
El desplome del precio del petróleo que ha tenido lugar en julio, en el que el barril de West Texas registró la mayor caída mensual de toda su historia -un 14%- podría arrastrar a las acciones de Enbridge desde los 53,5 dólares canadienses a los que cotiza actualmente hasta los 48,5 dólares canadienses que marcarían su entrada en elMonitor.
El fin de los disturbios en Nigeria y el cese de los incendios en la región canadiense de Alberta durante los meses de mayo y junio han devuelto la plena capacidad a las plataformas. El país americano, que sufrió una caída en la producción de 1 millón de barriles diarios durante los meses en que estuvo activo el fuego, ya ha restablecido sus niveles de producción a los 4 millones de barriles diarios. Esta situación, unida al aumento de inventarios de petróleo en Estados Unidos por segunda semana consecutiva, ha restaurado el entorno de sobreoferta en el sector, lo que se ha trasladado al mercado en forma de desplome del precio del crudo.
Una de las compañías que ha sufrido una caída involuntaria en su producción es la canadiense Enbridge, dedicada a la distribución del oro negro, que ha visto como sus envíos a través de oleoductos se reducían en 900.000 barriles diarios, como consecuencia de los incendios. El menor volumen de producción se trasladó a las cuentas de la compañía en forma de recorte de los beneficios en el segundo trimestre, que se situaron en los 289 millones de dólares, un 45% por debajo de los registrados en el mismo período del año anterior.
Sin embargo, estas cifras no sorprendieron a los inversores, de modo que, la caída de sus acciones del 1,75% en la jornada posterior a su presentación se ha visto compensada con las recientes alzas que las han devuelto a los 53,5 dólares canadienses. Esta cifra se sitúa un 10,3% por encima del nivel de los 48,5 dólares canadienses que le daría acceso a elMonitor.
Entre las grandes oportunidades de expansión de la compañía se encuentra la construcción del oleoducto Northern Gateway, cuyo coste de construcción se sitúa en los 7.900 millones de dólares y que permitiría transportar 525.000 barriles de crudo diarios. Sus tuberías de 1.177 kilómetros conectarían las reservas de crudo del centro del país con la costa oeste, la puerta de acceso a un mercado asiático que precisa de mayores cantidades de crudo de las que es capaz de producir.
El objetivo de la compañía es reducir su dependencia del mercado estadounidense, que actualmente representa el 67,3% de su facturación y ganar cuota de mercado en China, país que importa el 65% del petróleo que consume diariamente.
Sin embargo, pese a su aprobación en el año 2014, la llegada de Justin Trudeau al gobierno el pasado año supuso la paralización de la operación. El primer ministro justificó su rechazo al proyecto por no haber cumplido la compañía la obligación de llegar a un acuerdo con las poblaciones indígenas que habitan en la costa oeste sobre la posición por la que discurrirían las tuberías. La negativa a su construcción fue ratificada por la Corte Federal de Canadá, aunque la compañía aún cuenta con un período de 23 días para apelar la decisión.
Actualmente, el consenso de mercado prevé que sus beneficios se eleven un 18% en el próximo trienio, aunque una posible luz verde al proyecto Northern Gateway podría servir para catalizar una revisión al alza de las estimaciones de beneficio de una compañía que elevado su dividendo que lleva creciendo año a año desde 1995.
Planes de expansión
La compañía está apostando por el aumento de la capacidad de los oleoductos y superar así los llamados cuellos de botella que impiden que los excesos de producción se puedan canalizar a países que cuentan con precios más altos y, así, igualar su precio en las distintas regiones. Essta situación se materializa en el hecho de que el West Canadian Select, el índice canadiense, cotice 14 dólares por barril por debajo del West Texas Intermediate.
La compañía prevé aumentar su gasto de capital en 26.000 millones de dólares entre 2015 y 2019, lo que se materializará en proyectos como el parque eólico offshore Rampion Wind, situado al sur de Reino Unido y en el que Enbridge ha tomado una posición del 24,9% por 500 millones de dólares. En este sentido, la más reciente operación de la compañía ha sido la compra del 27% del Bakken Pipeline, un oleoducto que conecta los pozos de Dakota del Norte con la costa este de Estados Unidos.
El único obstáculo para la estrategia se encuentra en el elevado endeudamiento de la compañía, seis veces mayor que su ebitda esperado para 2016, debido a las fuertes inversiones llevadas a cabo cuando el precio del crudo alcanzaba los tres dígitos.