
El multimillonario inversor, Carl Icahn, afirma que la caída del crudo que ha provocado vaivenes en la renta variable de todo el mundo podría desenmascarar una burbuja dentro de la deuda basura a nivel corporativo. Durante una entrevista publicada con la agencia Bloomberg, Icahn ha reconocido que la rentabilidad de los bonos de alto riesgo "sigue siendo excesivamente baja". Es decir, las compañías de riesgo pueden financiarse de forma fácil pese a que sus operaciones sean dudosas.
Desde el punto de vista de este inversor, conocido por su activismo, la liquidez es "efímera" y la deuda de alto riesgo es "es una burbuja que no estallará hasta de dentro de unos años". Para muchos expertos, la liquidez es la excusa que justifica la ausencia de "burbujas" en este segmento de la renta fija.
La caída del crudo por debajo de los 60 dólares el barril por primera vez en cinco años ha puesto de manifiesto la delicadeza de la deuda basura, especialmente dentro del sector energético y de las exploradoras de esquisto que se han endeudado hasta puntos insospechados para subirse a la ola del boom estadounidense. Como bien apunta el Wall Street Journal en su edición de hoy, el índice de deuda de alto riesgo de J.P. Morgan ha registrado pérdidas en sus 21 sectores durante cinco días desde el pasado 9 de diciembre.
Según el WSJ, la caída del petróleo está exponiendo las grietas en el mercado de bonos basura, que recordemos asciende hasta los 1,3 billones de dólares. Esto podría poner una mayor presión en la financiación de las empresas y, potencialmente, generar una desaceleración del crecimiento económico.
Una retirada en el mercado de los bonos basura es a menudo un indicador que desata una evaluación más amplia del riesgo en los mercados financieros, aumentando la posibilidad de que los inversores pongan más cuidad a la hora de invertir en renta variable y otros activos. Ya ha habido varios llamamientos, especialmente a principios de este año, que advertían que el mercado de bonos basura podría sobrecalentarse desatando el riesgo de una retirada mayor a la que espera el conjunto del mercado. La nueva regulación tras la crisis financiera de 2008 ha afectado la capacidad de muchos bancos intermediarios de amortiguar una ola de ventas, sobre todo en los activos de riesgo.