El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, quiso cortar todos los rumores de raíz. A falta de una semana y media para su reunión de mayo (será el jueves, 8), el banquero central quiso dejar bien claro, ante el Bundestag, que una cosa son sus declaraciones públicas y otra muy diferente sus pretensiones reales.
Según publicó este martes Bloomberg, el líder del BCE se reunió el pasado lunes con legisladores germanos para exponerles que un programa de compra de activos no es inminente y es relativamente improbable actualmente. La agencia citó a una persona presente en el encuentro, cuya identidad no quiso revelar.
Unas revelaciones que, en el caso de ser ciertas, contrastan con las declaraciones públicas de Draghi en las que aseguró que "están sobre la mesa todas las herramientas a disposición de la entidad". De hecho, en la última reunión afirmó que los miembros del Consejo de Gobierno "discutieron un programa de compra de activos", en palabras del banquero central italiano. En concreto, este programa que en teoría está sobre la mesa, pero que en la práctica podría no haber sido nunca una posibilidad real, tendría características comunes con el famoso Quantitative Easing (QE) de la Reserva Federal.
El principal foco de discusión que genera un programa de compras de activos del BCE pasa por la posibilidad de habilitar una herramienta para la compra de bonos públicos. El mandato de la entidad remarca la prohibición de financiar estados, lo que ha supuesto un foco de tensión durante los últimos años. Es un tira y afloja entre Alemania y los países periféricos (también Francia) que piden mayores estímulos monetarios a la entidad. Berlín no quiere, bajo ningún concepto, que la entidad financie la compra de bonos de estados para evitar mutualizar deudas. Además, la ortodoxia germana no quiere entrar en una espiral en la que el banco central monetice deuda soberana.
La posibilidad de que el BCE activase un QE no dejaba de ser remota para los analistas, pero con esta información se cae del abanico de herramientas. Los inversores reaccionaron con ventas de bonos: la rentabilidad del título español a 10 años superó durante el día el 3,1%, para cerrar finalmente en el 3,07%.
Camino a los tribunales
El principal enfrentamiento entre el BCE y Alemania se produjo por la activación del programa OMT. Con esta herramienta Draghi acabó con la gran crisis del euro en el verano de 2012, ya que supuso un auténtico cortafuegos a la especulación sobre la quiebra de los países periféricos. El programa activa la posibilidad de que el BCE compre deuda de los países que pidan un rescate a Bruselas en el mercado secundario. De momento nunca ha sido empleado, aunque ha sido suficiente para acabar con los temores de quiebra del euro.