Muchos se preguntarán qué más tiene que pasar para que las familias españolas miren más allá de los depósitos bancarios. Porque ni siquiera el hecho de que sus rentabilidades estén ya en mínimos históricos (rinden un 1,12% de media a un año) sirve para vaciar una piscina que reúne el 45,8% del ahorro financiero de los hogares -sin incluir cuentas a la vista-, según datos Inverco.
La prueba es que en julio, según ha publicado el Banco de España, las familias españolas destinaron a depósitos 740.800 millones de euros, casi 4.000 millones más que en julio de 2013.
El trasvase es lento. Después de que en junio el dinero que las familias invirtieron en estos productos aumentara respecto a mayo, en julio los hogares retiraron 2.700 millones de euros respecto a junio. Y es que las alternativas, en caso de no querer asumir nada de riesgo, no son mucho más atractivas.
Faltan alternativas conservadoras rentables
Por ejemplo, las letras con vencimiento a un año, que son los títulos de todos cuántos emite el Tesoro Público que más compiten por captar el ahorro de los particulares, sólo ofrecieron un 0,16% en la última subasta. Es decir, casi un punto menos de rentabilidad que los depósitos. Y el panorama se recrudece aún más cuando se piensa en vencimientos inferiores: un 0,032% a tres meses y un 0,107% a 9 meses.
El largo plazo tampoco es más alentador. La rentabilidad del bono español a dos años ofrece un 0,25% en el mercado secundario (el lugar donde se intercambian los títulos una vez que son emitidos), menos incluso de lo que paga la deuda americana.
La inflación juega a favor
Y si a los bajos rendimientos que ofrece la renta fija (la privada tampoco se escapa de pagar menos) se le une que la inflación volvió a registrar una tasa negativa en agosto (del 0,5 por ciento), ambos factores hacen de los depósitos un flotador con el que ganar un interés real del 0,62%o.