Las esperadas rebajas de verano no arrancarán hasta julio, pero ya hay compañías que están protagonizando una reducción en sus precios. Es el caso de Abercrombie & Fitch, la textil estadounidense, que tras presentar resultados ha llegado a caer cerca de un 20%.
Abercrombie no sólo no ha cumplido con las expectativas del mercado, que esperaba unas ventas un 3,4% superiores a las presentadas para los meses de enero a marzo (su primer trimestre fiscal de 2017), sino que también ha protagonizado un recorte superior al 3% en sus ingresos (ha registrado 685 millones de dólares frente a los 709 millones del mismo periodo del año anterior). Unas cifras que el mercado no ha pasado por alto.
Así, la principal razón de ser de su negocio, el vender, se ha convertido en su gran problema hoy, ya que los inversores han decidido deshacerse de los títulos de la firma y ha llegado a caer más de un 16%, por lo que sus títulos han caído a mínimos de noviembre.
La caída de las ventas fuera de Estados Unidos como consecuencia de la fuerte competencia con otras firmas textiles como H&M o Zara, además de algunas online, como Amazon, ha sido el principal lastre para los resultados de las compañías, una situación que también ha hecho mella en otras minoristas textiles de estadounidenses.
En este sentido, el desplome que está protagonizando la compañía en bolsa le ha permitido mejorar el potencial alcista que le otorga el consenso de mercado. De este modo, con un precio objetivo de 28,44 dólares, su recorrido es del 36%.
No obstante, si bien el consenso de mercado recomienda mantener sus títulos, lo cierto es que este consejo cada vez se acerca más al vender. Y es que parece que la firma todavía no ha encontrado una estrategia ganadora desde que en 2014 comenzase su reestructuración.
Aires de cambio
El grupo sigue inmerso en un proceso de reestructuración que arrancó en 2014 (el año pasado su beneficio cayó más de un 38%) y el punto de partida fue la salida en diciembre de ese mismo año de Mike Jeffries como consejero delegado. Éste había aterrizado en la compañía en 1992 y desde entonces su objetivo fue convertir a Abercrombie en una marca provocativa y elitista.
De hecho, la compañía se hizo mundialmente conocida porque sus empleados trabajaban con el pecho descubierto (se exigía a los trabajadores una complexión atlética y delgada). A esto se sumaba una música atronadora en sus establecimientos y un fuerte olor a colonia.
Unas particularidades que acabaron cuando Jeffries salió por la puerta. El nuevo equipo directivo ha querido "reducir la sexualización" que acompaña la imagen de la empresa para centrarse en la experiencia de compra del consumidor.
De momento, Abercrombie sigue buscando la manera de encajar. Desde que Mike Jeffries abandonó el barco, sus títulos han descendido más de un 20%, mientras que su beneficio no deja de caer. Mientras que en 2013 superó los 200 millones de dólares, el pasado año no alcanzó ni los 36 millones. No obstante, los expertos esperan que de cara a este año sus ganancias superen los 80 millones, lo que supondría más que duplicar el resultado anterior.