
La noche previa a la reunión del Banco Central Euorpeo (BCE) se celebra tradicionalmente una cena de trabajo en la que los representantes de los bancos centrales de cada país y los miembros del Consejo de Gobierno preparan el encuentro del día siguiente. En esta ocasión, la cena se le puede atragantar a más de uno, si se tiene en cuenta la tensión que se respira en el seno del BCE en las últimas semanas.
La entidad ya ha agotado las políticas monetarias más ortodoxas hasta el punto de que si algunos miembros del BCE quieren ser más agresivos, necesitan medidas más polémicas, como puede ser la compra de bonos soberanos que se ha discutido en las últimas reuniones. La comitiva alemana, con tres miembros con derecho de voto, está más que preocupada por las decisiones que pueda adoptar la entidad, pero están más preocupados todavía por las improvisaciones de su presidente, Mario Draghi, ante la prensa. Reuters citó ayer a fuentes internas de la institución que están descontentos con la actitud de Super Mario y esperan poder mostrar su incomodidad en la cena de esta noche. La gota que colmó el vaso de los halcones fue el anuncio de Draghi de que el objetivo de la entidad es elevar su balance en un billón de euros, hasta niveles de 2012.
En la cena, algunos banqueros centrales transmitirán a su colega italiano su incomodidad ante sus declaraciones a la prensa, ya que quieren que se ciña a las decisiones adoptadas por el conjunto de líderes de la entidad. Mientras tanto, los rumores que dudan de la continuidad de Draghi al frente del BCE siguen tomando fuerza en la víspera de una reunión de la que el mercado espera detalles sobre los estímulos que ya están anunciados (el programa de compra de bonos de titulización o ABS) y, además, alguna medida extra. Todo ello, con la oposición de Alemania, que cree que la entidad ha pasado el límite tolerable de su mandato. Buen provecho para la cena de esta noche.