En Silicon Valley las 'startups', más conocidas como unicornios, se han vuelto objeto de deseo de firmas como BlackRock o Fidelity para incluirlas en sus fondos de inversión.
Unicornio: dícese del animal fabuloso que fingieron los antiguos poetas, con forma de caballo y un cuerno recto en mitad de la frente. Este engendro mitológico también fue acuñado en 2013 por Aileen Lee, fundadora de la firma de capital de riesgo Cowboy Ventures, para referirse a las startups de Silicon Valley cuyo valor a puerta cerrada superaba los 1.000 millones de dólares.
Una manada que en la actualidad supera las 80 entidades y cuyo valor sumó 28.000 millones de dólares sólo en el último trimestre de 2014. Sin embargo, dentro de esta familia también hay razas y los pura sangre son aquellas compañías cuyo precio supera ya los 10.000 millones de dólares. Mucho se ha hablado de las excesivas valoraciones que pesan sobre la nueva generación de compañías nacidas en Silicon Valley, como el servicio de mensajería Snapchat que, según Bloomberg, cuenta con un valor en el mercado privado de 15.000 millones de dólares, sobrepasando así el de compañías convencionales como Clorox.
La euforia del capital de riesgo paga hasta 15 ó 18 veces la proyección de ventas de estas plataformas, que en la mayoría de casos no generan beneficios. De hecho, Pinterest recaudaba en marzo otros 367 millones de dólares, lo que valoraba a la compañía en 11.000 millones de dólares. Por su parte, Uber, la polémica aplicación de servicios automovilísticos, superaba la cota de los 40.000 millones de dólares el pasado diciembre. Precios que algunos señalan como un sobrecalentamiento, pero que cada vez más fondos de pensiones comienzan a incluir en sus carteras.
Mientras tradicionalmente los planes de pensiones de millones de estadounidenses, cuyas jubilaciones dependen de planes privados a través de los conocidos 401-K, cuentan con un importante componente de inversión en renta variable -con títulos en cartera como General Electric, Ford o Coca-Cola- muchos gestores no quieren dejar escapar la jugosa rentabilidad que muchos de estos unicornios generarán a sus inversores si deciden cotizar en bolsa.
BlackRock, Fidelity o T. Rowe Price han rubricado ya acuerdos valorados en miles de millones de dólares para tomar una participación en estos unicornios e incluirlos así en sus fondos mutuos que suelen dictar los planes de pensiones de muchos estadounidenses. En un momento en el que la renta variable en EEUU no ofrece unos beneficios demasiado jugosos tras seis años de mercado alcista, estos gestores apuestan por estas compañías privadas en busca de rentabilidad.
Actualmente, el Contrafund de Fidelity incluye 204 millones de dólares en acciones de Pinterest, 162 millones de dólares en acciones Uber y 24 millones de dólares en acciones Airbnb, según datos publicados por el New York Times. El año pasado, estos fondos de inversión de gran reputación participaron en 29 operaciones para tomar posiciones en esta clase de empresas privadas, cuyo valor colectivo asciende hasta los 4.700 millones de dólares, según la consultora CB Insights. T. Rowe Price fue el gestor más activo, con un total de 17 inversiones en empresas privadas dentro del sector tecnológico.
Dado que estas empresas de tecnología no están obligadas a presentar sus cuentas ante la Comisión de Mercados y Valores de EEUU (SEC, por sus siglas en inglés) y sus acciones no se negocian en mercados tradicionales, sus niveles de especulación suelen ser mucho mayores, un riesgo que hasta ahora no solía adosarse a los planes de jubilación.
Dicho esto, si tenemos en cuenta que Uber valía 3.500 millones de dólares a mediados de 2013 y en estos momentos su precio supera los 40.000 millones de dólares tras sus últimas rondas de financiación, los retornos que ofrecen esta clase de compañía es asombrosa si se compara con la evolución de otros títulos convencionales.
Aún así, aunque los movimientos de estos grandes gestores indican que estas empresas privadas podrían llegar a salir a bolsa a precios superiores a los registrados en sus últimas rondas de financiación, esto no es una ciencia cierta y podría suponer un peligro para los planes de pensiones de los estadounidenses.
Desde la revista Fortune, Dan Primack, rebajaba el tono ofrecido por el New York Times a este respecto al afirmar que la exposición a estas startups del Fidelity Contrafund, sólo supone un 0,3% del total, por lo que el riesgo real es muy limitado y el margen de rentabilidad justifica el mantener este tipo de activos en cartera. La tecnología siempre ha sido un sector con mayor riesgo pero a su vez mucho más atractivo en términos de crecimiento potencial. Durante los últimos años, los querubines de Silicon Valley suelen mantenerse más tiempo bajo el cobijo del sector privado, aupados por el capital de riesgo y otras fuentes de financiación. Esta cuarentena hace que muchas de estas compañías cuenten con una radiografía financiera mucho más saneada cuando deciden dar el salto a los parqués estadounidenses.
Por ejemplo, cuando Microsoft comenzó a cotizar en el mercado, allá por 1986, sus ingresos alcanzaban los 196 millones de dólares, alrededor de 417 millones de dólares actuales si lo ajustamos a la inflación. En comparación, cuando Facebook, la red social más grande del mundo, decidió salir a bolsa en 2012, sus ingresos tocaban los 3.700 millones de dólares. Según distintas estimaciones, Uber podría contar con unos ingresos netos de alrededor de 2.000 millones de dólares este año.