
Dice el proverbio que la historia está condenada a repetirse... y China parece estar llamada a ser una de sus principales protagonistas. Mientras el yuan se acerca a los mínimos de principios de año, la deuda de las empresas con sede social en el gigante oriental ha vuelto a ser una de las principales preocupaciones para propios y extraños. Y así lo entienden las agencias de calificación crediticia.
Las bajadas de rating que han acometido estas firmas se han visto incrementadas de manera notable en los primeros seis meses del año. De hecho, en algunos casos estas triplican en número a las registradas en el conjunto de 2015.
Según recoge Bloomberg, mientras que a lo largo del año pasado Moody's llevó a cabo un total de 58 bajadas de rating sobre las emisiones corporativas de las empresas chinas, en lo que va de año, este número asciende a 153, casi el triple.
Por su parte, desde Standard & Poor's este crecimiento ha sido inferior, pero también se ha dejado sentir (72 por las 53 del conjunto de 2015).
"La deuda corporativa sigue siendo un serio y creciente problema en China que debe ser abordado de inmediato y con el compromiso de adoptar reformas serias" aseguraba la pasada semana David Lipton, subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Y de eso se han dado cuenta los analistas.
"Al final, cuando hablamos de los problemas económicos en China pensamos en el cambio del modelo de crecimiento. Incluyendo un menor peso de la inversión, productiva y residencial", señala José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la AEB. "Sin embargo", prosigue el experto, "cuando hablamos de los potenciales problemas financieros nos referimos al nivel de deuda y a su financiación en un contexto de progresivo descenso en el crecimiento potencial de la economía de este país".
Y es que, la expansión del crédito desde el segundo semestre de 2015 ha intensificado las preocupaciones sobre la solidez del sistema financiero del país y los temores de una posible crisis de la deuda en China, sobre todo de la privada.
Así lo aseguran en el último informe de Bank of America sobre el país. "El apalancamiento de las empresas en China se concentra en las empresas estatales, industriales, y en los promotores inmobiliarios", aseveran estos expertos, y "en el primer trimestre del año el apalancamiento de las compañías chinas registró un amplio rebote que, en nuestra opinión, es señal de la continua mala asignación de crédito que hay en el país".
La deuda empresarial alcanza niveles cercanos al 145% del PIB, mientras el FMI estima que, en su conjunto, el sector empresarial público chino apenas genera el 22% del producto.
Más pesimistas se muestran desde Groupama Asset Management. Christophe Morel, economista jefe de la gestora de fondos, asegura que "en 2020 la deuda de las empresas no financieras ascendería casi al 190% del PIB".
En este sentido, los expertos aseguran que la clave estará en cómo logren desapalancarse las empresas estatales y, sobre todo, en las reformas financieras. Y es que, una parte de esta deuda puede ser objeto de reestructuración.
El FMI, bajo un escenario relativamente conservador, estima que los bancos chinos tendrían que hacer frente a pérdidas equivalentes al 7% del PIB.
En este sentido, desde Groupama Asset Management aseguran que "en caso de un crecimiento muy rápido de la deuda mala, las autoridades podrían realizar una transferencia de los prestamos de dudosa calidad a los bancos malos o reembolsar la totalidad de la deuda mala, aumentando así la deuda pública".
La alargada sombra del yuan
Todo ello se produce al calor de la pronunciada caída que acumula el yuan en 2016. La divisa china se acerca a los mínimos de principios de año en su cruce frente a las principales monedas del mundo. Una caída que vuelve a desenterrar los fantasmas del pasado verano.
"El temor a una devaluación masiva está generando dudas en cuanto a su capacidad para estabilizar el yuan frente a la cesta de las monedas más negociadas del planeta", aseguran los analistas de la gestora Amundi.
La divisa del pueblo cerró mayo como su peor mes desde agosto de 2015 cuando se produjo la triple devaluación para rentabilizar las exportaciones del gigante asiático, ante la innegable ralentización de su economía.
Pero este movimiento no sólo se produce en el cruce del yuan frente al dólar, sino que se ha extendido al resto de divisas también. Desde los máximos marcados a finales de marzo, el yuan se ha depreciado más de un 3,5% frente a cruces como la libra o el yen.
La debilidad del yuan no es una sorpresa si se atiende al entorno económico menos expansivo en el que se mueve la economía del país y a los estímulos que el Banco Popular Chino (el banco central del país) está lanzando al mercado desde hace meses.
Según afirman desde Bank of America "los defaults en China y la devaluación de su divisa" ya es uno de los principales riesgos que ven los gestores de fondos para la economía mundial.