
Desde junio del año pasado, los precios del crudo viven bajo la presión del exceso de demanda, que ha llevado los inventarios en Estados Unidos a tocar niveles históricos. Mucho se ha hablado durante los últimos meses sobre la deuda de alto riesgo relacionada con el fracking en el país, una práctica costosa cuya sostenibilidad se pone en evidencia con un barril en los niveles actuales.
"Hacer proyecciones sobre el precio del crudo puede parece intrascendente en estos momentos, pero esperamos un barril a 50 dólares durante los próximos tres años", explica Tarek Hamid, analista de J.P. Morgan Chase.
En estas circunstancias, el banco estima que hasta el 30% del mercado de bonos de alta rentabilidad dentro del sector podría acabar en impago. Sin embargo, con un spread de hasta 800 puntos básicos, la tasa de impagos podría ascender hasta el 40%. Es decir, el mercado descuenta ya un crudo por debajo de los 50 dólares el barril a corto plazo. Este "horroroso" escenario implicaría un barril de crudo en los 50 dólares y el precio del gas en alrededor de los 3 dólares durante los próximos tres años.
Así en 2015, el 3,9% de la deuda de alto riesgo del sector podría sufrir un default. Este porcentaje ascendería hasta un 4,3% y un 19,7% en 2016 y 2017, respectivamente.
"Los spreads actuales implican un impago acumulado de entre el 30% y el 40% de la deuda de alto riesgo (high yield energy, en inglés), con una mayor concentración en el mercado de servicios energéticos", señala Hamid y su equipo. Dicho esto, desde J.P. Morgan se muestran optimistas con el mercado de deuda de alta rentabilidad dentro del sector energético. Tanto que han mejorado su recomendación hasta sobreponderar.
Desde su punto de vista, buena parte de las compañías con bonos de deuda de alta rentabilidad, como Denbury, Hilcorp o Rosetta, han sabido cubrirse las espaldas ante el volátil panorama para el oro negro. De hecho, actualmente la presión se centra más en las compañías relacionadas con servicios energéticos que en las exploradoras y productoras.
Buena parte de las compañías energéticas que han emitido deuda con intereses muy altos han reducido sus inversiones en capital en más de un 40% además de mejorar la gestión de riesgo, algo que ha ayudado a eliminar de la mesa el escenario más pesimista planteado por la entidad bancaria.