
Los casi 39 años de reinado de Juan Carlos I han coincidido con una etapa de crecimiento de la economía española, que ha avanzado de media un 2,2% anual. El llamado milagro económico español se ha extendido a todas las vertientes, incluida la bolsa. Basta con ver la evolución del Índice General de la Bolsa de Madrid (IGBM), que se revaloriza un 850% desde aquel 22 de noviembre de 1975.
Sólo habían pasado dos días de la muerte de Franco. España era un país de 35,5 millones de habitantes en el que el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita rondaba el equivalente a unos 3.500 euros anuales (hoy se sitúa cerca de los 24.000 euros). Con menos de 600.000 desempleados (hoy son diez veces más), el paro, que se acercaba al 5%, no era un problema.
Corrían buenos tiempos para la economía española. El PIB crecía a un ritmo del 3,2%, de hecho, en tan sólo tres de los casi 40 años de democracia ha sufrido una contracción. Fue en 1979, 1981 y 1993 (un año después de la Expo de Sevilla y los JJOO de Barcelona), en plena Transición y al calor de las sucesivas crisis del petróleo. Lo que también propició un incremento del Índice de Precios al Consumo (IPC), que marcó su nivel más alto en 1977, en el 26,4%. Por entonces, los Pactos de la Moncloa abrieron las puertas a la integración de España en la Comunidad Económica Europea (CEE).
Con la firma del Tratado de Adhesión a la CEE, en 1985, no sólo se inició la apertura de España al exterior, sino que además se normalizó la evolución de los precios. Ese año, el IPC marcó el 8,2%, algo por encima de la media de las últimas cuatro décadas, en las que el coste de la vida medio ha sido del 6,7%. Mientras que desde la integración europea, la inflación se ha situado en el 3,9% de media. Muy cerca del objetivo de la Unión Europea de mantenerla en torno al 2%.
Del empleo al desempleo
Con la tasa de desempleo ocurrió lo contrario. Antes de la integración de España en la CEE, se situaba en el 5 %. Sólo unos años más tarde, en 1994, el paro alcanzaba el 24,1%, el nivel más alto de la historia, sólo superado por el actual (25,9%). Todo como consecuencia de la grave crisis que sacudió a España un año antes y que también se vio reflejada en un elevado gasto público, que disparó el déficit hasta el 6%. Precisamente, una cifra similar a la de ahora, que se prevé que cierre 2014 en el 5,9%.
Aún así, la cifra más alta de todo este periodo se alcanzó en 2009. Sólo un año después de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero revalidara su mandato, el déficit escaló hasta el 11,1%. Un capítulo aislado que ha permitido que la media de los últimos 40 años se haya situado en el 3,6%, mientras que la de paro ha sido del 16%.
Otro de los cambios que trajo consigo la democracia fue el aperturismo, que permitió a España aprovecharse de una nueva forma de financiación al poder salir al exterior en busca de recursos de los inversores internacionales. Dos años después de la toma de posesión de Juan Carlos I, la deuda pública en relación al PIB se situaba en niveles históricamente bajos del 5,6%.
Y desde entonces, se ha ido incrementando, hasta el punto de que se ha multiplicado por 20, alcanzando a finales de 2013 el 93,9%, un nivel sin precedentes forjado en los últimos años de la democracia. A pesar de que en la legislatura de José María Aznar (1996-2004) esta magnitud disminuyó del 66,8 al 49,8%, en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) pasó del 49,8 al 70,5%.
El resultado de los distintos altibajos es que la deuda pública se ha situado en las últimas cuatro décadas, de media, en el 45%.
En lo relativo a los mercados, cuando el Rey llegó a la jefatura del Estado, el Índice General de la Bolsa de Madrid (IGBM) cotizaba cerca de los 115 puntos. En estos casi 39 años de reinado, el indicador se ha revalorizado un 850%, hasta los 1.106 puntos. Una subida tres veces superior a la que ha vivido el Ibex 35 desde que vio la luz oficialmente el 14 de enero de 1992. El selectivo que reúne a los 35 principales valores de la bolsa española ha experimentado un alza del 300% desde entonces. Y, desde sus mínimos de julio de 2012, el Ibex se revaloriza ya un 82%.
A lo largo de estos años, el IGBM ha evolucionado a la par que el particular milagro económico español, hasta tocar máximos en el año 2007, superando los 1.700 puntos. Pero, obviamente, también ha notado los zarpazos de la crisis más reciente, que en julio de 2012 le hizo perder un 65% de su valor desde los citados máximos. Desde los mínimos registrados en 2012, el índice avanza hasta ahora un 83%.
Embajador de la Marca España
Corría el año 1976 cuando Don Juan Carlos y Doña Sofía llevaron a cabo el primer viaje de Estado a República Dominicana y Estados Unidos. Y es que precisamente su faceta de embajador de España del Monarca será una de las más recordadas, ya que ha supuesto un impulso importante para la internacionalización de las empresas españolas. "El papel jugado por el Rey durante estas décadas ha impulsado positivamente las relaciones internacionales de nuestras empresas, sobre todo dadas sus buenas relaciones con países tanto de Oriente Próximo como de América Latina", señala Javier Urones, analista de XTB. De hecho, tras su visita a República Dominicana, ese mismo año viajó a Colombia y Venezuela, en 1977 a Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá, en 1978 a México, Perú y Argentina, y en 1983 a Brasil y Uruguay.
"En Latinoamérica, el Príncipe Felipe ha encabezado ya varias visitas diplomáticas, en las que ha conseguido fraguar una buena relación con dirigentes latinoamericanos. Empresas españolas como Telefónica, Prosegur o Prisa tienen un vínculo fuerte con esta región", indica Victoria Torre, analista de Self Bank. El año pasado, la compañía que preside César Alierta facturó un 52,1% en América Latina. Es más, es el continente que más ha visitado el Rey, en unas 80 ocasiones.
A este respecto, el tejido empresarial de nuestro país siempre ha ensalzado la figura del Rey como gran distribuidor de la Marca España. Sólo hay que remontarse a junio de 2012, cuando el Monarca se reunió con los presidentes de Brasil, Chile, Colombia y Perú apenas siete semanas después de su operación de cadera. Un viaje en el que Don Juan Carlos acompañó a compañías como Banco Santander, Telefónica, Iberdrola, Repsol, Acciona, Gas Natural o Indra.
Las buenas relaciones del Monarca también le han dirigido a abanderar a las empresas españolas en los países árabes. En sus últimos meses de mandato Don Juan Carlos ha hecho alarde de sus buenas relaciones con los mandatarios de estos países sirviendo de punto de conexión con las empresas españolas. Así, en el mes de abril comenzó un verdadero tour en el que visitó seis países del Golfo Pérsico: Emiratos Árabes, Kuwait, Omán, Bahrein, Arabia Saudí y Qatar.
Estos viajes recogieron el objetivo común de apoyar a las compañías de nuestro país cuya aspiración es extender su actividad a proyectos desarrollados en estas regiones. En algunos de estos viajes, como por ejemplo su visita a Arabia Saudí, Don Juan Carlos I estuvo acompañado de casi una treintena de empresarios españoles que representaban a compañías como FCC, OHL, Sacyr, ACS, Técnicas Reunidas o Ferrovial.
"Para algunos sectores, especialmente el constructor e industrial, la labor diplomática que se pueda hacer desde el Gobierno o la Monarquía siempre es un plus a la hora de posicionarse para la adjudicación de contratos. El Rey Juan Carlos tenía muy buena relación con los dirigentes de Oriente Medio, una circunstancia que ha sido favorecedora para la obtención de determinados contratos de obras e infraestructuras por parte de compañías españolas. Es el caso de OHL, Técnicas Reunidas o Acciona, que cuentan con una importante presencia en países como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Catar", explica Victoria Torre. En este sentido, el ejercicio pasado Técnicas Reunidas obtuvo más de un 30% de sus ingresos de Oriente Medio, mientras que ACS facturó más de un 40% en la región de Asia-Pacífico en 2012.
Uno de los grandes proyectos en los que la figura de Don Juan Carlos ha resultado clave ha sido el contrato del AVE La Meca-Medina, en el que trabajan grupos como OHL o Indra. Se trata de un proyecto valorado en cerca de 7.000 millones de euros con 450 kilómetros de longitud y que se espera que utilicen cada día alrededor de 160.000 personas.