Desde hace muchos meses, en Ferrovial hemos querido encontrar el yelmo de Mambrino. Pero la realidad es que ese valor, que muchos pensaban que comprándolo en torno a los 17 euros era un regalo, porque debería estar hoy en los 21 euros, no es la pieza de oro ansiada de la corte de Carlomagno. Más bien es la bacinilla de barbero que confundió Don Quijote.
¿Qué le está pasando a Ferrovial para no arrancar, pese a ser una de las ideas de inversión más claras de La Liga Ibex de elEconomista (lleva un año dentro de las dos primeras posiciones)? La incertidumbre principal de Ferrovial se llama el negocio de la construcción británico. Hay inversores en el título que piensan que si la compañía decidiera vender Amey, con minusvalías, la acción recuperaría inmediatamente dos euros. En esta penalización entra la demanda del Ayuntamiento de Birminghan por el macrocontrato de mantenimiento de carreteras a la filial de construcción británica.
Si las provisiones que Ferrovial ha hecho por este contencioso (más de 300 millones) son suficientes, el panorama se despejaría inmediatamente. Si al mercado le diese por centrarse en valorar correctamente el negocio de las autopistas (dos terceras partes de Ferrovial), valdría mucho más de los precios objetivos que ponen los bancos de inversión. Si Ferrovial hoy pusiese en venta todas sus autopistas, y liquidara la compañía, podríamos hablar hasta de 25 euros por acción. Pero nada de esto último va a ocurrir.
Ferrovial está trabajando para que en los 18 próximos meses el proceso de inversión sea tan potente que borre de un plumazo la actual ineficiencia financiera de la compañía, con exceso de tesorería. Hoy la caja es más de un 10% del valor bursátil de la empresa, y los bancos de inversión aseguran que solo los dividendos de las autopistas serán suficientes para mantener la retribución de Ferrovial o mejorarla.
Una situación que invita a pensar ya no solo en dividendos más elevados, incluso en alguno extraordinario... Dependerá de las inversiones que haga Ferrovial en los próximos meses. Y los focos son muchos: Australia, ampliación del aeropuerto de Heathrow, pero sobre todo EEUU. Este es para la compañía el primer, el segundo, y el tercer mercado de crecimiento. Necesita infraestructuras, y su elevado endeudamiento obliga a fórmulas de financiación público privadas mucho más interesantes que países menos endeudados como Australia.
Ferrovial, a diferencia de modelos como el que Atlantia y ACS compran en Abertis, sustenta su política de inversión en concesiones que generen rentabilidades sobre el capital de doble dígito. Esto obliga a no cargar la deuda sobre la matriz, y financiarse sobre el proyecto, y si es necesario dejarlo caer. Ferrovial ya ha abandonado autopistas, como la Indiana Toll Road; la SH-130, en Te- xas; o las radiales, en Madrid.