
Los ahorradores griegos han entendido que, ahora más que nunca, el dinero está más seguro en cualquier sitio que en las entidades financieras. Los datos publicados ayer por el Banco de Grecia no dejan lugar a dudas: no es momento para patriotismos con el país bordeando la salida del euro.
En febrero retiraron 7.574 millones de euros de los depósitos, lo que se une a los 12.243 millones que sacaron en enero, en total, un 11% del PIB del país que ha salido de las entidades financieras. Nunca en la historia del país se había producido una retirada de depósitos igual, ni siquiera durante el año 2012, cuando algunos analistas empezaron a hacer cábalas sobre una posible salida del país de la moneda común. En abril y junio de ese año, antes de que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, salvase al euro, los griegos llegaron a retirar 15.365 millones, frente a los 19.817 millones de este año.
El temor de los ahorradores es tal que al cierre de febrero dejaban en los bancos el volumen más bajo en una década: 140.468 millones de euros. Es necesario remontarse 10 años, hasta 2005, para ver una cifra tan baja. En 2009, cuando la crisis del euro todavía no había golpeado con toda su dureza a la eurozona, los bancos griegos llegaron a acumular casi el doble de depósitos: 240.000 millones de euros.
Esta salida de depósitos histórica era un secreto a voces que el mercado ya se temía. La liquidez de emergencia que ha provisto el BCE bajo el programa de asistencia (ELA) no ha hecho otra cosa que aumentar en los últimos meses. Solo así se explica que los bancos helenos sigan en pie con el mercado interbancario cerrado y con la salida de depósitos que han sufrido. Actualmente el BCE dispone 71.100 millones a las entidades del país.
La tensión también sigue instalada en el mercado a medida que a Grecia se le acaba el tiempo. El bono a tres años repuntó ayer y se quedó a las puertas del 20%.