
La victoria bajista en la batalla de los mínimos anuales se confirmó ayer de la forma más brutal posible: con otro derrumbe que llegó al 6,71% en el S&P 500, con lo que este índice perforó los mínimos de 2002 y cayó a su nivel más bajo desde 1997. No son sólo datos, es mucho más: significa que el mercado ha perdido ya todo lo que había subido (y un poco más) desde el fin del anterior mercado bajista, el posterior al estallido de la burbuja tecnológica. Sin embargo el Nikkei japonés ha rebotado esta mañana.
Más aún: la última década en bolsa se ha ido por el desagüe. De hecho, más de una década: 11 años y medio. Las caídas en el Dow Jones y el Nasdaq fueron algo menores pero igualmente terroríficas: del 5,56% en el primero y del 5,07% en el segundo. Ambos acabaron justo en los mínimos del mercado bajista 2000-2004. Como titulaba anoche algún medio norteamericano, el mercado está hecho jirones. Completamente destrozado. El infierno de octubre, que tantos analistas decían que había quedado atrás, ha vuelto todavía con más fuerza. Y lo peor es que ahora tenemos una ruptura bajista confirmada que nadie sabe hasta dónde puede llevarnos.
Así pues, los mínimos anuales en Europa -que resistieron en el Ibex 35 (IBEX.MC) aunque no en el EuroStoxx- saltarán hoy por los aires salvo milagro. Ahora bien, Wall Street debería rebotar y con mucha fuerza, porque la sobreventa actual es brutal incluso para una volatilidad extrema como la actual. Y hoy es un buen día para ello, aunque cuidado con dar nada por seguro.
Las excusas del nuevo descalabro fueron varias. Por un lado, las demandas semanales de subsidios de paro, que subieron hasta su nivel más alto desde 1992, Por otro, la poca confianza del mercado en que el Congreso rescate a los fabricantes de automóviles, lo que hará inevitable su suspensión de pagos. De momento, ayer decidió aplazar la decisión hasta una sesión extraordinaria en diciembre, aunque las empresas rebotaron: un 3,2% General Motors y un 10,3% Ford.
En tercer lugar, el sector financiero sigue en caída libre. JP Morgan anunció el despido del 10% de su plantilla y lo pagó con una caída del 17,9% en bolsa. Citi batió su aterrador record de caída de la víspera con otro desplome del 26% por el miedo del mercado a que presente unas fuertes pérdidas. Ni siquiera el anuncio de que un príncipe árabe elevará su participación hasta el 5% frenó la sangría.