El que la sigue, la consigue, y el FMI tiene muy claro que Mario Draghi y los funcionarios del Banco Central Europeo deben imitar las medidas tomadas por la Reserva Federal y comprar bonos y activos "a gran escala" para sacar a la eurozona del atolladero.
Christine Lagarde, directora gerente de la institución, trasladó este mensaje a los ministros europeos de economía y finanzas después de que sus lacayos concluyeran que el crecimiento económico de Europa no es "ni robusto, ni lo suficientemente fuerte". De hecho, la baja inflación, incluso en los países del núcleo duro, es motivo de preocupación.
"La inflación se encuentra en tasas preocupantemente bajas", estimó el FMI, al señalar que esta situación podría retrasar el consumo y lastrar la competitividad de la zona euro. Además, señalaron otros dos talones de Aquiles: el crecimiento por debajo de lo estimado y los niveles de deuda, que siguen siendo elevados en un momento en que los balances bancarios siguen sin terminar de sanearse.
El FMI destacó el elevado endeudamiento de la zona euro como un obstáculo para la recuperación. También apuntó que las políticas deben centrarse en el aumento de la demanda, la reparación de los balances y la promoción de las reformas estructurales.
Es por ello que Lagarde recomendó que, en el caso de que los precios se mantengan bajos, el BCE debería tomar nota de las acciones llevadas a cabo por la Fed desde 2008 y comenzar a engullir activos financieros. Y es que el banco central ha aumentado su balance en los últimos cinco años hasta superar los 4 billones de dólares. Una glotonería que en el caso europeo debería centrarse específicamente en la compra de bonos soberanos de sus países miembros, fijando la cantidad dependiendo de las contribuciones de cada país.
"Si la inflación continúa baja, el BCE debería considerar un programa de compra de activos a gran escala, principalmente sobre bonos soberanos". Es decir, esta flexibilización monetaria a la europea no se centraría solamente en determinados países. A ojos del Fondo, un programa de compras de activos, supondría un "impulso para la confianza, mejorando el balance tanto de las empresas como de las familias, ya que estimularía la concesión de créditos bancarios". Una nutritiva píldora que debería tener un impacto significativo tanto en la demanda como en la inflación.