
Ayer se produjo la segunda sesión consecutiva de ventas de bonos en la Eurozona. Ventas que superaron las compras del Banco Central Europeo (BCE) que está inyectando cada día una media de 3.300 millones de euros al mercado.
Esto significa que cada día se produce una fuerte salida de inversores de deuda europea, tanta que supera las inyecciones del BCE. Los ahorradores buscan rentabilidad lejos, ya que en la Eurozona los bonos sin riesgo cotizan en negativo y los de más riesgo, apenas pagan rentabilidad.
En este escenario, EEUU se está convirtiendo en uno de los destinos preferidos de los inversores europeos, que encuentran en la deuda de largo plazo una rentabilidad superior al 2% (en Europa, ni Portugal ofrece esta cifra).
El resultado ha sido que, desde el inicio de las compras del BCE el pasado 9 de marzo, el bono en el que más se ha reducido la rentabilidad exigida por el mercado ha sido el estadounidense (la rentabilidad es inversa al precio, que por lo tanto se ha disparado).
Desde entonces, los inversores solo vendieron bonos en dos sesiones, mientras que en las 10 restantes cayó la rentabilidad exigida. De este modo, en menos de tres semanas, el retorno del título a 10 años ha caído desde el 2,25 % hasta el 1,88% al que cotiza hoy. A 30 años, la rentabilidad es del 2,47%.
Una buena parte de este rally también ha venido fomentado por las declaraciones de la Reserva Federal (Fed) de las últimas semanas, donde se percibe una calma mayor de la esperada a la hora de normalizar su política monetaria. Donde más se aprecia la caída de las rentabilidades ha sido en los tramos largos, con un evidente aplanamiento de la curva.
En el bono más largo, el de 30 años, el retorno ha descendido casi 40 puntos básicos. Una caída que muestra cómo los inversores se han movido a EEUU en busca de rentabilidad y se están protegiendo de las subidas de tipos de la Fed comprando los tramos largos. De este modo, la sensibilidad a cualquier alza del precio del dinero este año, tendrá un impacto menor en esta parte larga.