
La última reunión del año de la Reserva Federal (Fed) sirvió para mostrar el avance de las discrepancias de los líderes de la entidad cuando se encuentran ante la encrucijada más complicada: la de comenzar a subir los tipos de interés.
La institución llega a este momento en un contexto peor del esperado, con la inflación y la economía enfriándose, lo que ha hecho saltar las voces de las palomas (miembros proclives a mantener los estímulos por más tiempo). Richard W. Fisher, de la Fed de Dallas y, Narayana Kocherlakota, de Minneapolis, votaron en contra de las decisiones adoptadas, ya que creen que la entidad no debe tener prisa en empezar a subir los tipos de interés. Y eso que el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) acordó "ser paciente en empezar a normalizar su política monetaria", un cambio con el que pretende dar más transparencia a la hoja de ruta de la entidad después del fin del programa de compra de activos en octubre (QE3).
Además, no quiso retirar su expresión clave de las últimas reuniones: "Seguirán en estos niveles por un periodo considerable de tiempo". Por si fuera poco, la presidenta de la entidad, Janet Yellen, advirtió que "no hay ningún cambio en nuestras intenciones de política monetaria". No solo eso, también advirtió que los tipos de interés subirán de forma lenta y paulatina, y que no volverán hasta niveles de equilibrio de largo plazo (en el 3,75%) hasta que la inflación y el desempleo se mantengan de forma consistente en su objetivo. Esto significa que el proceso de subida de los tipos de interés hasta niveles normalizados podría no completarse hasta finales de 2017. Sin embargo, Yellen no fue tan clara a la hora de detallar hasta cuándo mantendrá el precio oficial del dinero en mínimos históricos.
Dos de los 17 miembros del Comité votaron por mantener los tipos de interés en el mínimo histórico actual (entre el 0 y el 0,25%) durante todo el año 2015, aunque la mediana se situó entre el 1 y el 1,25%, mientras que en la previsión de septiembre se situaron 0,25 puntos porcentuales por encima. Para 2016, la mediana volvió a mantenerse en el 2,5%, igual que en septiembre.
Un ojo a la inflación
Una de las preocupaciones de la Fed es la debilidad de la inflación, provocada principalmente por la caída del precio del petróleo, que supone "uno de los impactos más importantes para las previsiones económicas en el mundo". En cualquier caso, la entidad cree que su efecto sobre los precios será "transitorio", por lo que los líderes de la entidad rebajaron con fuerza sus estimaciones del IPC, pero sólo para 2015, ya que para 2016 lo mantuvo sin cambios. Pasaron de una horquilla entre el 1,6 y el 1,9 por ciento de septiembre hasta el 1/1,6%. Al mismo tiempo, recordó que la caída del precio de la energía "pone más dinero en el bolsillo de los ciudadanos", lo que tiene un impacto positivo sobre la renta real y el consumo. La entidad revisó las previsiones de crecimiento del PIB para este año al alza, hasta el 2,3/2,4%, pero las mantuvo sin cambios para 2015.
Wall Street celebró con alzas las decisiones de la entidad, ganancias que llegaron a superar el 2% en el S&P 500, aunque el efecto Fed se pasó después de que Yellen dudara a la hora de explicar cuánto tiempo se mantendrán los tipos de interés en mínimos históricos. Una hora después, la subida de Wall Street se moderó hasta la zona del 1,5% y el dólar aceleró su avance contra el euro. Una situación que podría parecer contradictoria, pero que tiene sentido si se valora que el cambio final de la Fed ha sido más de palabra que de intenciones y que no ha sido capaz de determinar el tiempo exacto por el que los tipos seguirán bajos.