
El emprendedor estadounidense Mike Merrill lleva cinco años embarcado en un proyecto sorprendete: ver como cotiza en bolsa su propia vida, dando a sus accionistas poder sobre las decisiones que tome. Merrill decidió en 2008 dividirse en 100.000 acciones y lanzar una oferta pública de venta, con un precio de salida de 1 dólar por título. Su historia ha sido recogida por Yahoo Finance y en un reportaje de la revista Wired, que pasó un año entero con él.
El hombre cotizado comenzó colocando 929 acciones entre 12 de sus amigos, buscando financiación, a modo de start-up vital. Estos accionistas adquirieron derechos de voto preferente, y ahora rigen sobre las principales decisiones que toma Mike en su vida.
El origen: crear un mercado de sí mismo
Para empezar, pagó 500 dólares y 500 acciones propias a un desarrollador web para que creara una plataforma de cotización y voto, kmikey.com. Cada acción podría suponer recibir parte de los beneficios que obtuviera Merrill más allá de su trabajo diario en una pequeña empresa de software en Oregón.
Y aunque él mantuvo el 99,1% de sí mismo, prometió a sus accionistas que los títulos que él poseyera no tendrían derecho de voto, con lo que efectivamente cedía todo el control de su vida a aquellos que invirtieron en él, aunque el mantuviera el puesto de consejero delegado y se encargara de presentar sus propuestas al consejo. El sistema de funcionamiento es simple: se presentan las propuestas en la web, se discute en un foro y los accionistas votan la propuesta.
En los cinco años desde que iniciara este experimento, Mike ha conseguido vender ya más de 3.700 acciones y tener 128 accionistas, y el precio de sus títulos ha llegado a tocar un máximo de 20 dólares. En total, este emprendedor ha conseguido obtener unos 10.000 dólares, aunque ha tenido que pagar un alto precio por ello.
Caprichos y vaivenes de los accionistas
Como cualquier empresa cotizada, Merrill ha sido víctima de intereses contrapuestos de sus accionistas, manipulación de los precios de sus acciones e inversores que solo buscaban rédito a corto plazo sin pensar en su bienestar a largo plazo. Ha sido superado por el papeleo y pillado por sorpresa ante un intento de compra.
"Con el paso del tiempo, los accionistas decidieron tener más y más control sobre su vida", asegura Joshua Davis, periodista de Wired, al programa The Daily Ticket de Yahoo. "De hecho, ese era el valor de la proposición para ellos. Pensaron, 'OK, puedo comprar una acción por un dólar y puedo decirle qué hacer'".
¿Y sobre qué decidieron? Por ejemplo, descartaron que se hiciera una vasectomía, le obligaron a vestir solo de la marca Brooks Brothers, que fuera vegetariano y que votara a los republicanos. Le obligaron a realizar experimentos con diferentes teorías sobre el sueño. Sin embargo, el aspecto más problemática ha sido la decisión de ceder el control de su vida amorosa, con el consejo de administración aprobando cada cita y cada novia.
Novias-accionistas que manipulan el mercado
En este último aspecto, desde que decidiera ceder el control de sus romances a su consejo, las decisiones de sus accionistas le han causado problemas. Su primera novia (anterior al comienzo del experiemento), se trasladó a vivir con él, pero acabó dejándole porque no tenía ni voz ni voto en sus decisiones. La historia es más truculenta: su novia era también la accionista número siete.
Su problema es que solo tenía 19 acciones, mientras que algunos amigos tenían muchas más, generando un conflicto a la hora de planificar los fines de semana, por ejemplo. Finalmente, rompió la relación ante los problemas con otros accionistas.
En su siguiente relación vio como su nueva novia, que también decidió comprar acciones de Merrill, no fue aceptada por el resto de sus accionistas, y le obligaron a tener una cita con una mujer polígama y un homosexual. Sin embargo, como consejero delegado de sí mismo, logró finalmente que fuera aceptada y firmaron un contrato de relación amorosa de tres meses.
Su nueva novia, Marijke Dixon, decidió que quería más, por lo que logró convercerle de que le diera opciones sobre acciones, al estilo de las gratificaciones de las grandes empresas cotizadas. El día del vencimiento de estas opciones, Dixon trató a sus espaldas de manipular el precio de las acciones vendiendo muy por debajo de mercado para abaratarlas y poder así hacerse con el control de la vida de su novio sin tener que estar pendiente del resto de accionistas.
Aunque fue cazada por otro accionista, que trató de elevar el precio de las acciones y que la novia no tuviera un acceso tan barato al control, finalmente logró una mayor participación en su novio ahorrándose unos 900 dólares. Él lo ve como un gesto de amor, aunque se puede ver como una lucha despiadada entre accionistas por tomar el control de una empresa.
Decisiones extravagantes
Más allá de su vida amorosa, sus accionistas no le han permitido tomar decisiones como hacer más ejercicio o volver a comer carne. En principio, el objetivo de las decisiones debería ser buscar formas alternativas para ganar dinero, pero algunas decisiones parecen muy arbitrarias. Aún, Merrill se puede enfrentar a un problema mayor, ya que pueden obligarle a cometer un crimen, al menos teóricamente.
Otros ejemplos. Cuando Merrill consiguió un seguro de vida en su empleo por un valor de 100.000 dólares, sus accionistas votaron que ese dinero sería para ellos en caso de que muriera. Asimismo, le hicieron invertir 80 dólares en una granja de pollos en Ruanda, inversión que finalmente no ha dado ningún rédito y Merrill ha perdido su dinero.
Obviamente, las acciones de Merrill no tienen ningún seguro y no están respaldadas por ningún organismo gubernamental. Él mismo se define como una inversión de alto riesgo, y aunque todavía no ha tenido problemas legales, no son descartables. Merrill asegura que nada de este experimento contiene obligaciones legales, e incluso advierte en su web que si decide dejarlo, "todo el mundo se jode", por lo que avisa que aquel que no lo tenga en cuenta no debe comprar acciones.
Poco beneficio con el experimento
Muchos inconvenientes para Merrill, que tan solo ha obtenido con su experimento 10.000 dólares, aunque su capitalización bursátil haya llegado a los 1,2 millones de dólares. Sus accionistas tampoco han obtenido beneficios más allá del que puedan haber obtenido de comprar y vender acciones. Sin embargo, Merrill seguirá adelante con su experimento.
"Esto no es sobre generación de beneficios, aunque pueda llegar a pasar: es sobre un grupo de personas trabajando por un mismo objetivo", escribe en su web.
"Usando una estructura adaptada a la economía de mercado, tú y yo tenemos un mecanismo construido para operar, controlar y medir el éxito que no solo está bien documentada sino que es fácilmente entendible", concluye.