aportación en la pág. 323, "para construir la estabilización macroeconómica de Venezuela es indispensable restituir la autonomía efectiva del Banco Central de Venezuela, bloquear el uso de su capacidad de creación de dinero como herramienta política", entre otras medidas.
Pero, ¿cómo sería posible dejar a un lado otra cuestión central, como es la que exponen en la pág. 59-97 Asdrúbal Oliveros y Carlos Miguel Álvarez, bajo el título "Venezuela: un balance del socialismo del siglo XXI"? Mejor complemento al resto de las importantes aportaciones resulta imposible el concebirlo. En esta aportación, queda ya claro el papel central, que se evidencia en el conjunto de estos enlaces que tiene en la economía venezolana toda con el petróleo, como se indica en esta aportación, en la pág. 77, que es ampliada en el muy valioso trabajo de Luis Olveros y José Manuel Rodríguez-Grille "¿Qué hacer con el ingreso petróleo?"(págs. 153-209). Aportación ésta completada con una bibliografía valiosísima, y en el que impresiona el análisis que se hace de las instituciones venezolanas. Ofrece la explicación, de modo exhaustivo, de que "las instituciones venezolanas salen muy mal paradas a la hora de revisar las diferentes medidas" que sobre su calidad se hacen para un conjunto de actividades, por lo que se concluye que "sin una mejora drástica en la calidad de las instituciones venezolanas, no importa que tengamos más de 300.000 millones de barriles en reservas petroleras dado que con las instituciones débiles con las que contamos hoy, no seremos capaces de conseguir un buen equilibrio mediante el cual esa riqueza en petróleo, buenas instituciones y crecimiento se refuercen mutuamente".
Y la raíz de todo obliga a un feroz ataque a las personas, base de la actual política venezolana. Con el resultado, como señala Roberto Casanova, en "Propiedad, libertad e inclusión. Aportes para el debate público", un análisis completísimo que se hace en las págs. 415-464, señalando en la pág. 449 que "resulta importante diferenciar entre lo que el régimen socialista ha pretendido hacer y lo que efectivamente ha logrado. No ha podido crear una economía socialista, pero sí una economía distorsionada y corrompida". Un buen colofón.