
Tras más de seis años con los tipos de interés entre el cero y el 0,25% y un bombeo de liquidez sin precedentes, en el que la Reserva Federal ha engullido activos por valor de 4,5 billones de dólares, los mercados financieros globales dan "palos de ciego" en un momento en que ni la Fed ni el resto de bancos centrales cuentan con referencias históricas a para navegar las turbias aguas en las que nos encontramos. Según el estratega de Deutche Bank, Jim Reid, "nunca antes hemos tenido a los principales países del planeta imprimiendo tanto dinero". En un momento en que Estados Unidos se prepara para una normalización que se promete lenta y tediosa, Janet Yellen y sus chicos no cuentan con la experiencia histórica para revertir estas políticas monetarias sin precedentes.
"En gran medida, estamos dando palos de ciego", advierte Reid en un informe distribuido entre sus clientes. En dicho documento este experto relata como los bancos centrales han acumulado más de 10 billones de dólares en activos denominados en dólares estadounidenses desde el comienzo de siglo, con una concentración en activos de renta fija. Sin embargo, dadas las turbulencias en China, Asia y otros emergentes, como muchos países en América Latina, varios bancos centrales están optando por vender sus reservas, lo que pondrá una mayor presión en la rentabilidad de los bonos de todo el mundo y sobre el dólar. "Esto se debe a los tres riesgos cíclicos: la debilidad en China, la normalización monetaria en EEUU y el colapso de los precios del petróleo", indica el experto de Deutsche Bank.
En estas circunstancias, desde Deutsche Bank consideran que los bancos centrales de los países avanzados, véase el Banco Central Europeo o el Banco de Japón, van a necesitar implementar una política monetaria más laxa para amortiguar el impacto del contexto global. "No creemos que la Fed vaya a apretar demasiado dadas las condiciones globales", señala Reid.
Con el cúmulo de reservas poniendo fin a su expansión, que ha durado más de dos décadas, el mundo sufre lo que se ha tildado como Quantitative Tightening, es decir, el efecto contrario al Quantitative Easing, o la expansión cuantitativa a través de la compra de bonos y otros activos por parte de los principales bancos centrales del mundo.
"No pensamos que esta era de liquidez haya llegado a su fin todavía", advierte el estratega de Deutsche Bank, dado que el frágil sistema financiero global, el letargo económico y el encarecimiento de los activos, garantiza que mucho bancos centrales tengan que continuar aplicando condiciones monetarias laxas y excepcionales para evitar un revés para sus respectivas economía.