
A pesar del rally que se produjo en el mercado de deuda corporativa desde que el Banco Central Europeo (BCE) amplió en marzo su programa de compras, ya hay una de cada tres emisiones españolas que están generando pérdidas al inversor. Una situación que, según los expertos, podría prolongarse, por lo que recomiendan cautela.
Desde que Mario Draghi desenfundó el bazooka hace dos meses la deuda corporativa ha prolongado un rally que ya venía protagonizando desde hace tiempo. Muestra de ello es que el índice BofA Merrill Lynch Euro Non Financial, que incluye bonos de empresas no financieras en euros y con grado de inversión -las que serían comprables por el organismo- está en zona de máximos históricos y gana un 11,7% desde 2014.
No obstante, y a pesar de este impulso, el 30% de las emisiones en euros de empresas españolas ya está reportando pérdidas en 2016 que alcanzan en algunos casos hasta el 7,5% (Sacyr), según los datos de Bloomberg. Y eso teniendo en cuenta que se han excluido las de compañías como Copasa, Abengoa o Isolux, que están en situaciones financieras complicadas y por este motivo arrojan fuertes pérdidas.
"Son bonos que han nacido en una época de tipos bajos y han logrado una financiación también muy baja. Los tipos se han seguido reduciendo y ha llegado a un punto en que las tires [rentabilidades] están negativas. Pero es una situación anómala", considera Jorge Ceballos, responsable distribución de renta fija de Beka Finance.
Claro que no es el único. Gonzalo Ramírez Celaya, director de renta fija de Tressis, confiesa: "Todo me parece una locura". Pone como ejemplo emisiones como la de Mapfre, que están 12 puntos por encima del Tesoro Público, que demuestran que hay muchos oferentes y un solo demandante, que es el BCE. "Esto durará lo que tenga que durar, pero yo hace tiempo que no entro en las duraciones largas investment grade y solo entro en cortas high yield".
Una avalancha en 2016
En este sentido, y a la luz de la avalancha de emisiones que se ha producido desde el anuncio del organismo tanto en España como en Europa, Cristina Gavín, gestora de Ibercaja Gestión, recomienda que "hay que ser selectivo, no todo vale". De hecho, según los datos de Bloomberg, la mitad de las emisiones nacionales de 2016 ya provocan minusvalías, es decir, 7 de las 14 registradas.
"Las compañías intentan financiarse lo más barato posible, pero si se produce un momento de volatilidad en el mercado pueden verse ajustes o caídas de esos precios", añade Gavín, que considera que aunque no es una situación que vaya a generalizarse "tenemos que ser más cuidadosos a la hora de invertir en el mercado de emisiones"
Hay algunas con las que se puede perder un 2%, como en el caso de la que lanzó en abril Telefónica con vencimiento a una década y un cupón del 1,46% (aunque con otros bonos emitidos anteriormente se llega a perder incluso un 7,5%). Por el contrario, hay compañías que están dando ganancias de hasta un 8%, como Repsol, que lanzó en enero en Países Bajos bonos en euros con vencimiento a 15 años a un cupón del 5,38%. Unas ganancias que para muchos bancos de inversión son pasajeras ya que "existe un riesgo de que el mercado haya descontado una gran cantidad de noticias positivas sobre las compras de crédito no bancario con grado de inversión", argumentan en un informe de Shroders.
Repsol es la empresa que más retornos ofrece en 2016. Sus emisiones rentan, de media, un 4,74%.
Pero en los últimos años no solo se han lanzado al mercado las grandes cotizadas. Por ejemplo, los bonos que El Corte Inglés emitió el año pasado pierden un 0,42% en 2016, aunque desde que fueron emitidos provocan ganancias, ya que cotizan con un rendimiento del 3,18 frente al 3,87 al que salieron. Mientras que los de Port Aventura, que vencen en 2020, ganan un 1,54% en 2016.
Del total de emisiones corporativas en euros de empresas españolas un 60 por ciento son elegibles por el BCE, es decir, que tienen una calificación de grado de inversión para, al menos, una agencia de calificación crediticia. No obstante, un 30 por ciento de ellas provoca minusvalías al inversor en 2016.
Cada vez plazos más amplios
"Lo que ocurre es que el inversor tradicional de renta fija no tiene incentivos para coger riesgos con bonos de alta calidad". Ante esto, según Ceballos, ha tomado dos vías: bien bajar la calidad crediticia de su porfolio, bien irse a plazos muy largos "para captar un cupón más alto", explica. Un ejemplo de esta demanda es el bono a 50 años que ha lanzado el Tesoro Público. En el mundo corporativo ocurre parecido, y aunque las emisiones más longevas que se han lanzado este año duran 15 años las hay incluso de 30.