Bolsa, mercados y cotizaciones

Carteras de bonos que ya están al alcance del inversor particular

Hasta ahora la compra de renta fija corporativa ha sido mayoritariamente institucional, sin embargo las entidades empiezan a flexibilizar las condiciones para los particulares.

Ya forman parte del pasado los días en los que el inversor podía alardear de conseguir intereses anuales del 4 por ciento sólo por contratar un depósito. Ahora, tras la recomendación verbal del Banco de España a la banca, que aconseja limitar sus rendimientos, quien quiera mantener semejantes intereses tendrá que barajar otras posibilidades. Alternativas no faltan. Entre ellas, los seguros financieros, los fondos de inversión, la renta variable o, incluso, la renta fija corporativa.

Mucho se ha hablado de las tres primeras. De la última, por el contrario, no tanto. No es extraño. Hasta ahora, la compra de un bono corporativo casi estaba vetada para el inversor particular por los elevados importes precisos para su compra, a partir de los 50.000 euros. Sin embargo, ahora que la guerra del depósito ha terminado, las entidades financieras empiezan a poner menos trabas de acceso para la adquisición de unos activos que en la mayoría de los casos el inversor va adquirir hasta el vencimiento. Hoy mismo, Mariano Rajoy anunció que baraja la posibilidad de crear un Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF), que permita a las empresas obtener financiación en el mercado para restar su necesidad de la banca. 

Hablamos de la deuda que lanzan al mercado las empresas y entidades financieras. "Los mercados de renta fija, en general, han tenido rendimientos extraordinarios durante el año 2012, por lo que una gran parte del recorrido ya está hecho y, en algunos casos, agotado", señalan en Sabadell. Sin embargo, "en el entorno actual, encontramos valor en ciertos emisores españoles de primer nivel que siguen ofreciendo un diferencial de rentabilidad atractivo, siempre con la idea de mantener las posiciones hasta el vencimiento", añaden.

Sin embargo, el desconocimiento generalizado que existe sobre las condiciones de acceso a este mercado, hasta ahora mayorista, puede llegar a ser un impedimento para quienes ahora afrontan el vencimiento de depósitos de elevada cuantía y sienten, por otra parte, curiosidad por la renta fija corporativa como alternativa de inversión. Cuestiones sobre cómo comprar un bono de Repsol; cuál es la inversión mínima o si este activo se adapta al perfil del inversor son algunas de las más habituales.

Ya no se necesita pase 'VIP'

Cualquier particular que esté en disposición de un mínimo de 50.000 euros -o menos si cuenta con vencimientos de depósitos por importes mayores a lo largo del año- puede comprar bonos de calidad. Existen dos vías: el mercado primario y el secundario -también puede hacerlo mediante fondos de inversión-. Pero si olvidamos este último vehículo, lo más aconsejable para un particular es comprar en el secundario. "El mercado primario va dirigido a un cliente muy conocedor de los mercados de renta fija porque desde que se anuncia una emisión hasta que se conocen los términos finales se pueden producir muchos cambios, tanto en relación con los diferenciales sobre swaps, como respecto al tamaño de la emisión", apunta Teresa Gimeno, experta en renta fija de Banif. "Todos ellos son factores que van a influir en la rentabilidad final, en el tamaño de la emisión y, por tanto, en el comportamiento del bono en el mercado secundario", añade.

Para operar en él, el camino más directo es a través de la entidad de la que sea cliente o en la plataforma de negociación electrónica (SEND) lanzada por el mercado español de renta fija (AIAF) en 2010, aunque en esta última la variedad de emisiones es menor. Una vez ahí, "el cliente o el asesor, según el perfil de riesgo, compra a una determinada rentabilidad a los niveles a los que cotiza en ese momento el bono en el mercado", subraya Gimeno. Esto implica que el mercado de deuda privada no sea tan ágil para un particular como lo puede ser, por ejemplo, el de renta variable.

Ni la información disponible sobre los precios está tan a mano ni resulta tan sencillo encontrar el título concreto en el que se quiere entrar. La experta explica, además, que debido a la alta liquidez que existe en la actualidad, las adjudicaciones son muy bajas, y que no se ofrecen las mismas cantidades a todas las entidades. "Por este motivo, hay clientes que no conocen este mercado y que se pueden encontrar con una oferta diferente según cantidad, en función de cuál sea el comercializador o el formato de la emisión", sentencia.

Después está el tema de las comisiones. Por norma general, el banco aplica al precio de mercado al que cotiza el bono en el secundario una comisión de compra y venta, que se negocia con el cliente en función de determinadas variables, como la frecuencia de la operativa o el importe de la inversión. Pero para que se haga una idea, la comisión por operar en este mercado es similar a la de operar en bolsa -en torno al 0,20 por ciento-.

Ahora bien, ¿cuánto dinero necesita? La cantidad mínima viene determinada por el nominal unitario de cada emisión y "suele situarse habitualmente entre los 50.000 y 100.000 euros (aunque también hay emisiones de importes inferiores)", explican en Sabadell. "Pero teniendo en cuenta que no es recomendable comprar una única emisión, el importe necesario para construir una cartera mínimamente diversificada está en el entorno de los 500.000 euros", añaden. Otras entidades, por el contrario, sitúan el listón más bajo, a partir de los 200.000 euros.

Estas cantidades han hecho hasta ahora que este mercado estuviera casi reservado a la banca privada, pero esta misma semana se ha abierto con la propuesta de Auriga Global Sociedad de Valores, que ha lanzado la primera plataforma de España -Auriga bonos-, que permite al inversor particular comprar y vender bonos públicos y privados, nacionales e internacionales, en tiempo real, sin necesidad de intermediarios. Con una oferta inicial cercana a las 2.000 referencias, la puesta en marcha de este sistema es un paso más para cerrar la brecha que existe ahora entre el inversor institucional y el particular. Los datos hablan por sí solos, ya que apenas el 3,2 por ciento de los activos financieros de las familias españolas están invertidos en bonos, frente al 30 por ciento de otros países europeos, como Italia. Para contribuir a que esta cifra crezca, Auriga ha decidido no establecer importes mínimos de inversión y una única comisión para todos los bonos, que será del 0,25 por ciento sobre el efectivo contratado.

Superados los primeros obstáculos, lo más aconsejable para minimizar el riesgo es diversificar. Pero, ¿por dónde empezar? Quizás considere arriesgado pensar en deuda privada si nunca antes había reparado en ella. Sin embargo, hay emisiones aptas incluso para los inversores más conservadores.

Un salto seguro...

Si considera que ese es su perfil, preste atención. ¿Alguna vez se ha planteado la posibilidad de comprar bonos de Mapfre, Telefónica, Gas Natural, Repsol o Abertis? Pues Teresa Gimeno identifica en tales emisiones alternativas válidas para quienes apenas quieran asumir riesgo. La experta en renta fija de Banif considera que las cinco son interesantes porque en todos los casos se trata de compañías muy diversifcadas, que tienen un rating que está considerado grado de inversión y que, además, merecen la pena por el diferencial que están pagando por el riesgo país. "Se trata de emisiones muy líquidas, que ante algún problema es fácil deshacer la posición", explica. Además añade que, a medio plazo, las buenas perspectivas de España también ayudarán a que disminuya el diferencial, lo que afectará directamene a las emisiones de estas compañías, que tienen una duración de entre 4 y 5 años.

Valore que los vencimientos son importantes. Por norma general, "la cartera más apropiada para un inversor conservador será aquella que incorpore activos de renta fija con rating elevado y vencimientos cortos", explican en Popular.

Con independencia de que estas emisiones se pueden adaptar a las necesidades de quien huya de los riesgos, no hay que olvidar que la renta fija lleva implícita el riesgo de crédito y el de mercado. El primero viene determinado por "la calidad crediticia del emisor y la posición del activo en el orden de prelación ante un concurso de acreedores del emisor. El riesgo de mercado viene dado por el movimiento de los tipos de interés. Las bajadas de tipos de interés suelen beneficiar al precio de los activos de renta fija mientras que las subidas lo suelen perjudicar", explican estas mismas fuentes.

Sin embargo, hay emisones que cumplen estos requisitos y quienes también ven atractivo en Telefónica como alternativa para un inversor conservador es Sabadell. De adquirir los bonos de la operadora, junto a los de Telecom Italia, Caixabank, FADE (que se encarga de la titularización del déficit eléctrico), o el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), el particular lograría una cartera con un rendimiento aproximado del 3,12 por ciento. "A la hora de construir la cartera también hemos tenido en cuenta los calendarios de los cupones para asegurar entradas de efectivo a lo largo del año y hemos escalonado los vencimientos para reducir los riesgos de liquidez y reinversión", señalan en Sabadell.

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