
Día 9 de mayo de 2013. Ese día el BOE publicaba una circular en la CNMV en la que se delimitaban los datos que debía contener el documento que estaba llamado a solucionar todas las dudas que un inversor de fondos de inversión puede tener antes de contratar uno. Su propio nombre no dejaba lugar a dudas: Documento de datos Fundamentales para el Inversor, también conocido como DFI o KID, por sus siglas en inglés. Pues bien, uno de los datos más importantes, el de las comisiones de gestión, brilla por su ausencia en todos los folletos simplificados registrados en la CNMV.
En concreto, en el apartado donde deberían figurar los datos de comisión de gestión, depositaría y otros gastos, en lugar de la cifra en cuestión que tendría que englobar todas estas comisiones bajo el acrónimo de TER (Total Expense Ratio por sus siglas en inglés), aparece un link y solo pinchando en ese enlace es cuando se conoce el coste del producto, ya que las comisiones, salvo las de suscripción y reembolso, no aparecen desglosadas.
A priori esto no debería suponer un problema para quien consulte los folletos en Internet, pero sí lo es teniendo en cuenta que las gestoras están obligadas por ley a entregar ese mismo folleto antes de la contratación del fondo y si esa entrega se realiza en una oficina física, el partícipe no verá las comisiones que soporta el producto en cuestión. "Los folletos deberían incluir los gastos y no solo un enlace, ya que ese folleto es el que te dan en papel, por lo que no cumple con la normativa de dar un fácil acceso a la información al partícipe", afirma Fernando Luque, editor de Morningstar.
Y es que si bien es cierto que muchas gestoras ofrecen, además del folleto simplificado, una ficha comercial del producto donde sí figuran estos gastos, otras se limitan a entregar el DFI como única información para quien desee contratar un fondo de inversión. Según fuentes de la CNMV, el problema de esta dificultad de acceso a una información, que es clave a la hora de contratar un fondo de inversión, radica en la forma en que las gestoras mandan su información a la CNMV y en la que tiene el regulador de tratarla.
"Hacen un envío electrónico de la información y de ahí la CNMV saca los gastos corrientes que soporta el fondo", afirman desde el organismo, "pero las gestoras nunca deberían entregar el folleto con el enlace que figura en la web, sino que deberían completarlo con la cifra antes de entregárselo al cliente", aseguran. No obstante, desde la CNMV afirman que están trabajando para conseguir que aparezca directamente en el folleto la cifra de comisiones que soporta el fondo.
Hasta que ese cambio sea efectivo, la solución para que los partícipes reciban toda la información antes de contratar un producto pasa porque pidan en su entidad los folletos completos de los fondos, que sí especifican las comisiones que cobran los productos, incluso aunque la entidad no le facilite una ficha comercial.
¿Importan las comisiones?
Según los últimos datos publicados por Inverco correspondientes a 2012, los fondos de inversión soportan una comisión de gestión del 0,94 por ciento pero eso no quiere decir que el partícipe solo pague un 0,94 por ciento de media a la gestora a la hora de contratar un fondo, ya que a esa cifra hay que sumarle otros gastos como los de depositaría, auditoría o de suscripción y reembolso.
Es por ello que desde Morningstar siempre defienden que en lo que en realidad debe fijarse el inversor a la hora de contratar un fondo es en el TER, ya que incluye todos los gastos que se aplican al fondo de una manera recurrente. Es decir, no se incluyen ni la comisión de suscripción ni la de reembolso, ya que se abonan solo una vez.
Pues bien, según sus datos, el TER medio de los fondos de inversión gestionados por firmas españolas es del 1,29 por ciento, un 30 por ciento más que la de gestión. Si se analizan los gastos por categorías (deberían ser mayores a mayor riesgo y viceversa) se ve cómo en muchas los más rentables de los últimos tres años presentan ratios de TER inferiores a la media de su categoría, lo que demuestra la gran incidencia que tienen las comisiones sobre la rentabilidad final del producto.