
Las grandes bolsas de todo el mundo cerraron la semana en positivo tras el dato de empleo de EEUU. El Ibex 35 acabó como el más alcista de Europa, a sólo un 1,9% de su máximo anual
Lo lógico es que sea motivo de alegría que un enfermo empice a sanar. Suele compararse a la economía con este paciente que comienza a recuperarse de una crisis que lo ha dejado convaleciente. Pero la economía tiene un organismo tan o más complejo que el propio cuerpo humano. El principal motor del mundo, EEUU, ha dado claros síntomas de mejoría en los últimos meses y, en cambio, esto no se ha traducido únicamente en alegrías. Y, sin embargo, la publicación del dato de empleo estadounidense por debajo de lo esperado sí se celebró el viernes en todas las bolsas. La cifra enfrió la posibilidad de que la Reserva Federal (Fed) comience a reducir sus compras de bonos de forma inmediata, cuando los mercados daban casi por hecho que el enfermo dejaría de recibir parte de la ayuda de manera inmediata.
Los buenos datos económicos no acaban de trasladarse al empleo en EEUU. El país creó 169.000 empleos en agosto y el mercado esperaba 180.000 puestos nuevos. Es más, incluso se revisaron a la baja las cifras de empleo de julio y junio y el porcentaje de población activa fue el menor desde los años 70. Este fue el impulso final que necesitó el Ibex 35 para cerrar la semana como el índice más alcista entre los grandes europeos, con una subida del 4,4 por ciento. Le siguieron el EuroStoxx 50, con un alza del 3 por ciento, el Cac 40 francés, con un avance del 2,9 por ciento y el Ftse Mib italiano, tras apuntarse un 2,23 por ciento. También los principales índices de Wall Street despidieron la semana con ganancias -ver gráfico-.
El rally del indicador de referencia en la bolsa española lo condujo hasta los 8.655 puntos, es decir, que se quedó a solo un 1,9 por ciento de su máximo anual. La banca, las constructoras y las telecos fueron algunos de los sectores que orquestaron las subidas de la semana. Popular, que reunudó el lunes las emisiones de deuda captando 750 millones con cédulas, se anotó casi un 10 por ciento y los títulos de Sacyr se revalorizaron un 9,4 por ciento. Los movimientos corporativos en el sector también alimentaron el alza del 6,74 por ciento de Jazztel y la del 5,5 por ciento de Telefónica.
Aunque si por algo destacó España en el balance semanal es que, además, salió como clara vencedora en el mercado de deuda. Los bonos españoles a 10 años fueron los únicos en los que hubo más compras que ventas. O lo que es lo mismo, los únicos títulos en los que no repuntó la rentabilidad -el interés sube cuando las ventas hacen caer el precio-. El rendimiento de la deuda española a 10 años cerró en el 4,517 por ciento, frente al 4,537 por ciento de la semana anterior. Esto permitió que la prima de riesgo retrocediera hasta los 258 puntos básicos, desde los 268 puntos del viernes anterior.
No puede decirse lo mismo de la italiana. Los inversores continúan huyendo de los bonos transalpinos ante la incertidumbre política provocada por Silvio Berlusconi. La rentabilidad del papel a una década del país escaló del 4,4 al 4,503 por ciento. ¿La consecuencia? El mercado ve ahora prácticamente el mismo riesgo país en Italia que en España. La brecha entre ambas se quedó a solo dos puntos básicos. Esto permitió al Tesoro Público español regresar el jueves al mercado con una subasta a 5 y 10 años a bajos precios. En esta última referencia el coste descendió al 4,5 por ciento, el nivel más bajo en una colocación pública desde septiembre de 2010.
Un mercado de deuda agitado
España salvó los muebles en un mercado de deuda muy agitado por las citas de la semana. La reunión del Banco Central Europeo (BCE), entre otros; el regreso de las subastas de deuda en España; y, sobre todo, más datos macroeconómicos desde EEUU. Hasta el jueves, las cifras arrojadas por la primera potencia mundial afianzaban aún más la idea de que la Fed podría reducir su programa de compras de bonos este mismo septiembre. En un contexto más amplio, los mercados empezaban a descontar que poco a poco se acercaba esa normalización en los tipos y el mensaje de que los bancos centrales dejarán de dopar a la economía. Todo pese a que el propio Mario Draghi, presidente del BCE, insistió el jueves en que "los tipos seguirán al nivel actual o más bajos durante un largo periodo de tiempo". El mandatario italiano se encargó de recordar que "la economía está demasiado débil".
Pero la proximidad del nuevo escenario en EEUU -antes de conocerse el dato de empleo y tras confirmarse en el Libro Beige que la economía americana creció a un ritmo "de modesto a moderado" en julio y agosto- pertubó la tranquilidad sobre todo en el mercado de deuda. Los inversores se quedaron en renta variable, pero se alejaron de la renta fija especialmente el jueves. Fue tal la reordenación de carteras que la rentabilidad de algunos bonos se disparó hasta niveles no vistos en muchos meses. El interés de la deuda germana a una década llegó a superar el 2 por ciento por primera vez desde marzo de 2012 y su homóloga estadounidense escaló al 3 por ciento, al que no cotizaba desde 2011.
Pero las ventas se frenaron el viernes tanto a uno como a otro lado del Atlántico. Sin dar ya nada por seguro, los inversores regresaron al mercado de deuda y sus compraron relajaron el interés del bund hasta el 1,95 por ciento y el del T-Note, por debajo del 2,9 por ciento. Con todo, en el balance semanal ambos se tropezaron con subidas. Con España como la única a salvo de las ventas en la semana, también repuntó la deuda de países como periféricos como Portugal o Grecia y la Francia, Reino Unido o Suecia. Menos movimiento tuvo el euro. Tras testar los 1,31 dólares, tomó fuerza contra el billete verde el viernes hasta los 1,318 dólares.
Pendientes de Siria
Aunque los mercados estaban pendientes esta semana sobre todo de los datos americanos y el BCE, el conflicto en Siria puede volver a centrar la atención. El lunes se vota la intervención de EEUU y el viernes Rusia advirtió de que ayudará a Siria en caso de que se produzca el ataque militar. Pese a que Wall Street se decantó finalmente por las subidas, el petróleo sí adelantó posibles problemas. El precio del barril europeo, el Brent, se revalorizó por encima de los 116 dólares, desde los 114 dólares a los que cerró la semana anterior -ver página 11-. Por su parte, el oro se disparó justo tras los datos de empleo en EEUU con una subida del 1 por ciento que lo situó en los 1.393 dólares por onza. No obstante, despidió la semana con descensos.