Bolsa, mercados y cotizaciones

Tras una insinuación de Keynes

En junio de 1930 pronunció Keynes una conferencia en Madrid titulada luego definitivamente por él, "Las posibilidades económicas de nuestros nietos". Pronosticó y acertó que éstas iban a ser extraordinarias. Y añadía una innovación, pero eso no parecía que era de gran importancia, al señalar que pensaba "con temor en el reajuste de los hábitos e instintos del hombre corriente alimentados por incontables generaciones" creadoras de valores a los que se podían, equivocadamente, considerar que eran, incluso, intolerables.

La realidad del crecimiento económico y del derivado bienestar material se produjo. En 1968 habían aparecido en mil lugares, y también en el ámbito universitario, los nietos que, en el caso de España lo eran, de entre otros abuelos, de los que habían escuchado las palabras de Keynes en la Residencia de Estudiantes, o leído sus declaraciones a Olariaga en "El Sol". A pesar de los traumas bélicos vividos, de acuerdo con las estimaciones de Angus Maddison, de 1930 a 1968 se había un poco más que duplicado la renta por habitante, tanto en España como en Francia. Y este impulso parecía, incluso ser más fuerte en el ámbito familiar del que procedían los estudiantes universitarios. Parece intuirse con claridad si, junto con tener en cuenta los índices de Gini, se analizan los datos de la educación en Francia y en España tal como se ofrecen por Eurostat en la publicación "Sustainable development in the European Union", edición de 2017, apartado "Quality education in the EU" (págs 91-103).

Y eso enlaza con una valiosa aportación del profesor Elorza. Como éste señala, una y otra vez, lo que se inicia con claridad con el alzamiento universitario de 3 de mayo de 1968, que continuó con la ocupación estudiantil de edificios universitarios del 13 de mayo, y como añade Elorza, "con la introducción, en el orden del día de proyectos utópicos", que en este libro se exponen ampliamente.

Y hace muy bien Elorza al señalar, una y otra vez, que se trataba de la rebelión, precisamente, de los estudiantes, no de sus padres, en lo que se denominó movimiento radical (de "enragés") e institucionista. Véase esta ausencia de la generación anterior en las páginas 51 y 54.

Por eso es muy importante leer en esta obra no solo una cierta resurrección del anarquismo, sino que en mayo de 1968 fue el punto de partida de "un movimiento, el creado por la Internacional situacionista muy universitario, literalmente de elites, aun cuando en sus programas figurase la revolución y la supresión del sistema capitalista". Y este anticapitalismo emergía porque "está caracterizado por el dominio de la mercancía y la consiguiente conversión reductiva del hombre en consumidor". Uno de sus doctrinarios, G. Débora, señalaba: "La mercancía ha llegado a la ocupación total de la vida social".

A partir de ahí este situacionismo fue más allá. Su justificación: que "el estudiante, hijo de la burguesía, conoce la realidad de la lucha de clases y toma posición … a favor de la clase obrera, sin más complicaciones". La solución: ocupación por los obreros de las fábricas y la eliminación de pagos: de alquileres, de impuestos, gratuidad de la sanidad. Todo esto está muy claro en la obra de Cohn-Bendit, ideólogo de este movimiento.

Sobre su arraigo en los universitarios españoles debe leerse el apartado "La revolución cultural. Una utopía solar" (págs 157-219). Y hace muy bien Elorza en exponer el fin de todo este haz de utopías derivadas de un hundimiento de valores. Resultó ser un haz que se deshizo cuando se produjo la conjunción del choque del petróleo, la crisis bancaria, la muerte de Franco, y el fracaso de la línea de Sartorius en Comisiones Obreras. También nos expone muy bien su libro, por qué de ese movimiento estudiantil se derivó una orientación maoísta.

Con la lectura de esta obra, en el ámbito universitario, ¿no cae una losa granítica sobre cualquier resurrección de aquel movimiento? ¿Keynes hoy respiraría? He ahí una importante cuestión.

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