
El deshacerse de muchas acciones puede generar un pago de impuestos alto, especialmente si las plusvalías son elevadas o el marginal muy alto.
Es una de las novedades fiscales que sentiremos más real a partir del 1 de abril, cuando arranca la fecha para pedir tanto el borrador como los datos fiscales del periodo 2013. Desde el año pasado las plusvalías a corto plazo (lo que hemos ganado en operaciones en bolsa en menos de doce meses), dejan de 'costar' un 21-27 por ciento de lo ganado, para subir hasta el marginal de cada uno (el más alto es el 52% que se aplica en Cataluña).
Es más, esas plusvalías, que se suman a los rendimientos de trabajo, pueden hacernos saltar de tramo, provocando un aumento más significativo del importe a pagar vía impuestos.
Existen, sin embargo, algunas posibilidades para rebajarlos, que pasan por el mismo camino: convertir una plusvalía a menos de un año en otra a más de un año, lo que genera un sustancial ahorro en impuestos. La herramienta a utilizar son los derivados. Y el objetivo sería 'asegurarnos' un precio de venta (el actual de mercado, descontados los dividendos), con el que preservamos la plusvalía pero rebajamos la factura fiscal. La 'vacuna' perfecta sería realizar una venta de futuros (véase gráfico) del valor en el que queremos retrasar la 'venta' para mantenerlo más allá de un año.

Por tanto, el precio de venta actual del futuro sería al que nosotros venderíamos las acciones llegado el plazo de vencimiento (los futuros de acciones se liquidan por entregas). Lo único que hemos hecho es retrasar la venta y, por tanto, ahorrarnos impuestos. En el ejemplo las plusvalías son pocas, pero cuántas más haya, más se notará el efecto).
Si bien, como la gama de futuros disponibles en MEFF es corta sobre valores españoles (sólo se cotizan sobre BBVA, BME, Iberdrola, Inditex, Repsol, Telefónica y Santander) y, más aun, es corta en vencimientos (ahora sólo hay disponible un vencimiento por cada subyacente), el único camino para cubrir es hacerlo utilizando el índice; por ejemplo, el mini Ibex.
Por cada contrato vendido, se cubrirá un riesgo igual a la cotización actual del índice (cada punto de movimiento equivale a un euro. Luego, si cotiza en 10.000 puntos, tendremos cubiertos 10.000 euros de la cartera). No es, eso sí, una cobertura perfecta, ya que el comportamiento de la acción no es exactamente igual que el del índice.
Cuando más cerca de 1 sea el ratio beta del título, mejor sigue al índice; es decir, estadísticamente sus movimientos tanto al alza como a la baja son más similares (hay varios valores con beta 1 dentro de la lista de estrategias que mantenemos vivas en la tabla de seguimiento, como puede ver en el segundo gráfico). Sin embargo, todo se puede cubrir, bastará con crear una cobertura que equivalga a 1,5 veces la posición económica que mantenemos en la acción.
Por último, nos queda la alternativa del 'seguro', que en versión derivados sería la opción 'put' (de venta). Pagamos ahora un dinero (prima) para vender las acciones, a un precio determinado, en una fecha futura. Lo más barato, normalmente (y que nos valdrían para asegurarnos una venta retrasada en el tiempo), es comprar las 'put' con un precio de ejercicio (strike), más parecido al de cotización.
Cuando más queramos retrasar la venta más nos costará también, por el valor temporal que siempre existe dentro de las opciones. La gama, no obstante, de acciones con las que se puede realizar una cobertura con opciones 'put' es exactamente igual de escasa que la oferta que tenemos de futuros.
