
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene previsto un evento mañana en Indianápolis, Indiana, donde ofrecerá nuevos detalles sobre su esperada reforma tributaria. Un plan en el que los líderes republicanos y miembros de su administración, como el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, o el director del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, han hilvanado durante los últimos meses en busca de dar un impulso a la todavía estancada agenda económica del mandatario.
Los detalles iniciales apuntan que la resolución del presupuesto orquestada por los legisladores republicanos daría cabida a una rebaja impositiva por un valor total de 1,5 billones de dólares, una propuesta que se prevé que se convierta en ley el próximo año antes de las elecciones legislativas de noviembre. Según algunas cifras iniciales, el impuesto de sociedades contará una rebaja desde el 35% actual hasta situarse en el 20%, cinco puntos por encima de la meta inicial de Trump.
Dicho esto, los economistas coinciden en asegurar que esa reducción vendrá acompañada de un incentivo único para la repatriación de beneficios que las multinacionales americanas aparcan sin gravar en el extranjero. "Esperamos que las compañías estadounidenses repatríen hasta 250.000 millones de dólares", estima Arjun Menon, analista de Goldman Sachs en un informe distribuido entre sus clientes y respaldado por David Kostin, el estratega jefe de renta variable en EEUU del banco.
En este sentido, los cálculos en los que se basa el equipo de Goldman parte de la base de que los componentes del S&P 500 cuentan con un total de 2,5 billones de dólares en efectivo fuera del alcance del fisco estadounidense. De esta cantidad, alrededor de 920.000 millones de dólares no han sido sometidos a impuestos.
La propuesta inicial de los legisladores republicanos aboga por imponer una tasa del 8,75% sobre el efectivo que las multinacionales acumulan en el extranjero (esos 920.000 millones de dólares) y un gravamen del 3,5% en los beneficios que se reinvierten de forma continua en territorio no estadounidense (alrededor de 1,3 billones de dólares). El Tío Sam recibiría así 135.000 millones de dólares en ingresos (54.000 millones de dólares procedentes de los beneficios invertidos y 81.000 millones de dólares de la caja de efectivo)
De acuerdo a la letra pequeña de este plan, las empresas serán tasadas sobre su efectivo y beneficios en el extranjero no gravados hasta ahora, independientemente de si deciden o no repatriar fondos. Bajo estas circunstancias, las empresas podrían optar por repatriar estos fondos, una vez tasados, en cualquier momento y sin coste adicional. Además, las empresas estarían exentas de impuestos sobre los beneficios extranjeros futuros.
"Nuestra estimación de repatriación está en línea con la proporción de fondos repatriados después de la aprobación de la Ley de Inversión Nacional (HIA, por sus siglas en inglés) en 2004", recalca Menon, quien destaca que, sin embargo, el ritmo "debería ser más lento" el próximo año, ya que en la medida aprobada hace 13 años las compañías sólo pudieron beneficiarse de este contexto por un periodo de tiempo limitado. Por aquel entonces, los beneficios repatriados en 2005 se dispararon un 270% hasta los 300.000 millones de dólares.
Para Goldman, de aprobarse estas medidas, el balance total de efectivo que las empresas estadounidenses mantendrán en el extranjero una vez gravado equivaldrá al 4% de la capitalización bursátil del S&P 500, es decir, alrededor de 790.000 millones de dólares. De esta cantidad, las empresas regresarían aproximadamente 250.000 millones de dólares y mantendrían cerca de 540.000 millones de dólares en el extranjero a finales de 2018 para seguir expandiendo y fortaleciendo sus operaciones internacionales.
El informe de Goldman indica que, pese a la popularidad de las recompras de acciones con los fondos repatriados en 2005, en esta ocasión, con unas valuaciones elevadas, las compañías serán más reticentes a usar el efectivo recaudado para comprar acciones propias. En estos momentos los sectores que más efectivo tienen sin gravar fuera de EEUU son el tecnológico (633.000 millones de dólares) y el de salud (151.000 millones de dólares).