
Desde que el Banco Popular de China (PBOC) llevó a cabo la primera devaluación del yuan en agosto del pasado ejercicio, la moneda del gigante asiático ha proseguido con su depreciación silenciosa hasta caer un 10,6% frente al dólar, haciéndolo a un ritmo más elevado de lo que le interesa al país, que está intentando poner freno a este retroceso. Un desplome que se exacerbó al inicio de 2016 con una nueva devaluación que provocó un terremoto en los mercados.
El Sistema Chino de Cambio de Divisas internacionales (CFETS, por sus siglas en inglés) ha añadido 11 nuevas monedas a la cesta que utiliza para calcular el valor del yuan, una medida que entrará en vigor el 1 de enero. El peso de los nuevos componentes será del 21,09% y entre las divisas que se estrenan en el índice se encuentran el peso mexicano, la lira turca o el rand sudafricano. Mientras, la moneda que ha perdido más peso ha sido el dólar norteamericano, al pasar de suponer un 26,4% al 22,4%. De este modo, los analistas consideran que China trata de protegerse de la fortaleza que se presupone que mantendrá el dólar, apoyado por las subidas en el precio del dinero.
"El movimiento está dirigido a reducir el impacto de la fortaleza del dólar en la actuación general de la cesta", explicó Christy Tan, analista de National Australia Bank en declaraciones a Bloomberg. Además, el experto cree que "hará más fácil que China maneje la estabilidad de la divisa debido a que necesitará apreciarse menos frente a otras monedas en medio de la solidez del billete verde".
El gobernador adjunto del PBOC advirtió el último mes que la depreciación frente al dólar había sido provocada principalmente por la fortaleza de este y de que el mercado debería fijarse en su comportamiento frente a la cesta de divisas usada para fijar su valor.