
Fráncfort (Alemania), 5 dic (EFE).- El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, mantuvo hoy la calma tras revisar a la baja los pronósticos de inflación para este año y el próximo y dejar inalterados los tipos de interés en el 0,25 %.
Nada más comenzar la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno de la institución, la última de 2013, Draghi felicitó las próximas Navidades y deseó un Feliz Año Nuevo pero apenas ofreció más regalos a los mercados.
El presidente del BCE dejó entrever que los tipos de interés seguirán muy bajos durante un tiempo y que no hay motivo para el pánico porque no prevé deflación pese a la revisión a la baja de sus pronósticos de inflación.
Defendió la decisión de comienzos de noviembre de reducir el precio del dinero en un cuarto de punto, hasta el mínimo histórico del 0,25 %.
Por su parte, el Banco de Inglaterra también mantuvo los tipos de interés en el 0,5 %.
Draghi confirmó la orientación de la política monetaria y aseguró que las tasas de interés rectoras "permanecerán en el nivel actual o más bajo durante un periodo de tiempo prolongado".
"La política monetaria será expansiva el tiempo que sea necesario", apostilló.
El BCE ha revisado a la baja las previsiones de inflación para 2013 y para 2014 y al alza las de crecimiento para 2014.
La entidad prevé ahora para este año una inflación del 1,4 % y para 2014 del 1,1 %, tasas que se alejan mucho de objetivo del BCE, que es mantenerla cercana pero siempre por debajo del 2 %.
Asimismo mantuvo su pronósticos de una contracción de la economía del 0,4 % para este año pero revisó al alza una décima sus previsiones de crecimiento hasta el 1,1 % para 2014, en comparación con los cálculos realizados en septiembre.
El BCE prevé para 2015 una inflación del 1,3 % y un crecimiento del 1,5 % en la zona del euro.
"El presidente Draghi dio un mensaje claro de que la inflación es baja pero que el consejo de gobierno no ve un peligro evidente y presente de deflación", señaló el analista de Royal Bank of Scotland Richard Barwell.
Sobre los precios, Draghi dijo que la situación actual de la zona del euro "es muy diferente a la de Japón en los años 90 y a comienzos de 2000".
El presidente del BCE consideró que las expectativas de inflación de Japón no estuvieron ancladas con la estabilidad de precios durante mucho tiempo, algo que no ocurre en la zona del euro.
Draghi también consideró que existen otras grandes diferencias con Japón: en la zona del euro se adoptaron en un estadio temprano medidas de política monetaria de gran importancia, se afrontaron los problemas del sector bancario, incluso, antes de la revisión de la calidad de sus activos y muchos países han adoptado medidas estructurales.
Draghi dijo que si se produce una nueva operación de refinanciación a largo plazo, se asegurará que se usa para la economía.
Explicó que las dos operaciones de refinanciación a largo plazo acometidas hasta ahora, a finales de 2011 y en febrero de 2012, "estaban justificadas" y tuvieron éxito, pero la situación actual es muy diferente porque no existe tanta incertidumbre.
El BCE prestó a los bancos de la zona del euro un billón de euros a tres años con la posibilidad de poder devolver antes los préstamos total o parcialmente.
El presidente del BCE hizo hincapié en que los bancos de la zona del euro utilizaron esos préstamos para comprar deuda estatal y que el dinero no llegó a la economía real.
Muchos expertos prevén que el BCE acometerá el próximo año una nueva inyección de liquidez a largo plazo, probablemente a un año, pero condicionada a que los bancos destinen los préstamos a la concesión de crédito a empresas y familias.
Draghi reiteró que el organismo monetario está preparado técnicamente para unos tipos de depósito negativos y que el consejo de gobierno discutió hoy brevemente esta posibilidad.
El euro subió y llegó a 1,3650 dólares tras las declaraciones de Draghi y la publicación de las nuevas proyecciones de inflación y de crecimiento.
Habrá que esperar a enero del próximo año para saber si Draghi traerá regalos que beneficien a los bancos de los países en crisis a condición de que presten a las empresas.
Por Arantxa Iñiguez