
El depósito que siempre ha sido el referente para el ahorrador conservador pierde atractivo ante unos idénticos o, incluso, menores intereses en comparación a lo que ofrecen las imposiciones con vencimientos inferiores o superiores. Ya no hace falta retener la inversión un año para lograr un 1,5 por ciento y puede llegar al 2,5 por ciento a través de plazos con término a dos años.
La virtud ya no está en el término medio, al menos en lo que a depósitos se refiere. Lejos de ser los plazos a doce meses la referencia más rentable, que suele ser lo más habitual salvo en determinadas excepciones, ahora las alternativas más interesantes se han desplazado a los extremos. Es decir, a depósitos que presentan vencimientos a muy corto plazo o, por el contrario, a imposiciones con término en dos años. En líneas generales, la referencia por excelencia, el doce meses, ha dejado de serlo. No ocurre en todos los casos, pero se trata de una tendencia que cada vez irrumpe con más fuerza.
Hace más de un año que dejó de ser habitual encontrar en la oferta comercial de la banca depósitos con plazos distintos al de un año. Si acaso, solo durante la época estival estas referencias han contado siempre con la compañía de otras con vencimientos inferiores, que van desde el mes hasta los seis meses, de idénticas rentabilidades a la de sus hermanos mayores. La sed de liquidez del sector ante su limitado acceso a los mercados mayoristas de financiación (que ha mejorado desde enero) y la necesidad de embellecer las fotografías de sus balances de cara al término del ejercicio son algunas de las razones que justifican que el ahorrador pudiera contratar este verano una imposición a seis o a doce meses con idéntico rendimiento o incluso superior en el caso del producto a seis meses.
Sin embargo, si el objetivo del ahorrador es retener su inversión por un tiempo superior a los doce meses, la gama de opciones era apenas inexistente. El menor protagonismo de tales productos en los escaparates bancarios -que nunca han desaparecido de la negociación individual- empezó a ser latente hace dos años, cuando los depósitos a un año aún guardaban su atractivo sin limitaciones en sus tipos. Eran (y han sido hasta ahora) los más populares. Hasta que llegó la ley Salgado en julio de 2011 para acabar con los superdepósitos y después la recomendación del Banco de España el pasado mes de enero de recortar las rentabilidades a un año hasta el 1,75 por ciento.
El resultado es ya conocido por todos. Los rendimientos de los depósitos bancarios no solo se han ajustado a la sugerencia del regulador, sino que durante meses han estado incluso por debajo. Hoy en día solo se atisban repuntes puntuales -como el de Popular, que ha lanzado una nueva campaña de captación de pasivo en la que incluye un plazo a 14 meses que alcanza el 2 por ciento o Bankia, que ha elevado la rentabilidad de su imposición hasta el 2 por ciento-. Y sin embargo, sus rentabilidades ya no son tan atractivas en comparación a lo que ofrecen los plazos que se sitúan en los polos opuestos, es decir, inferiores o superiores. El resultado es que los depósitos a doce meses ya no actúan como referencia para el inversor que busca rentabilizar su ahorro a través de estos productos.
Auge entre la banca 'online'
Y eso, que muchas entidades han creado un plazo atípico después de que los depósitos se situaran bajo la amenaza de ser penalizados, con la comercialización de imposiciones a 14 meses, que permiten al sector superar el tope impuesto a un año por el Banco de España y alcanzar el 2 por ciento. Sin dejar de ofrecer, eso sí, los plazos a un año con un rendimiento inferior.
Tan limitado, que pierden protagonismo en comparación a otros vencimientos. Como ejemplo, ActivoBank, la entidad online de Sabadell. Si el ahorrador aspira a lograr una rentabilidad del 1,5 por ciento, no hace falta que inmovilice su inversión todo un año para lograrlo. Basta un mes o, si lo prefiere, tres meses. En los tres casos, el interés es el mismo. Sin embargo, si la meta es aspirar a una rentabilidad superior, la entidad ha empezado a comercializar dos nuevos plazos con vencimiento superior al año. El primero es a 24 meses y, a cambio de 3.000 euros, la recompensa es una TAE del 2 por ciento. Por el contrario, en la segunda opción, que exige mantener la inversión durante 36 meses, la rentabilidad asciende hasta el 2,5 por ciento, que es lo máximo que el ahorrador encontrará en depósitos a través de la oferta comercial del sector salvo que recurra a entidades extranjeras que respondan al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) de sus respectivos países y no al español, por eso de tener libertad para remunerar con los tipos de interés que estimen oportunos sin el temor a penalización alguna. De hecho, un 2,5 por ciento a largo plazo es el tope que también ofrecen Bankia a 36 meses y OficinaDirecta (filial online de Popular) a 25 meses. Nada desdeñable si se valora que el escenario de tipos más probable en Europa es que continúen a la baja durante un largo periodo de tiempo.
'Stop' en el cese de sus rendimientos
A falta de tres meses para llegar al aniversario en que los depósitos quedaron sentenciados a perder el poco atractivo que aún guardaban, septiembre ha sido el primer mes del año en que la media del depósito a doce meses ha roto la tendencia a la baja que registra desde que empezó el ejercicio. Aunque su alza es testimonial, ahora se sitúa en el 1,77 por ciento. Casualidad o no, lo cierto es que la media nunca antes había logrado repuntar un solo mes en lo que va de año. Parte de la explicación se encuentran también en los importantes vencimientos que el sector afronta en estos productos en los próximos meses. Pero ojo, porque lejos de ser una inercia que se perpetúe, el entorno de bajos tipos de interés en el que se encuentra inmerso el mercado no invita a pensar en mejoras.
