Con el fantasma de la deflación sobrevolando la eurozona, la recuperación estancada y el flujo de crédito parado, el Banco Central Europeo (BCE) sigue buscando alternativas no convencionales para reparar un mecanismo de transmisión de la política monetaria que está roto. ¿En qué consiste esta ruptura? En que la rebaja de los tipos de interés y los manguerazos de liquidez a la banca no acaban de llegar a la economía real. El mandato de la entidad prohíbe actuar directamente sobre las empresas o los ciudadanos, por lo que está obligada a actuar a través del sistema financiero. La última medida que está estudiando la institución es la de activar un programa de compra de titulizaciones respaldadas por activos, esto es, los famosos ABS, por sus siglas en inglés.
El BCE quiere recuperar este sector que está de capa caída desde el inicio de la crisis. Un mercado que llegó a alcanzar un volumen próximo a los 1,3 billones de euros y que en 2014 se ha quedado en la mitad. Pero no quiere rescatar cualquier tipo de titulización, quiere reanimar aquellas que están respaldadas por préstamos a pequeñas y medianas empresas, de modo que pretende resucitar a un mercado prácticamente muerto desde el inicio de la crisis. Según los datos de la Asociación para los Mercados Financieros en Europa (AFME, por sus siglas en inglés), el tamaño de este mercado de ABS respaldados por créditos a pymes al cierre del primer trimestre cayó hasta los 108.000 millones de euros, menos de un 4 % del total de activos de los bancos de la eurozona.
Los expertos valoran esta medida de compra de ABS como muy positiva, si es que finalmente la entidad la aprueba, aunque creen que su impacto también será limitado. Si bien quiere conseguir que este mercado resucite, como el ave Fénix, también es cierto que sus cenizas ni son, ni fueron lo suficientemente grandes como para esperar grandes noticias. Es más, los expertos creen que la actuación del BCE por sí sola no conseguirá cambios profundos y que, además, son necesarias medidas adicionales que reactiven el apetito de la banca por las titulizaciones.
Los hombres de Fráncfort están elaborando todavía el que puede ser el programa más ambicioso de la historia del BCE, en tanto que se trataría de la medida más heterodoxa nunca adoptada por la institución. Aunque queda camino hasta que acaben su elaboración (y si finalmente se deciden a aprobarla), ya hay tres líneas básicas que deberán cumplir los ABS para ser susceptibles de compra y que limitan el mercado. Tienen que ser sencillos, transparentes y que los activos subyacentes sean préstamos a la economía real. Esto significa que "hace falta que sea deuda de empresas auditadas, que tengan un rating, lo que estrecha mucho las posibilidades, ya que la mayoría del tejido empresarial está formado por pymes", explica Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia: "Se trata de un mercado que en muchas ocasiones se ha sobreestimado". "Su volumen no alcanza los 200.000 millones, por lo que, en realidad, sería necesario crear mercado", explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi, "no es muy diferente de lo que pasó en EEUU con la Reserva Federal y su programa de compras de cédulas hipotecarias".
No es el único problema al que se enfrentan las cenizas de los ABS para resucitar. Los expertos señalan otro problema, el del tratamiento de estos activos en la regulación bancaria Basilea III. "Se trata de títulos que tienen un consumo de capital bastante penalizador mientras los bancos los tengan en balance", explica Enrique Pérez-Hernández, profesor del IEB, esto es, los bancos tienen que provisionar un alto nivel de reservas por estos títulos. "Para que este mercado crezca es fundamental que el regulador dé a los ABS una calificación de máxima liquidez". "El tratamiento de las titulizaciones sigue siendo injustamente punitivo frente a otros activos con un riesgo crediticio similar", afirma Richard Hopkin, director de AFME.
Por qué reactivarlo ahora
Existe otra gran dificultad para reanimar el mercado de las titulizaciones, la de limpiar su reputación. Cualquier empresa puede titulizar, pero es la banca la que más ha aprovechado esta fórmula por la cantidad de activos que tiene en balance y que puede agrupar para emitir deuda que tendrá el respaldo de estos títulos. Esta técnica, que en años previos al estallido de la crisis se había convertido en una fuente de financiación alternativa para el sector financiero en Europa, acabó muriendo porque rápidamente se relacionó a la crisis de las hipotecas subprime. Sin embargo, el mercado de titulizaciones a este lado del Atlántico, y concretamente las de préstamos concedidos a empresas, poco tiene que ver con aquellos paquetes con activos tóxicos camuflados, que recibían calificaciones de sobresaliente de las agencias de rating. Es más, una de las enseñanzas que deja el abuso de las subprimes es que ahora se mire con lupa la calidad de los activos subyacentes.
En España, las titulizaciones más populares han sido claramente las de cédulas y préstamos hipotecarios, mientras que la titulización de otros activos no ligados a la cartera inmobiliaria nunca ha tenido un peso relevante. Incluso antes del estallido de la crisis, en 2007, la titulización de créditos a pequeñas y medianas empresas solo suponía un 12 % de las emisiones totales, según recoge un informe de estabilidad financiera del Banco de España.
A cierre del primer trimestre, en España había un saldo vivo de 29.000 millones en titulizaciones de créditos en pymes, según datos del AFME. Sin embargo, no todo estaba colocado, es decir, que buena parte de estos activos fueron titulizados pero los bancos los siguen teniendo en balance ante la imposibilidad de colocarlos. ¿Por qué se ha seguido titulizando entonces si no se vendían? Porque las entidades pueden presentar algunos de estos activos como colateral, como aval, para lograr préstamos del BCE.
Pero, ¿por qué es importante dejar de demonizar este mercado y que la banca logre colocar titulizaciones? ¿Realmente puede reanimar el crédito? Cuando las entidades agrupan estos activos, en este caso préstamos a pymes, y consiguen venderlos están obteniendo liquidez, es decir, un dinero que pueden volver a prestar. En estos momentos coinciden varias circunstancias que sí pueden contribuir a su reactivación, que no solo pasan por la disposición del BCE y ese posible programa de compras por el que sería la propia institución quien comprase los créditos. La inyección de un billón de euros que la institución pretende poner a disposición de la banca europea en los próximos años contiene la exigencia de que las entidades que soliciten fondos deben trasladarlos a través de la concesión de préstamos.
Los expertos consideran que, además, lo importante es que el interés no sólo es del BCE y de las entidades. Miguel Ángel Bernal, coordinador del depatarmento de investigación del IEB, confía en la "regeneración de los mercados" y opina que existe demanda por parte de los inversores en comprar estas nuevas titulizaciones.