Los criterios medioambientales, sociales y éticos también tienen un hueco en el mercado; cada vez se valoran más y algunos datos muestran cómo pueden incluso mejorar la rentabilidad de una cartera
La inversión socialmente responsable, o ISR, cada vez ocupa un hueco más importante en los mercados. Incorpora criterios éticos, medioambientales y sociales a la hora de decidir dónde invertir, algo que muchos no dudan en calificar como "el activismo en la inversión". Si bien los intangibles parecen claros -cuidar el medioambiente, evitar perjuicios sociales, como maltrato a los trabajadores o desigualdad de género en las empresas-, y hay muchos actores del mercado que cada vez participan más y dan mayor peso a estas exigencias, no es fácil traducir en cifras las ventajas que esta pueda tener para los inversores a la hora de obtener rentabilidad.
A pesar de ello, los expertos que han acudido al Observatorio El futuro de la inversión socialmente responsable (ISR), organizado por elEconomista y patrocinado por BNP Paribas IP y UBS, tienen algunos cálculos que permiten hacerse una idea de sus beneficios. Sol Hurtado de Mendoza, directora general de BNP Paribas IP en España y Portugal, explicó cómo "el aplicar criterios ambientales, sociales y de buen gobierno en un análisis aporta valor sin lugar a dudas, ya que las empresas que están haciendo mejor el seguimiento de estos criterios, al final tienen una mejor rentabilidad. Se puede ver en fondos que dan rentabilidades de más del 11% en renta variable global, batiendo a los índices de referencia".
Pedro Coelho, responsable de UBS de fondos cotizados (ETFs) en España, añade algunos datos más concretos: "En el índice MSCI Emu, que cumple con los criterios de responsabilidad social corporativa establecidos por MSCI, la rentabilidad anual en los últimos 3 años ha sido superior en 400 puntos básicos con respecto al índice general de mercado que incluye todas las empresas que cumplen y no cumplen", explicó el experto.
Estos datos positivos atraen la atención de los diferentes actores del mercado, como son los fondos de inversión. Además, el número de índices de bolsa relacionados con la ISR y gestores de compañías que no cierran los ojos a las prácticas que les llevan a formar parte de estos selectivos ha crecido mucho. Jorge González, analista del departamento de inversiones de Tressis destacó cómo "cada día se le da más importancia porque la dirección quiere que una empresa sea objeto de cualquier inversor. Cuando te cierras una puerta porque no formas parte de un índice socialmente responsable, le estás cerrando la puerta de tu empresa a potencial dinero, que al final te perjudica a ti".
Además de índices de empresas que cumplen los criterios, también se dan exclusiones por parte de grandes inversores a la hora de meter su dinero en ciertas empresas. Sol Hurtado de Mendoza destaca cómo BNP Paribas IP, por ejemplo, tiene más de 200 firmas en las que no permiten que la compañía invierta, ya que no cumplen con los criterios que se exigen. Además, hay algunos sectores y subsectores que también aparecen en listas negras; Francisco Javier Garayoa, director de Spainsif, foro español de inversión sostenible, destacó cómo "hay unos datos que ha publicado el Global Sustainable Investment Association, a nivel mundial, y hay una figura que es el top exclusion criteria, y por sectores, el primero es el de armamento, luego tabaco, energía nuclear, pornografía, otros, juegos, alcohol y pruebas animales".
Bonos verdes
Además de la renta variable, el universo de la renta fija también tiene un pie puesto en cuidar criterios, en este caso medioambientales, con la emisión de bonos verdes, títulos de deuda ligados a proyectos verdes, o que sean sostenibles. Sol Hurtado de Mendoza hizo referencia a la primera emisión de estos títulos por parte de un país, Francia, que se produjo el pasado mes de enero. "En la parte de bonos verdes el mercado tiene un tamaño que no es importante: 40.000 millones de dólares al año, pero de acuerdo con la OCDE harán falta 2,26 billones de dólares en 10 años para financiar la transición energética, de modelos más basados en energías fósiles hacia energías limpias. Los bonos verdes ofrecen la oportunidad de financiar proyectos específicos en esta área. Ha empezado Francia, pero le seguirán países y empresas que necesitan financiar proyectos concretos", destacó la experta.
Jorge González, experto en ISR de Tressis, añadió que siempre le han "sorprendido las pocas emisiones que se dan en bonos verdes. En muchos casos cotizan a precios superiores y ofrecen menos rentabilidad que un bono tradicional, porque hay muchos inversores institucionales que, poco a poco, se van limitando y sólo pueden comprar esta tipología de bonos. Esto, al ser un mercado pequeño, hace que los precios sean altos y la rentabilidad no muy elevada, lo cual, de cara al emisor, está muy bien, porque te está incentivando a financiarte más barato. En esta situación es muy buena la noticia de Francia". Habrá que ver qué país es el siguiente en dar este sostenible paso.