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La obsesión de Trump con Amazon va más allá del Servicio Postal y los impuestos

El rencor del ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra Amazon viene de lejos. Es cierto eso sí que la intensidad de sus ataques contra la efecto disruptivo de Jeff Bezos en ámbitos tan variopintos como el sector minorista o el de mensajería han borrado durante las últimas jornadas cerca de 75.000 millones de dólares en capitalización bursátil de la de Seattle.

El mandatario ha echado mano de todas las granadas de mano a su alcance, desde la fiscalizad de la compañía, un factor del que Amazon se beneficia gracias a los códigos tributarios estatales sobre las ventas por Internet, como la alianza rubricada con el Servicio Postal estadounidense (USPS, por sus siglas en inglés).

"Estamos otorgando un subsidio a Amazon", aseguraba de nuevo Trump el martes desde la Casa Blanca. "Echen un vistazo a la oficina de correos. La Oficina de Correos está perdiendo miles de millones de dólares. Los contribuyentes están pagando por ese dinero", incidió.

Si bien el Servicio Postal de EEUU genera miles de millones de dólares en pérdidas anualmente, gran parte de ello se debe a un requisito inusual para prefinanciar algunas de sus responsabilidades con las pensiones de sus jubilados, ordenadas por el Congreso antes de la crisis financiera. Para mantenerse a flote, el USPS ha incumplido este requisito.

El Servicio Postal también se ha visto muy afectado por la disminución del correo de primera clase, uno de sus productos más rentables. De hecho, el USPS cuenta con una línea de crédito de 15.000 millones de dólares con el Departamento del Tesoro.

Amazon utiliza principalmente el USPS para la entrega de paquetes en "la última milla", es decir, entrega sus paquetes a la oficina postal local y el cartero los lleva hasta su destinatario. UPS, FedEx y algunas otras compañías cuentan con acuerdos similares, como señala el Wall Street Journal. Algunos critican este sistema porque el Servicio Postal impone tarifas demasiado bajas a estas compañías.

Independientemente de los problemas que puedan derivarse de este acuerdo, el inquilino de la Casa Blanca parece obviar que esta empresa es un pilar para muchos otros servicios del gobierno federal patrio. Amazon ha desarrollado servicios en la nube en exclusiva para la CIA a través de Amazon Web Services y el pasado marzo anunció planes similares con el Departamento de Defensa. Ahora algunos se preguntan si Trump castigará de alguna forma a Amazon cancelando algunos de estos contratos con Defensa y otras agencias de inteligencia.

Por otro lado, como señalan desde Bloomberg, Trump detesta a Amazon porque confunde la compañía con el Washington Post. Recordemos que Bezos compró el Post a título personal por 250 millones de dólares en 2013, pero Amazon no es dueño del periódico. Sin embargo el presidente ha usado a la minorista online como su punto de ataque siempre que se ha molestado con la cobertura que el Post ha hecho sobre la Casa Blanca.

Pero el primer ataque de Trump contra Amazon y el Post data de finales de 2015 cuando el periódico publicó que el por entonces candidato quería prohibir la entrada de inmigrantes musulmanes a EEUU y que su justificación se basaba en una "encuesta de mala calidad". El republicano contraatacó asegurando que el Post perdía dinero y que eso beneficiaba fiscalmente a Amazon.

Trump volvió a publicar uno de sus bélicos tuits el verano pasado, refiriéndose al periódico como el "Amazon Washington Post" después de éste publicase varios artículos que revelaban como el fiscal general, Jeff Sessions, contradiciendo sus declaraciones públicas, habló con el embajador de Rusia en EEUU durante la campaña presidencial de 2016.

En las últimas jornadas, el mandatario se ha referido a Amazon como un "monopolio" que "no paga impuestos" y según un artículo de Vanity Fair, está barajando formas de fastidiar a Bezos. Aún así, pese a la presión generada por la última oleada de tuits de Trump, cualquier acción regulatoria contra Amazon debe ser iniciada bien por el Departamento de Justicia o bien por la Comisión Federal de Comercio y, de momento, no hay indicio de que se haya impulsado algún caso, especialmente antimonopolio, contra la de Seattle.

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