
Atenas, 21 abr (EFE).- Grecia multiplicó por ocho sus objetivos para el superávit primario en 2016, y en lugar del 0,5 % del PIB pautado por los acreedores, obtuvo un excedente del 3,9 % en el cálculo estadístico y un 4,1 % en los términos usados en el rescate.
El Gobierno del primer ministro griego, Alexis Tsipras, espera que estos resultados -aunque no sean dignos de celebración a la vista del sacrificio de la población- sirvan para dar un empuje decisivo a las negociaciones con los acreedores.
De acuerdo con los datos publicados hoy por la oficina de estadísticas helena, Elstat, el excedente primario, que excluye el pago de los intereses de la deuda, alcanzó los 6.937 millones de euros tras un déficit de 4.105 millones -o del 5,9 % del PIB- en 2015.
Estas cifras no se corresponden al cien por cien con el método de cálculo utilizado en el marco del rescate, por lo que habrá que esperar a lo que publique Eurostat el próximo lunes, si bien el portavoz del Gobierno, Dimitris Tzanakópulos, adelantó que el resultado será del 4,19 %.
La extrema contención de gasto llevó también a que por primera vez desde en muchos años, Grecia obtuviera un superávit presupuestario, que alcanzó el 0,7 % del PIB, después de un déficit del 5,9 % en 2015.
Las cifras publicadas hoy no son sinónimo de un repunte económico (aunque 2016 cerró con estancamiento tras años de recesión), ni mucho menos reflejo de una mejora de la crisis que viven los ciudadanos, sino fundamentalmente fruto de los continuos recortes a pensiones e inversiones públicas.
En un artículo publicado hoy por el diario Wall Street Journal, Tsipras se compromete a seguir cumpliendo con las pautas del memorando, "a pesar del coste político que ello pueda implicar", pero apela a los acreedores a dar a Grecia el respiro que necesita para generar crecimiento económico.
Para el próximo martes está previsto el regreso de las instituciones acreedoras que intentarán por fin cerrar la segunda evaluación del rescate, tras meses de retrasos que el Gobierno de Atenas atribuye básicamente a diferencias entre los acreedores europeos y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El FMI sigue sin decidir si participará o no en este tercer rescate, algo que sobre todo reclama Alemania, y lo hace depender de si la parte europea está dispuesta a suavizar los criterios para el superávit primario en los años posteriores al rescate, que finaliza en septiembre de 2018.
En principio, el memorando firmado habla de un superávit del 3,5 % para 2018 y los años subsiguientes, aunque no precisa el plazo.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, afirmó esta semana que el objetivo marcado por Alemania de imponer a Grecia un periodo de diez años con un índice tan elevado de superávit "no es factible".
En una conversación con varios medios europeos este jueves, Lagarde recalcó que el FMI solo podrá aprobar su participación en el programa de asistencia si la deuda griega es sostenible.
Para ello, subrayó, debe haber objetivos razonables para el superávit, una reestructuración de la deuda, y Grecia debe aplicar las reformas de pensiones y fiscal prometidas.
Aunque esta semana el FMI tuvo que reconocer que sus previsiones para el superávit primario griego en 2016 estuvieron lejos de lo alcanzado -todavía en octubre partía de un 0,6 %-, insiste en que se trata de un fenómeno excepcional y que a medio plazo Grecia será incapaz de generar excedentes primarios superiores al 1,5 % del PIB.
Para que las negociaciones en Atenas puedan registrar el empuje definitivo será necesario que durante la reunión primaveral del FMI y el Banco Mundial que se está celebrando en Washington haya un progreso en esta cuestión.
En caso de que el FMI finalmente apruebe participar, el Gobierno griego cuenta con que será con una "pequeña cantidad" y un periodo no superior a un año.
El calendario que persigue ahora Atenas es cerrar los flecos pendientes de la evaluación en pocos días, someter las leyes correspondientes a votación en el Parlamento griego hasta el 15 de mayo y cerrar un acuerdo global, que incluya una hoja de ruta para la reestructuración de la deuda, en el Eurogrupo del 22 de mayo.
En caso de lograr este objetivo, obtendría un nuevo tramo del rescate firmado en 2015 por un monto total de 86.000 millones.
De este desembolso, que podría ascender a unos 7.000 millones de euros, unos 6.000 se destinarían a pagar en verano vencimientos de deuda -sobre todo con el Banco Central Europeo- y el resto a pagar atrasos del Estado con sus proveedores; nada para programas de inversión que sirvan para insuflar aire a la economía.
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